Recuperan la mirada de Shakespeare en el Cervantino

viernes, 17 de octubre de 2014 · 15:08
GUANAJUATO, Gto., (apro).- Nada es lo que parece en la comedia de Shakespeare “Mucho ruido y pocas nueces”. La cruda manipulación del amor y del mito virginal abordada por el bardo inglés es revestida de humor por el director francés Clément Poirée en la puesta en escena presentada en el Festival Internacional Cervantino, y busca, en sus propias palabras, llevarla a un jovial reencuentro con el público. “Una comunión que necesariamente tiene que ser un momento de felicidad”, dice. El eje temático del FIC “Shakespeare 450”, en ocasión del aniversario 450 de su natalicio, llevó al Teatro Juárez dos funciones de la Compagnie Hypermobile (Francia) para la escenificación de esa comedia con visos del absurdo, personajes cercanos a la bufonería –con una notable calidad de la mayoría de las actrices y actores– y el consabido argumento de los enredos del amor y de la mujer sobajada a objeto, que puede honrar o deshonrar al hombre, tan vigente como el propio Shakespeare. Poirée cree que esta obra tiene “muy mala reputación” y no ha sido bien apreciada en su verdadero sentido, en la cruda ironía y el humor que contiene. El director utiliza varios recursos teatrales para manejar los distintos momentos de la obra mediante intermitentes cierres del telón, mientras alguna de las actrices o actores actúa o interactúa con el público, incluso desde los pasillos o entre los asientos, sin romper el ritmo de la comedia. Hero y Claudio se conocen, supuestamente se enamoran de inmediato y luego se comprometen en matrimonio, pero una conspiración pone la reputación de ella en entredicho y es despreciada en el altar. Béatrice y Benedict, amigos de ambos, desdeñosos de las relaciones amorosas y del matrimonio, son víctimas a su vez de otra conspiración, ésta para unirlos mediante una serie de mentiras que desarman su resistencia y sarcasmo mutuo. El actor Bruno Blairet, en el papel de Benedict, es el auténtico comediante que imprime a toda la obra la suficiente gracia como para tener al público sometido a una risa incesante. Esta es la primera obra de Shakespeare que monta Poirée, aunque en su debut en teatro participó en “El Rey Lear”. En una breve charla con Apro previa a las presentaciones, anunciaba su propósito de recuperar la mirada del autor al crear esta pieza, que en su opinión ha sido subestimada o tratada con desdén porque se le ve como una comedia romántica típica. “Esta pieza no es realmente lo que nosotros pensamos, no es realmente una comedia romántica. Hay dos parejas de enamorados, una que es Claudio, que regresa de la guerra y se encuentra con Hero. Pero lo primero que se dice de Hero es que se trata de la única heredera de la fortuna de su padre. Solamente después de esto es que entonces sale realmente a flor su discurso amoroso. Es decir que estamos muy, muy lejos de Romeo y Julieta. En realidad esta pieza nos narra que el amor no es nada, no somos nada. No todo es lo que aparenta, no hay una verdad, podemos manipular esas imágenes y al mismo tiempo manipular a las personas”, comenta el director. En “Mucho ruido y pocas nueces” (Mucho ado about Nothing, traducida al francés por Jude Lucas), Shakespeare “nos cuenta una constatación del mundo algo dura, aunque al final logra hacer de esto una comedia, medio loca, iniciática. Dentro del mundo de Shakespeare el ideal siempre es un error, una mentira. Sin embargo, queda el momento de la felicidad y el deseo, que al final es muy liberador y muy importante para nosotros hoy en día”, añade. Las intenciones del director van más allá, puesto que eligió precisamente esta ceración, catalogada como “ligera” para su participación dentro del proyecto “Shakespeare 450”, frente a reinterpretaciones de la obra del dramaturgo por todo tipo de compañías, grupos musicales, coreografías dancísticas. “En realidad desde ya es un privilegio. Es un poco intimidante, te podría decir, pero me encanta. Ya habíamos tenido la oportunidad de presentarnos en Londres, en el Globe to Globe. En realidad te puedo decir que la obra lo amerita, lo vale; está un poquito como subvalorada, pero no por nosotros. Yo estoy muy contento de que las personas tengan ganas de entender, de ver esta obra, y que seamos nosotros quienes tengamos el honor de traerla”, apunta Clément Poirée. Y señala que de la primera impresión que se tiene sobre la obra –una elegante farsa– se da un giro de 180 grados para presenciar una crudeza terrible, sobre todo en el trato hacia las mujeres, de las que se hace escarnio, humillación y burla a lo largo de toda la obra. “En realidad el objetivo (de Shakespeare) es quitar máscaras. Detrás de esas máscaras hay gente en una búsqueda desesperada por la verdad. Y nos vuelve a mostrar ese camino, que es el de la felicidad, aun con desilusión; es decir, es necesaria esta desilusión para poder vivir plenamente. Finalmente, es una obra muy jovial, para saber que podemos sobrevivir a este tipo de desilusiones y que esto es algo que siempre es necesario vivirlo”. --¿Cuáles son las características de tu trabajo escénico, con los actores? –se le pregunta. --Trato de ser un poquito como Shakespeare, no me quiero realmente encasillar en una sola forma o estilo. Es muy importante para Shakespeare, porque él aun dentro de cada pieza cambia todo. Intentamos captar este tono de interpretar cada pieza, momento por momento, instante por instante. Esto es lo que realmente nos permite el interpretar aun las cosas más graves con una ligereza y una jovialidad. Porque hay algo para mí que es fundamental, este reencuentro con el público, esta comunión con ellos, que necesariamente tiene que ser un momento de felicidad. Por eso yo necesito comediantes que realmente tengan un gran apetito –responde el director. --¿Sería esa la mirada de Shakespeare? --Sí, la visión de Shakespeare absolutamente es mi objetivo, es lo que yo he querido hacer. Ahora por razones ajenas, sobre todo por percepciones intelectuales de nuestro tiempo, la obra ha sido menospreciada. Aun así, se parece muchísimo a lo que estamos viviendo hoy en día.

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