¿Nuevo método para encontrar la mejor jugada?

miércoles, 31 de julio de 2013 · 14:31
MÉXICO, D.F. (apro).- Esta es una revisión preliminar, por favor tome en cuenta esto. No es una revisión total del libro, por lo que las opiniones al respecto del mismo podrían cambiar. Tómenlo en cuenta, por favor. De tiempo en tiempo nos enteramos de gente que cree haber hallado el secreto del ajedrez (recuerdo el libro de Moskalenko Revolucione su ajedrez), por ejemplo. El nuevo libro del físico y entrenador ruso Alexander Shashin Best Play: a new method for discovering the strongest move (Mejor juego: un nuevo método para descubrir la jugada más fuerte) pareciera ser un nuevo enfoque al análisis de las posiciones de ajedrez. Él trabaja en tres modelos de jugadores: el de Tal, Capablanca y Petrosian, para tratar de hallar qué hacían estos jugadores para hallar las jugadas más fuertes. Shashin intenta convencernos de que hay tres algoritmos, que en realidad es uno universal, para hallar las jugadas más fuertes en el tablero. Por momentos el estilo de escribr de Shashin se parece a una plática con él. En ocasiones intenta convencer al lector de la bondad de analizar las posiciones de ajedrez usando los “principios” del algoritmo de Tal. El autor usa muchas hojas en sesudos análisis de partidas de Mijaíl Tal, en donde se muestran combinaciones maravillosas, dignas de un magnífico Tal, que sin duda era único en su clase. En mi opinión, tratar de diseccionar los elementos de cómo Tal analizaba las posiciones para hallar la mejor jugada es al menos incompleto, porque no solamente se trata de una serie de cuatro principios que define Shashin, sino que Tal calculaba con una profundidad que verdaderamente asombra. El método de Shashin no parece apoyarse jamás en este cálculo de variantes profundo. Por cierto, en tres de las partidas hay errores tipográficos en las partidas (por ejemplo, se pone el figurín de un caballo cuando es un movimiento de la dama, etcétera. Suena extraño esto pues con las herramientas para editar y escribir contenidos de ajedrez, estos errores están fuera de lugar). El autor hace lo mismo con Capablanca y Petrosian. Trata de disectar sus estilos y propone algoritmos para cada uno de los excampeones mencionados. En realidad, le agrega nada más —al algoritmo original— una serie de peculiaridades, como podría ser la simplificación tipo Capablanca de las posiciones o la profilaxis del gran Petrosian. Su gran método parece ser un algoritmo que cubre los tres estilos y da ideas para decidir qué tipo de jugada hacer: de ataque, de defensa, de precaución, de simplificación, etcétera. El autor usa los programas Rybka y Fritz como sus asistentes en el análisis y estos motores (engines) revelan muchos errores en análisis previos, incluso en el trabajo de Kasparov, el de los Grandes Predecesores. Nada de qué asustarse: los engines mejoran día con día desde el trabajo del ogro de Bakú. Shashin es físico y añade a su algoritmo, quizás por eso, cierta notación matemática. Esto resulta bueno si se intenta hacer un modelo de computadora para tratar de hallar la jugada más fuerte, pero dudo mucho que le sirva al jugador práctico, al que va a los torneos. De hecho, con algunos amigos (Maestros Fide y Maestros Internacionales), intentamos seguir la línea de razonamiento de Shashin y su algoritmo. Incluso con la mente abierta no hallamos una manera práctica de seguir sus ideas. La segunda parte del libro es la que corresponde a la práctica, en donde se empieza con posiciones simples donde se describe el uso del algoritmo universal de Shashin, y termina con posiciones complejas. Finalmente incluso hay un capítulo llamado “posiciones de autoestudio”, para practicar este algoritmo. Me gustaría darle a Shashin crédito por sus ideas, pero la realidad es que no parece ser un método práctico para los jugadores de torneo. Nadie puede analizar las posiciones como lo describe Shashin, pues en algún momento hay que valorar la cantidad de casillas atacadas, entre otras cosas. Vamos, que el enfoque de Shashin es inútil para los jugadores de torneo. Sin embargo, hay que trabajar un poco más en el libro para ver si encuentro alguna razón que me convenza de que el algoritmo propuesto es bueno. Por el momento, pienso que las ideas de Shashin podrían contrastarse programándolas en una computadora real y ver si con este algoritmo la máquina encuentra las jugadas más fuertes. Pero para los jugadores de torneo, este libro parece ser una pérdida de tiempo.

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