El surrealismo de Mujeres sin cuello

jueves, 9 de octubre de 2014 · 14:07
MÉXICO, D.F. (apro).- La obra de teatro Mujeres sin cuello logra materializar un sueño y una pesadilla. De sensibilidad surrealista, su autor Carlos Iván Córdoba --quien por este texto ganó el Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2013--, inspiró a Ginés Cruz para realizar la dirección escénica y a un grupo multidisciplinario de creativos. Para los espectadores asiduos al Foro La Gruta, fue un agradable cambio el hecho de no encontrar de frente, como lo habitual, el espacio escénico. Tuvieron que girar hacia la izquierda para reconocer la escenografía, que más bien funcionaba como un cuadro plástico surrealista y sórdido.

PROMO - Mujeres sin cuello (2) from Los Clementes on Vimeo.

Los elementos agrupados dentro de esa composición visual eran una reliquia de estufa, una silla de ruedas, una camilla y un par de piernas --de las rodillas a los pies--, que colgadas en el vacío y con zapatitos puestos parecía que darían pasos sin contar con ningún apoyo físico; no había suelo, mesa, manos, nada. Sin límites. La increíble recreación de ese submundo es del diseño escenográfico de Carolina Jiménez y de la selección culinaria de utilería de Mauricio Ascencio. Patricia Yáñez da cuerpo a la “niña tronco”, personaje sin manos ni piernas completas pero muy hábil mentalmente. La actriz muestra cómo la limitada capacidad para manipular objetos y desplazarse es compensada por una amplia habilidad para ir a zonas profundas. Mira más allá de la piel del otro. Tiene una astucia psíquica a cambio de la impotencia para ser autónoma físicamente. Ella recibió el asesoramiento corporal de la bailarina y coreógrafa Erika Méndez, quien la hizo más dueña del uso de la cadera y la espalda en la investigación física de cómo vivir en una “niña tronco”. Esa niña tiene una enfermera, encarnada por Mahalat Sánchez --actriz activa en los escenarios y de mucho talento histriónico--, quien asume a una débil mujer en lo interior, carente de voluntad y autodeterminación, a quien la inercia la mueve de posición. En la obligada relación entre ambas como contexto, el argumento dramatúrgico del joven escritor sonorense desarrolla cómo se acorta la distancia humana entre dos personas, hasta llegar a una sola línea en común: Estar en el mismo sueño. Carlos Iván Córdoba lo expresó así para el portal Tierra Adentro, de Conaculta: “Mahalat Sánchez y Patricia Yáñez han hecho una labor generosa y temeraria en la manera de encarnar registros tan pedestres y oscuros como los propone el texto”. Mujeres sin cuello es la primera obra que el Centro Cultural Helénico produce en su totalidad como parte del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo.  

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