El aporte de las mujeres en la arqueología mexicana

miércoles, 13 de marzo de 2013 · 13:18
MÉXICO D.F. (apro).- El pasado viernes 8 se celebró el Día Internacional de la Mujer, y así como en muchos medios se hizo eco de la contribución de las mujeres en diversas áreas y conocimientos en México, en materia de arqueología no podía ser la excepción: el volumen Las mujeres en la arqueología mexicana (1876-2006), de Paloma Estrada, destaca el aporte significativo que han presentado en este campo al tiempo que reivindica sus trabajos. En el volumen publicado por la Editorial Académica Española, y resultado de una tesis de licenciatura de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la también arqueóloga Paloma Estrada rastreó y conjuntó a 25 maestras, confirmando que sin los aportes de cada una de ellas no podría concebirse la arqueología mexicana del siglo XXI. “Ellas nos abrieron caminos para que ahora quienes estudiamos y ejercemos la arqueología podamos llevar nuestras interpretaciones a otros niveles, llámese en el campo de los materiales, de las teorías, de la academia, en la lucha de las condiciones laborales… Es un reconocimiento --a sabiendas de que no están todas las que son--, a lo que nos han legado desde distintos ámbitos”, expresa la maestra en estudios de igualdad de género, destaca el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Este trabajo reúne a pioneras en esa área, como Eulalia Guzmán, Florencia Jacobs Baquero, Amalia Cardós, Beatriz Barba Ahuactzin (quien por sus 60 años de carrera recibirá un homenaje el 12 de marzo en el Centro Cultural Isidro Fabela), Carmen Gloria Cook Mittag, Ann Axtell, Tatiana Proskouriakoff, Linda Schele, Isabel Kelly, Barbro Dahlgren, Beatriz Braniff y Laurette Séjourne. También María de Lourdes Suárez Diez, Rosa María Reyna, Mari Carmen Serra Puche, Linda Manzanilla Naim, Yoko Sugiura, Nelly Robles, Pilar Luna Erreguerena, María de los Dolores Soto, María de Jesús Rodríguez, Elisa Villalpando, Patricia Fournier, Walburga Wiesheu y María de la Luz Gutiérrez. El estudio va más allá de un mero compendio de logros; brinda una perspectiva en la forma en que se veía a la mujer a finales del siglo XIX en arqueología que, como en la mayoría de las tareas profesionales, era confinada a estudios de escritorio, pero también da cuenta de la transformación que ha tenido esa carrera hasta hoy, muy paulatinamente. Ahora hay más estudiantes mujeres que hombres en ese rubro, según consta en el volumen. Al respecto la autora del libro dice: “A principios de ese siglo a las arqueólogas no se les concebía en campo, por ejemplo a Isabel Ramírez sólo se le permitió dar clases en el Museo Nacional de Antropología, paro no realizar excavaciones. Las mujeres estaban encomendadas al laboratorio, a los análisis tipológicos, sin embargo esta división sexual del trabajo aún persistía hace unos años, bajo el ‘argumento’ de que resultamos ‘conflictivas’ en el campo.” En líneas de investigación inéditas, menciona a Amalia Cardós, la primera en abordar las redes comerciales prehispánicas en el área maya, o Tatiana Proskouriakoff, quien demostró que los jeroglíficos de esta antigua civilización también relataban sucesos históricos y la vida de personajes reales. Más recientemente, Linda Manzanilla Naim ha profundizado en las formas de gobierno de organizaciones corporativas en Teotihuacán, aunque sus investigaciones van más allá, abarcando líneas como los primeros desarrollos urbanos y estados arcaicos, así como las organizaciones multiétnicas antiguas, de acuerdo al INAH. Sin dejar de olvidar que muchas de ellas han brindado parte de su carrera profesional al área académica, las arqueólogas de hoy en día ocupan cada vez más puestos de toma de decisiones y de cargos relevantes tanto dentro del INAH como en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “No están todas las que son ni son todas las que están”, cree Paloma Estrada; Las mujeres en la arqueología mexicana (1876-2006), cuya publicación da un punto más de vista del trabajo de la mujer en materia arqueológica, busca sobre todo visibilizar sus aportaciones, que no han sido menores, y que merecen aparecer cada vez más en la historia oficial de la disciplina.

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