Ejercicio de recuerdos

jueves, 2 de enero de 2014 · 13:31
MÉXICO, D.F. (apro).- En estos días de tantas celebraciones, estimados lectores, me voy a tomar la libertad de traer a su memoria la importancia de servidor en la ida de ustedes, los humanos. En un principio… pues sucedió que por milenios les tenía sin cuidado la existencia de servidor… bueno, tal vez exagero, puede que me tomaron en cuenta cuando les iluminaba el sol, pues por la noche dormían… o la pasaban aterrorizados por verdaderos o supuestos peligros. ¡Ah!, pero esas parciales y mínimas diferencias, fueron haciéndome cada vez más y más importante en su existir. En la medida en que fue evolucionando su especie, con eso de la invención de la agricultura y el pastoreo, más y más le fue necesario y le urgió al hombre el saber y precisar mi paso para obtener buenas cosechas o bien saber cuando había que trasladar a los rebaños de unos pastos a otros, por ejemplo, por lo que comenzaron a dividir a servidor en días, los días a convertirlos en semanas, las semanas en meses, los meses en años y los años los dividieron en estaciones: primavera, verano, otoño e invierno, divisiones todas de servidor a las que fueron acomodando, y a veces sujetando férreamente, las actividades de sus vidas. Igualmente, sus deseos y necesidad de recordar hechos, supuestas divinidades, personas, que les fueron benéficos, para celebrarlos y nefastos por perjudiciales, para conjurarlos con sacrificios purificaciones, se les hizo imprescindible y, por lo tanto más y más importante en y para sus vidas. En los inicios de ese proceso civilizatorio, los más viejos, los brujos, los sacerdotes de las primitivas religiones de las primeras sociedades humanas se encargaron de transmitir esos saberes y hechos a las generaciones siguientes, saberes y hechos que al convertirse en usos y costumbres, fueron dándoles a los humanos el sentido de pertenecer a una comunidad, de una identidad tanto en lo personal como en lo social. La relación entre ustedes, los humanos y servidor no estuvo libre de dificultades, debido a errores de cálculo en los días, semanas, meses y años concebidos por los hombres, errores que hicieron que no coincidiesen con el giro, con la vuelta completa de la Tierra alrededor del Sol. En los trabajos de ajuste para reparar esos errores de cálculo, fueron notables los llevados a cabo en la denominada Civilización Occidental y Cristiana, y el resultado de los mismos se ha impuesto en la globalidad en la que respiran, al punto de que países que poco o nada tienen que ver con el cristianismo o tiene en poco a servidor, como la India, se mueven y se rigen y hasta celebran fechas consagradas por el Occidente cristiano, como las de principio y final de año y Santa Claus, por ejemplo. Por lo expuesto hasta aquí, servidor se limitará a traer a su memoria, estimados lectores, el por que de mis nombres en la actualidad. Provienen del latín. Calendario, calendarización, por ejemplo, derivan del latín calenda, que designaba el primer día de cada mes; enero, que actualmente es el primero del año, viene de Janus, que era el dios que abría las puertas y tenia el don de ver el pasado y el futuro y cuyo festival se celebraba en esa época; hay que recordar que es el primero del año por las reformas llevadas a cabo en el año 451 antes de Cristo por un grupo de magistrados, que reacomodaron a enero como el primero del año, en vez de marzo que hasta ese año se iniciaban en marzo, con lo que quedaron los meses y el año casi como los conocemos en la actualidad. En inglés, enero es January, que se parece mucho más al original. Febrero proviene de februa un festival de purificaciones religiosas que tenían lugar en días de dicho mes. Marzo tiene su origen en Marte, el dios de la guerra. Abril procede de la palabra latina aprire, que significa abrir, ya que en esa pepota, en la primavera, se abren los retoños y los botones de las flores. Mayo tiene su origen en Maia o Maya, diosa de la fertilidad, pues en esa temporada se recogían las cosechas. Junio proviene de Juno, hermana y esposa de Jupite, el dios supremo de los romanos. Los nombres de julio y agosto se derivan de Julio César y César Augusto, que pusieron sus nombres a los meses quintilis y sextilis, al llevar a cabo dichos personajes reajustes al calendario. Septiembre, octubre, noviembre y diciembre se deben a los números de septem, siete; octo, ocho; novel, nueve y decem, diez, pues ese era el lugar que ocupaban esos meses en el calendario de la antigua Roma, que comenzaba en el mes de marzo. Para cerrar estos recuerdos, dos datos curiosos más: alrededor del 900 después de Cristo, todos los pueblos cristianos de ese tiempo adoptaron el concepto de Era Cristiana, creado en el 525 por el monje Dionisio el Exiguo y a contar los años hacia atrás y hacia delante partiendo del nacimiento de Cristo. Hay que recordar que los mayas tenían un calendario mucho más exacto que el de los europeos al tropezar Colón con el continente Americano en sus proyectados de viaje a la India y China. Sin más, deseándoles un feliz y prospero año de 2014. EL TIEMPO

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