Cuarteto

martes, 21 de enero de 2014 · 19:26
MÉXICO, D.F. (apro).- El 2 de mayo de 1996, en el Foro Teatro Contemporáneo, se estrenó por primera vez en México Cuarteto, obra escrita en 1981 por el dramaturgo alemán Heiner Müller, en lo que se convirtió en una de las puestas en escena memorables del maestro Ludwik Margules, con las actuaciones de Laura Almela y Álvaro Guerrero, la escenografía, iluminación y vestuario de Mónica Raya, y una primera traducción de Juan Villoro. Casi 20 años después, Alejandro Velis asume el reto de llevar a la escena este extraordinario texto de Müller, basado en la novela Las amistades peligrosas (Les liaisons dangereuses), de Pierre Cholderos de Laclos, con un nueva traducción de Villoro, y en esta ocasión con las actuaciones de David Hevia e Itatí Cantoral.

Mónica Raya & Ludwik Margules from Monica Raya Estudio on Vimeo.

Heiner Müller retoma la explosiva relación entre la marquesa de Merteuil y el vizconde de Valmont para trasladarla a un búnker donde los protagonistas se guarecen de la guerra. Como escribió Juan Villoro en la bitácora de la ya legendaria puesta de Margules, publicada por la Coordinación Nacional de Teatro del INBA en 1997, desde el título la obra alude a la simulación; sólo dos actores intervienen en ella, pero asumen otras personalidades. “En Cuarteto, el límite del deseo es el propio cuerpo, el rostro que mira, inalcanzable, al otro lado del espejo. En la vana tentativa de llegar a sí mismo, el hombre se busca en los demás, trata de ser ellos: no hay posesión mayor que encarnar al sexo opuesto. El erotismo conduce a la suplantación, al teatro. “El extremo más perverso de este juego es el asesinato: si la carne es una cárcel condenada a obedecer sus instintos, la muerte puede ser vista como una forma de liberación. De esta lógica enferma se desprende el  ‘teatro de las bestias’ escenificado en Cuarteto. Sólo el veneno o el cáncer pueden frenar al organismo, desaforada máquina de la insatisfacción”, considera Villoro. Como también señala el traductor, Müller rara vez ofrece acotaciones para los directores y su prosa evita puntuación  e incluso la gramática. En este sentido, tanto el idioma como la interpretación disponen de una enorme flexibilidad. “Pasa de la escatología prostibularia a disquisiciones con ecos de Nietzsche y Schopenhauer. La estética de Müller sólo puede describirse de modo contradictorio; estamos ante un caso de belleza por error, lograda con ingredientes que deberían rechazarla. De ahí el poderío de su invención y el temple moral de sus visiones”, agrega Juan Villoro. Esta palabras del escritor resumen la esencia de aquella puesta de Margules en la que Laura Almela y Álvaro Guerreo, arropados por la asepsia escenográfica de Mónica Raya, ofrecieron una cátedra de actuación que seguramente dejaría extasiado al propio Müller, defensor del teatro verbal: “Me gustaría que una obra tuviera tantas palabras como el directorio telefónico”, escribió en alguna ocasión. Grande es el reto que enfrenta Alejandro Velis (que con este montaje celebra 30 años como director de escena) y su equipo, en el que también participan Tolita y María Figueroa en la escenografía y el vestuario, y Víctor Zapatero en la iluminación. Inevitable será la comparación de quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar de la puesta de Margules con esta nueva versión, de la que daremos cuenta en una entrega próxima y que se estrenará el próximo sábado 25 en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes, y posteriormente se presentará en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. Las funciones se realizarán los viernes a las 20:00 horas, sábados a las 18:00 y 20:00,  y domingos a las 18:00 horas, hasta el 23 de febrero.

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