Buscando a Sugar Man: La realización del sueño sudafricano
MÉXICO, D.F. (apro).- Seguramente, cuando la familia del músico Sixto Rodríguez se fue para Estados Unidos, lo hizo en pos del cumplimiento del “sueño americano”, como muchos de nuestros paisanos que se van.¿Lo lograron? Quién sabe ellos, pero su hijo no, al contrario, cumplió un sueño muy lejos de Detroit, Michigan, la tierra que lo vio nacer.
El documental Buscando a Sugar Man, de Malik Bendjelloul, es una conmovedora historia de justicia poética y musical; una historia que da seguimiento a la travesía de dos sudafricanos, Stephen Segerman y Craig Bartholomew, en búsqueda de su artista favorito: Sixto Rodríguez, un ídolo en Sudáfrica.
Al comenzar el documental, Rodríguez es un músico folk de ascendencia mexicana, de clase trabajadora y con mucho talento; un artista que grabó sólo dos discos que pasaron sin pena ni gloria en Estados Unidos. Y nadie de los que estuvieron cerca del trabajo de Rodríguez entienden por qué.
Sin embargo, del otro lado del Atlántico, la música de Rodríguez recibió una gran acogida. Rodríguez se convirtió en la bandera de toda protesta; capturó, sin quererlo, el espíritu de una nación. De alguna manera podría decirse que fue el Dylan de aquellos lugares.
A mediados de los 90, las preguntas sobre Rodríguez comenzaron a surgir. La disquera de Rodríguez en aquel país nunca había tenido contacto con el artista y circulaba la versión de que el músico se había suicidado en pleno concierto. Con un poco de investigación y la magia de internet, Sixto fue encontrado en su ciudad natal, sin saber que era el ídolo de una nación.
Hábilmente, Bendjelloul reconstruye al artista para luego explorar al ser humano con resultados maravillosos: Al final del documental, o más bien poquito antes de acabar, mientras suenan los primeros acordes de uno de sus exitosos conciertos en Sudáfrica en 1998, luego de años de no tocar en público, Rodríguez se convierte también en nuestro ídolo.
El sueño de millones de sudafricanos luchando por la igualdad se vuelve realidad, y con ella la posibilidad de ver a su ídolo, olvidado por la industria musical y por el público de su país.