La Carmen 2013

miércoles, 20 de marzo de 2013 · 18:41
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Con ligerísimas variantes la versión de la ópera Carmen de Georges Bizet que se reestrenó el domingo 17 en Bellas Artes, es la misma que se presentó el año pasado en el medio en ruinas Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque. Nunca entendí porqué se presentó en ese teatro que estaba en pésimas condiciones y tampoco entiendo porqué ahora se traslada a Bellas Artes y, además, en tan solo tres funciones y no, por lo menos, en las cuatro acostumbradas. Como ha quedado demostrado en este mismo teatro, Carmen es un titulo que “aguanta” no cuatro sino bastantes más funciones pero, el porqué de esas disposiciones numéricas y de locales, siguen siendo uno de esos insondables misterios que nuestras bellasarteanas autoridades jamás develarán. Pero, vayamos a lo que en escena sucede. En primer lugar hay que decir que la producción y la concepción de puesta en escena no son mexicanas sino argentinas, originales de la Buenos Aires Lírica, como honestamente lo constatan los programas de mano. El creador y responsable de la puesta es Marcelo Lombardero quien se auxilia con su también argentino original equipo técnico. ¿Si el mundo tiene un Papa argentino, porque Bellas Artes de México no va a tener una ópera de allá, fue la pregunta que algún mal intencionado hiciera oír en uno de los intermedios? Pero, volvamos al cause. El montaje es absolutamente contemporáneo, las acciones se trasladan a cualquier ciudad medianamente importante de hoy que puede o no ser fronteriza; ya sabemos que el contrabando se inicia en el corazón mismo de las grandes metrópolis y a ellas llega. Los contrabandistas y sus jefes ya no son, por lo tanto, los clásicos gitanos que penan pasando enormes bultos por las escarpadas montañas sino “chavos banda” “ninis”, similares y delincuentes de toda laya jefaturados por “capos” que guardan su “merca” en bodegas de puertas metálicas de tan inocente (o atemorizante) apariencia como la de cualquier negocio legal. Los soldados ya tampoco lo son realmente, más semejan policías federales como los que aquí tenemos pero que también existen en otros países. Y, claro, las obreras cigarreras lo siguen siendo pero con vestuario y conducta mucho más desinhibidas que las que debieron tener sus antecesoras de hace más de un siglo. Esta Carmen pues, es de hoy y, debe agregarse, está lógica y congruentemente concebida. Conservando su esencia, los personajes principales están ligeramente modificados y así, por ejemplo, Lilas Pastias es un duro regente, gay además, que regentea un burdel y centro de distribución disfrazado de cantina, y Escamillo, un padrote que se sabe seductor que arriba, como parte del Starsistem, precedido y protegido por sus guaruras. De verdad una buena idea de puesta en escena que, desafortunadamente, no tuvo correspondencia con la parte musical tanto instrumental como vocal ya que, principiando por la Carmen (la importada Luisa Francesconi), ésta nunca estuvo a la altura de las circunstancias (tenemos más de una mezzo nacional que lo hubiera hecho mejor), e incluso, en la escena de las cartas, cuando el destino le presagia la muerte, canta ese pasaje vocalmente correcta, pero sin nunca enterarse de que estaba diciendo y, claro, menos haciéndoselo sentir al público. Dante Alcalá (Don José), sin entender la modernidad de su personaje y, por lo tanto, actuándolo a la manera tradicional; vocalmente tampoco satisfactorio del todo, tuvo su mejor momento en el tercer acto. En contraposición, con una total comprensión de la contemporaneidad de su personaje, el barítono Germán Olvera dio un torero Escamillo que se sabe “Estrella” y viste, actúa y canta como tal. Manteniendo su carácter pueblerino, Micaela (Leticia de Altamirano), fue inicialmente cantada con poca seguridad pero, se fue creciendo doña Leticia y terminó propiciando el comentario de que, increíblemente, “Hubo más Micaela que Carmen”. Flojo el coro de la ópera, la dirección huésped de Jorge Alejandro Suárez no es la mejor que haya tenido este coro en los últimos tiempos. Un tanto irregular también, pero entendible el caso, el coro infantil de la Schola Cantorum. Plana la orquesta, le hemos oído mejores intervenciones al director huésped Srba Dinic. Así, una Carmen bien concebida, irregularmente cantada, cosa que esperamos mejore en las únicas funciones que le quedan, martes 19 y jueves 21, a las 8 de la noche, en Bellas Artes.

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