Ecos de 'La Negra' Graciana (1933-2013)

martes, 6 de agosto de 2013 · 18:48
MÉXICO, D.F., 6 de agosto (apro).- Invitado por la disquera Corasón (sic), en diciembre de 1997 el guitarrista californiano Ry Cooder tenía 50 años de edad cuando vino a la Ciudad de México para presentar su nuevo álbum Buena Vista Social Club, realizado con artistas cubanos de la vieja ola en el “bolero filin”, como Compay Segundo y Omara Portuondo, que sería todo un éxito mundial. Al término de la concurrida presentación a la prensa de aquel CD, en el Salón Los Ángeles, mi querido amigo y cronista sonero del diario unomásuno Ernesto Márquez, Mamboleto, me informó muy en corto que nos fuéramos juntos a casa de los directivos de Corasón. El matrimonio de la periodista inglesa Mary Farquarson y su esposo el ingeniero Llerenas le ofrecerían en su casa una taquiza a Cooder, un convivio al cual no se había invitado más que a pocos medios (Proceso excluido) y que estaría animado por el arpa jarocha de La Negra Graciana (Graciana Silva García) y su familia de bailadores de zapateos veracruzanos. Escribí la crónica de aquella tarde en la revista Proceso (número 1102) del 15 de diciembre de 1997. A raíz del fallecimiento de La Negra Graciana el pasado 29 de julio a la edad de 74 años (ver http://www.proceso.com.mx/?p=348815), reproduzco enseguida fragmentos de mi entrevista con ella ese día, tomada del reportaje intitulado “Aplaudida en Londres y Chicago, La Negra Graciana prepara una gira a París”.   Virtuosa del son jarocho El rocanrolero californiano Ry Cooder no entiende, pero escucha embelesado. Nada sabe de música jarocha, pero observa atento la forma en que la robusta mujer morena pasea sus manos por el arpa ejecutando arpegios y “trineos”, mientras grita décimas con voz en cuello:
Ay, qué bonito es bailar el son del tilingolingo, que lo sabe zapatear tanto el chino como el gringo...
Es La Negra Graciana, quien sonriente canta para Cooder El jarabe loco (“que a los muertos resucita”), secundándola con versos y jarana su hermano Pino (Pinacate, para ella) y en el zapateo su hija menor, Lupita, de 20 años de edad. (…) La Negra Graciana debe sentarse a cada momento debido a una aflicción en la rodilla, mostrando su alegre dentadura marfil y oro. Incluso improvisa una copla para el guitarrista de tonos abiertos:
Trabajo en radioprogramas, también en televisión; la gente a mí me reclama porque tiene admiración. Por ser alguien tan especial, Rey, a ti te dedico este son...
Son las seis de la tarde. Cuando la fiesta apenas va agarrando color con décimas y "topeteadas", Cooder alega fatiga y se va a dormir. La Negra Graciana y su séquito permanecen hasta casi medianoche, hora en que tomarán el autobús, de vuelta a su Veracruz.   Cambio de piel Desde que Discos Corasón le grabó en 1994 un disco que se distribuye en Europa, la vida de La Negra Graciana cambió. Ha realizado dos giras por Inglaterra y otra por Chicago, preparando una visita en enero al parisino Théâtre de Ville. Dolida, comenta para Proceso: “Nadie me había tomado en cuenta. Todos los músicos van tocando en grupo por Los Portales y al verme a mí solita con mi arpa, siempre como que me han señalado, unos hablando bien y otros mal. Pero después que han visto que ya he salido en televisión y periódicos y de gira, ya no me hablan casi. Me han agarrado como coraje, mohína, envidia, no sé qué será. Antes era: 'Quióbole, Graciana, ¿qué pasó, cómo está La Negrita?'. Ahora ya me cortan la vuelta y se van por allá. “Yo no he cambiado, sinceramente soy la misma mujer de siempre y a todo mundo le hablo y a nadie critico. Los envidiosos son ellos: “No, que ahora se pone fachosa, porque ha andado por Europa’ y quién sabe qué dicen, y yo no digo nada, ni me pongo fachosa, fíjese usté. Pero al que no me habla, tampoco le voy a dirigir la palabra.” –¿Fachosa? –Fachosa es pretensiosa, darme un paquetillo ahí o no quererles hablar. Pero no, no gana uno nada con eso. Tampoco me buscan y saben dónde vivo, en la colonia Campestre, a un ladito del aeropuerto. “Hubo una persona que se fijó en mí, por eso yo quiero mucho Los Portales de Veracruz: ahí tuve la suerte que casualmente me oyó don Eduardo Llerenas y su esposa Mary. Me llamaron, les estuve tocando toda una tarde, al otro día también otro poco, y les gusté. Me preguntaron por qué el Instituto Veracruzano de Cultura (IVEC) nunca me ha invitado a los festivales caribeños y contesté que a lo mejor no les caigo bien. “Por eso también don Eduardo se fijó en mí y me dijo: ‘Graciana, vamos a ver qué podemos hacer por ti, porque aquí en Veracruz nadie te reconoce’, siendo la única mujer que tengo años de salir a la calle a trabajar. Muchas saben tocar, pero la única callejera he sido yo." –¿Qué le gusta más, Londres o Veracruz? –Europa es bonito; pero como no sé el idioma se me hace muy difícil. La gente también es muy bonita, son muy atentos. Acabo de ir a Chicago, fuimos para el Día de Muertos y nos convidaron de las ofrendas. Donde quiera que he tocado –y estoy incluyendo Guanajuato que acabamos de recorrer en el Cervantino–, oiga, mire, pura gente amable, nos recibieron con los brazos abiertos y nunca nos dejaron sin comer.   