Fallece Mireya Cueto, madre de los títeres en México

viernes, 26 de abril de 2013 · 17:58
MÉXICO, DF, (apro).- Reconocida a escala nacional e internacional por su labor de difusión en el arte de las marionetas, la titiritera, escritora y dramaturga Mireya Cueto falleció hoy a la edad de 91 años a causa de un derrame cerebral. Su cuerpo es velado en las instalaciones del Issste, en San Fernando, al sur de la ciudad. Mireya Cueto, quien nació el 3 de febrero de 1922, se dedicó desde hace más de siete décadas a la investigación, producción y dirección de teatro de títeres. De manera reciente, en febrero de 2012, recibió la Medalla Bellas Artes como reconocimiento a su trayectoria de más de 70 años dedicados al teatro. Diversas instituciones culturales manifestaron sus condolencias ante la noticia de su deceso, entre ellas el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta). Ambas dependencias emitieron comunicados al respecto, así como la Compañía Nacional de Teatro y la Secretaría de Educación Pública (SEO). Descendiente de una familia que difundió e innovó en el arte de los títeres en México, entre sus actividades incursionó en la televisión realizando programas sobre la historia de los títeres, escribiendo guiones y produciendo programas radiofónicos infantiles entre 1971 y 1974. Escribió las versiones radiofónicas de El Quijote para Radio Educación y El Periquillo Sarniento para la Dirección General de Radio y Televisión (RTC), de la Secretaría de Gobernación, y en 1976 dirigió el proyecto para la formación de grupos de teatro de títeres para campesinos en la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA). En 1978 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil Juan de la Cabada del INBA y el gobierno de Campeche. Fue cofundadora del Teatro Tinglado en 1980 y en 1992 estrenó, bajo el formato de teatro de sombras, la obra San Juan de la Cruz, poeta místico, presentada también en el Festival Internacional de Títeres de Bilbao en 1994. Miembro honorario de la Unión Internacional de Marionetistas y del Patronato del Museo del Títere de Huamantla, Tlaxcala, en 2011 recibió la beca del Sistema Nacional de Creadores de manera vitalicia. También escribió piezas para teatro y cuentos, reunidos en los libros La boda de la ratita y más teatro; La cigarra, el chapulín y la hormiga, y El Cuento más antiguo, y ensayos como Apuntes sobre la experiencia artística, entre otros. En 2001, la Coordinación de Desarrollo Cultura Infantil del Conaculta, Alas y Raíces a los Niños, creó el Festival Nacional de Títeres Mireya Cueto, en su honor. Ella heredó su amor a las marionetas de su madre Lola Cueto (1897-1978), una de las fundadoras de la Unión Mexicana de Titiriteros, creado en 1932, y del teatro guiñol contemporáneo que el pasado 13 de marzo cumplió ochenta años de haber presentado la primera función; sobre este último tema, la crítica de arte Raquel Tibol escribió recientemente para Proceso en el número 1898. A continuación se reproduce un extracto del mismo: “La función inaugural del 13 de marzo de 1933 tuvo lugar en el estudio de Germán Cueto, en Mixcalco 12, que antes había sido ocupado por Diego Rivera; entre los asistentes se contaron Narciso Bassols, Carlos Chávez, Silvestre Revueltas. El grupo de Lola Cueto tomó el nombre de El Chapulín. Fue tal su dedicación que llegó a realizar quinientos muñecos con diversos materiales como trapos, medias, plastilina, y muchos otros. Para dejar constancia, con Roberto Lago y prólogo de Jean Charlot, editaron en el taller de Carlos Alvarado Lang el portafolio Títeres populares mexicanos. La edición de 1941 estuvo a cargo de la editorial Puppety Imprints, la cual se ocupó de inscribirla en varios museos de los Estados Unidos. La edición mexicana apareció en 1947. “Del casamiento con Germán Cueto en 1919 nacieron tres hijos: Jorge, Ana María y Mireya. Esta última heredó la vocación de su madre por los títeres, los cuentos para niños y el teatro infantil. En 1927 la pareja decidió viajar por Europa. Después de recorrer varios países se quedaron residiendo en Paris hasta 1932, año en que convencieron a Angelina Beloff, abandonada por Rivera en 1921, de venir a México, donde la finísima mujer rusa hizo muchos amigos y se desarrolló profesionalmente con amplio reconocimiento. “Fue Mireya quien en 1979 organizó, en los dos locales que entonces tenía el Salón de la Plástica Mexicana en la Zona Rosa, una exposición de todas las modalidades plásticas cultivadas por su talentosa y honestísima progenitora. Sólo en gráfica se vieron 125 piezas en metal (aguatintas, aguafuertes, mezzotintas, barnices suaves y puntas secas, litografías y monotipos). Entonces se supo que Lola Cueto se contaba entre los más notables grabadores a la mezzotinta que haya tenido México. Su concepto de la luz la llevó a matizar los grises profundos con la más refinada emoción y creatividad. Ese refinamiento encuentra eco en los títeres bidimensionales de su nieto, una verdadera aportación que hubiera enorgullecido a una abuela que no puso límites a su creatividad.”  

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