MÉXICO, D.F. (apro).- En ajedrez, como en cualquier otra actividad competitiva, muchas veces nos encontramos con participantes que están en buena o mala forma. Por alguna razón, al que está en buena forma todo parece salirle muy bien. Mientras para quien está en mala forma las tragedias parecen no acabar nunca. Y curiosamente en ajedrez esto se ve con mucha frecuencia.
Por ejemplo, en el Memorial Tal, que terminó con el triunfo de Boris Gelfand, vimos que Viswanathan Anand, el campeón del mundo actualmente, quedó en penúltimo sitio, mientras que Vladimir Krámnik, excampeón mundial, quedó en el último sitio.
Esto es insólito en términos generales, pues en el pasado, hace digamos unos 50 años, los campeones y excampeones del mundo seguían manteniendo su jerarquía o ésta iba disminuyendo poco a poco. Ver a dos luminarias como Krámnik y Anand pisando los últimos sitios de un torneo no es algo normal ni racional.
Pueden pasar muchas cosas a las cuales adjudicarles un mal resultado. Por ejemplo, Krámnik no ha parado de jugar. Compitió en el agotador torneo de candidatos en Londres, y estuvo a punto de convertirse en el retador de Anand, pero la partida decisiva la perdió ante el imprevisible Ivanchuk y esto permitió que Carlsen se coronara y se convirtiese así en quien buscará quitarle el título mundial al de la India el próximo noviembre.
Anand, curiosamente, es lo contrario: viene de la inactividad y esto podría ser un argumento para su pobre desempeño. Hay quienes piensan que el Tigre de Madrás se está cuidando de mostrar sus variantes y aperturas a su futuro rival, el noruego prodigio Magnus Carlsen, que con sólo 22 años está ya casi en el pináculo del ajedrez. De hecho, es el jugador con más alto rating en la lista oficial de la FIDE.
Si comparamos estos lamentables desempeños podríamos decir algunas cosas interesantes: Por ejemplo, nadie se salva de una mala actuación, sin importar el nivel de los jugadores; o bien, la nómina de Memorial Tal demostró que la juventud está empujando muy fuerte. Quizás podríamos decir que en un caso, Krámnik, éste acusa de cansancio excesivo, pues no es fácil jugar en este nivel de élite. Para el caso de Anand, podríamos decir que está trabajando y experimentando en estos torneos para llegar a noviembre y jugar como un gran campeón mundial.
Sean ciertos o no estos argumentos, es claro que en el pasado no se veían estos “performances” tan malos para el nivel de los jugadores que hablamos. Pero quizá todo tiene una explicación. Por ejemplo, en los años de Capablanca y Alekhine había pocos jugadores profesionales y, por ende, los grandes maestros siempre tenían una considerable ventaja sobre jugadores que tenían una actividad extra (llamada “trabajo”).
Por otra parte, para ir de un torneo a otro, los jugadores tenían que hacer largos trayectos, muchas veces en barco, lo cual les daba tiempo a descansar. Por estos dos factores era inconcebible pensar que Capablanca, por decir una de estas leyendas del tablero, terminara en último lugar en algún evento. Tal vez he aquí una explicación razonable… ¿O usted qué piensa?