Libros: Guillén, cuentos para verse la cara en el espejo

lunes, 16 de diciembre de 2013 · 21:54
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Uno, dos, tres. Claudia Guillén escribe de sus pasiones. Secretos guiados por sus personajes: el tío Ismael, su abuelo Fedro, el amante Javier, la pareja rutinaria de Federico y Magdalena. Uno, dos, tres. “El paso del tiempo se torna como un eje que medirá a quienes habitamos este mundo”, escribe la cuentista. Para Guillén, escribir significa retratarse, verse la cara en el espejo. Escribir es ordenar el tiempo, y el cuento es un territorio del autoconocimiento. Uno estira el cuello y la cabeza, como si fuera una tortuga, y busca encontrar semejanzas con el amante o con el abuelo o con el tío o con la empleada doméstica. Pecados predecibles, publicado por Lectorum, es un conjuro contra las buenas costumbres, y en ese itinerario la autora se mira en el espejo de sus personajes, en sus culpas, sus enredos y sus anhelos. No dejan de inquietar los escorzos autobiográficos que Guillén plantea: Una mueca de melancolía en su abuelo Fedro cuando se refiere a Hernán Cortés y a la distancia entre la Tierra y la Luna. En ese peregrinar de almas sujetas a la narrativa de la escritora, no debería parecernos extraña la andanza de este libro. Pecados dóciles que alumbran su imaginario: Pájaros sin un ala, volutas de humo que se desperdigan en el aire, sirenas sonrientes, peces dispersos y relojes sin cuerda. Guillén nos enseña el otro mundo que se descubre a diario: La rutina como una suerte de nata que inmoviliza; la inercia que obliga a muchos a detenerse; las confidencias personales que se vuelven ficción. Todos los propósitos, declarados o secretos, que incumplen las parejas. En “Cada quien su cancha”, la voz de una mujer nos conduce al absurdo laberinto de la vida marital, a la cama entendida como un partido de futbol. En “Rutina marital” la infidelidad sirve para continuar las relaciones largas, para sacar a pasear el nudo antes de que se tense. Como define Gaston Bachelard, hay lugares que son un tiempo. Los cuentos de Guillén alcanzan un certero filo, en cortas distancias. Son lugares habitables. Son relatos que nacen de una fiesta interminable: La vida. Uno, dos, tres. El tío Ismael fuma con nosotros. Cada vuelta de hoja marca un ritmo diferente. Uno, dos, tres… Pecados predecibles no nos deja abrir la boca, si no es para devorar una manzana que marca el final de cada uno de los 15 cuentos que componen el libro. Se presenta el martes 17 de diciembre a las 19:00 horas en la Casa Refugio Citlaltépetl.

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