El arpa, su virtud Graciana Silva García nació en el rancho Puente de Ixcoalco, municipio de Medellín de Bravo, rumbo a Jalapa, Veracruz, “a media hora del puerto”. Comenzó a tocar a los 10 años de edad, pues su padre (el jaranero Doroteo Silva Pérez, ya fallecido) gustaba de los sones jarochos más viejos en arpa, como El siquisirí y El balajú. “Mi hermano Pino fue de muy buen sentido musical, aprendió el violín y la jarana rápido, y mi papá le propuso aprender arpa. El Pinacate dijo que sí, que la comprara. Su profesor era el invidente don Rodrigo Rodríguez y yo saqué provecho, agarraba el arpa a escondidas y un día me oyó el maestro y dijo: 'La que va a aprender no es Pino, sino esta chamaca'. Me dio la suerte. El arpa es mi virtud.” Su padre la animó entonces a cantar con la conseja: “Aprende a ir cantando y tocando, porque si no aprendes a cantar no vas a servir pa'nada, la gracia es tocar y cantar. Te voy a enseñar”, refiere: "Mi mamá (Primitiva García Aldazaba) buscó algún nombre en los calendarios cuando nací, porque decían las señoras antiguas que si no ponían el nombre, cuando morimos Nuestro Señor no nos recibiría, pues nos iba a hablar por nuestro nombre y uno no iba a entender. Como soy del 18 de diciembre, en el almanaque dice: Ausencia Graciana, y mi mamá me dejó Graciana; pero todos me dicen Negrita o La Negra, de cariño. "Iba en tercero de primaria y luego hasta la escuela abandoné por aprender el arpa, el instrumento que más me gusta. Ya van varios músicos que quieren enseñarme otras técnicas de tocar, pero les digo que no puedo cambiar porque así aprendí. Feo o bonito, es mi modo. Mi ilusión y gusto mío siempre ha sido el arpa. Me nace del corazón", afirma con una carcajada. Primero tocó nota tras nota, arpegiando; pero pronto movió los dedos para hacer los "trineos" y terminó combinando ambas maneras en el pulcro estilo que la caracteriza. Llegó al puerto de Veracruz “muy chamaquilla, de a tiro”, a los 12 años, con su madre, su padre y su hermanito Carlos. “Nuestra primera presentación fue en Boca del Río. En Veracruz tocábamos en Los Portales sones y a las personas mayores que tocábamos en sus mesas decían: ‘A la Negrita le vamos a invitar un Cinzano’, y acuérdate que el Cinzano es dulce; pero de una copita no pasaba.”   Recuerdos del son jarocho “Yo no he compuesto, porque creo que el son jarocho no tiene ninguna clase de composiciones más. Han compuesto porque el difunto Andrés Huesca dejó unos sones, el tal Canto a Veracruz y otras. El son jarocho es único, lo que está escrito y yo toco: El siquisirí, El balajú, El pájaro cú, La guacamaya, El cascabel, La morena, La bruja, La iguana, El zapateado, La décima de la tienda, El jarabe loco... Son sones que ya nadie los puede superar ni modernizar: ése es el estilo original. Mis padres siempre me apoyaron gustosos porque yo siguiera adelante. Entonces no había bailes de música tropical como hay ahora, eran de danzoneras y cuerdas, hasta las cinco de la mañana.” –¿El éxito le llegó tarde? –Me hubiera gustado triunfar de más joven pero si no se pudo, cuando menos, ahora de viejita, ando contenta. Tengo muchas melodías más, muchas y diferentes, mi repertorio es como de 50 canciones. –¿Qué espera de la vida? –Tengo lo que me hace falta, estoy tranquila, contenta, a gusto. Yo no espero nada más que vida y salud que Dios me dé y la Virgen Santísima de Guadalupe: vida y salud, porque ya tengo todo gracias a Nuestro Señor. Se siente bonito el reconocimiento, porque me tenían acá olvidada y solita en Veracruz. Siempre de buen humor, La Negra Graciana se despide: “La vida del músico es bella cuando uno está bueno y sano; pero orita que ando malita de mi rodilla he sentido horrible, porque he andado con esa dolencia. Tengo un mes sin ir a Los Portales. Estoy cansada y enferma."  

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