"Candil de la calle y oscuridad de su casa"

jueves, 23 de octubre de 2014 · 18:48
MÉXICO, D.F. (apro).- En un principio fue cuestión de la simple fuerza; por un largo tiempo se le atribuyó un origen divino; más tarde se dijo que era propia del pueblo; luego se la convirtió en una abstracción. Sí, estimados lectores de la presente, me refiero a la soberanía, a eso que es fundamento del poder político de un apersona o grupo en la se halla la máxima autoridad de un Estado. Si bien recuerdan, vendrá a sus mentes que la soberanía, el poder del Estado en la Grecia clásica, fue el de los hombres libres, estructura que afectó incluso a la, por un tiempo, democrática Atenas, ya que la democracia de dicha ciudad fue ejercida sin tener en cuenta para nada a las mujeres y menos a los esclavos, quienes ni siquiera eran considerados como humanos, por lo que se puede decir que en Atenas todo lo más que hubo fue una limitada y discutible democracia, pues los hombres libres eran los que únicamente tenían derecho al voto. Más tarde, en la Edad Media, se afirmó el pensar de que, como todo venía de Dios, según enseñaba la iglesia, preponderantemente en ese tiempo, se dio en la idea de que la soberanía, el poder para gobernar, era un don o una gracia que Dios concedía gratuitamente a ciertos individuos. Esta creencia de que el poder venía del cielo, de que era de origen divino, fue admitida con respeto y sumisión por los de arriba, por los menos… ya que así convenía a sus intereses y privilegios… y también por los de abajo, por los más… así se lo enseñaron, con la iglesia a la cabeza… y por la fuerza de las costumbres y usos del Medievo… y si había alguna rebeldía, ahí estaba el derecho divino para reprimirlos y meterlos al redil de la obediencia. La teoría de que el poder venía de Dios, prevaleció mayormente hasta los tiempos de la Revolución de independencia de los estadounidenses y la Revolución Francesa, que se hicieron en nombre de la libertad y de la igualdad de todos los hombres. Estas ideas tomaron desde sus inicios vertientes distintas, pues pensadores hubo, como J.J. Rousseau a la cabeza, que afirmaron que la soberanía residía en el pueblo lo que llevó a la consideración del sufragio universal. Otros, por el contrario, sostuvieron que la soberanía radicaba en la Nación; considerando a la Nación distinta de los miembros de las diferentes clases que la integraban, por lo que puede decirse que fue una abstracción que, como todas las abstracciones, era una puerta de la generalización que a su vez, filosóficamente hablando, puede llevar a muchos sitios… la Soberanía Nacional pronto demostró que podía tener características diferentes… que correspondían a la clase en el poder… prontamente mostró que era la burguesía la que heredaba el poder divino de los reyes al defender la propiedad privada y sujetar el derecho al voto a la misma, con lo que negó jurídicamente y en la práctica que la soberanía residiese en el pueblo y al mismo tiempo igualmente rechazó la igualdad de todos los hombres… las mujeres ni en cuenta fueron tomadas en eso de votar. Verdad es que con el correr del tiempo y obligada la burguesía por las luchas de los grupos interesados y decididos a reclamar sus derechos ciudadanos, se fueron subsanando esas injusticias, imponiéndose poco a poco el sufragio universal… pero no es menos verdad que en esas rectificaciones persistieron y persisten sobre todo los derechos de los que más tienen, los dueños a lo bestia de tierras, talleres, fábricas, medios de manipulación, finanzas, etcétera… pues los que más tienen supieron… y saben… como aceitar la máquina del Estado para que todo cambie y todo siga igual, para practicar la política gatopardesca… y así llegó la globalidad, donde ni Dios puede negar… pues para eso tienen sus lobbys y cabilderos.. el predominio de la economía (capitalista por supuesto) y las finanzas sobre la política… globalidad en la que, con eso del adelgazamiento del Estado, cada vez más persistentemente demandada por la economía capitalista de mercado y de las finanzas… con lo que cada vez la soberanía de la naciones va siendo más débil, más disminuida, menos operante… y cada vez más sometida a los imperativos del comercio y de las finanzas… imperativos que por perseguir las ganancias económicas, agudizan las diferencias entre ricos y pobres, impidiendo con ello el logro de los objetivos primordiales de la democracia… ¿Qué pensar, qué decir de los políticos que permiten ese estado de cosas; los que admiten respetuosa y sumisamente e imponen con dureza a sus conciudadanos los ajustes económicos, las reformas laborales que van contra los derechos adquiridos de los trabajadores, los recortes en el gasto público y otras medidas de austeridad exigidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional?... pues servidor los ve como dice el dicho popular: “como candiles de la calle y obscuridad de sus casas”… y ustedes, estimados lectores de la presente, ¿Cómo los sienten y los ven? Con los mejores deseos y siempre a sus órdenes para lo que gusten y manden. EL GATO PARDO

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