Tras y alrededor de la globalidad

miércoles, 31 de diciembre de 2014 · 14:51
MÉXICO, D.F. (apro).- Todos hablamos de ella y casi todos estamos de acuerdo que llegó para quedarse; muchos aseguran que es lo mejor, pues responde en todo a la naturaleza de la humana criatura y al desarrollo lógico de la historia de la misma. Puede que así sea, pero no faltan y más bien sobran los que afirman que tiene sus asegunes, que en su realidad actual es más bien discutible. Hablo de la globalidad en la que nos movemos y nos mueven, respetables lectores de la presente. Servidor confiesa que eso sí pero no, le llevaron a preguntar que es sí, de donde viene y que resultados está dando la globalidad. Producto de mi búsqueda es lo que escribo a continuación con el deseo y la esperanza de que les sirva para aclarar las dudas, si las tienen, algunos de los posibles lectores de ésta. Todos los estudios del hecho de la globalidad son de la opinión de que la misma viene de muy antiguo, pues siempre ha habido contactos, interacción, mutuas influencias y hasta integraciones entre civilizaciones del pasado, pero la forma que priva en la actualidad de esa interacción, tuvo su nacimiento con el inicio del espíritu capitalista, con la aparición del comercio intercontinental que comenzó a animarse en la Europa del siglo XIII y se aceleró desde el siglo XVI, así que se trata de un proceso cuya cuna es la vida y los códigos culturales occidentales, por lo que para no pocos de los estudiosos del tema de la globalidad… al menos es su forma actual… no es más que un sinónimo, una máscara que disfraza y trata de ocultar un deseo de dominio de una modernización eminentemente occidental, y no una cualquiera, sino de una variedad de la misma regida y estructurada básicamente sobre la producción y el consumo de bienes y servicios y cuyo motor es la maximización de la ganancia, de la rentabilidad a cualquier precio, con lo que la globalidad en la que respiramos no es más que una faceta, un subproducto limitado de la variada y compleja cultura occidental. Por otra parte, esta globalidad en la que vivimos, al “recomendar”, exigir… y terminando por imponer… el lema y la práctica de menos gobierno” y al mismo tiempo proponer, reclamar y estimular… y terminando igualmente por imponer… la libertad de movimiento del capital, de la libre empresa y mercado y de la competencia, hay estudiosos del tema que juzgan que con ello se ha abierto la puerta para la instalación en la sociedad de la ley del más fuerte, al darwinismo social, a la ley de la selva donde el más débil o menos apto siempre será comido, eliminado sin piedad por el más poderoso o más hábil o capaz, con lo que se está dando el caso de que la globalización de la economía está terminando con el concepto de soberanía nacional, sustituyendo así a los poderes políticos elegidos democráticamente, o convirtiéndoles es sus servidores. Eso es lo que opinan los enemigos de la globalidad, pero veamos ahora lo que uno de los más fogosos partidarios del capitalismo neoliberal y globalizador a dicho del mismo, el escritor Mario Vargas Llosa: “Ese sistema, está basado en la libre empresa y el libre mercado, es decir, en la competencia, un rivalizar constante de los individuos y las empresas entre sí para conquistar mercados y relegar o desaparecer a los competidores. Este es un sistema frío, amoral, que premia la eficacia y castiga la ineficacia sin contemplaciones. No es una ideología, no es una religión, no engaña a nadie prometiendo la felicidad o el paraíso en este mundo ni en el otro. Es una práctica, una manera de organizar la sociedad para crear riqueza. Pero si solo deshumanizaría a la sociedad y la convertiría en una jungla despiadadamente darwiniana, donde sólo sobrevivirían los más fuertes…” y termina con unas frases que son todo un poema a la buena voluntad ¿o a no saber ver la realidad en que estamos viviendo?... ¿o qué?... juzguen ustedes estimados lectores: … “(ese sistema) se humaniza gracias a la democracia, con Estado de Derecho, donde haya jueces independientes, ante los que pueden acudir los ciudadanos cuando son atropellados, leyes que garanticen el respeto de los contratos, la igualdad de oportunidades para todos e impidan los monopolios y los privilegios, y unos gobiernos representativos a los que fiscalice la soberanía a través de los partidos de oposición y la prensa libre (los subrayados son de servidor)”. Servidor dice: ¿En dónde, en qué país se encuentran esas premisas tan necesarias y esenciales para la vida y la sociedad? Nuestra realidad es la de un mundo de clases, desigual, donde cada vez más la riqueza se está concentrando en menos manos y, por lo tanto, no existe la igualdad de oportunidades; mundo en el que la cohabitación ilícita, la alianza vituperable en negocios turbios se da entre políticos, entre funcionarios del gobierno y los empresarios es cosa de todos los días en todos los países, según noticias; mundo en que los intereses de la grandes potencias suscitan guerras regionales en diversas partes del planeta, etcétera, etcétera. No sé si a ustedes, para a servidor, estimados lectores, ante esas realidades, le dan ganas de responder a la buena voluntad… o lo que sea… de Vargas Llosa con el dicho popular de: “si mi tía tuviera ruedas, sería bicicleta”. Sin más por el momento, de ustedes su seguro servidor.   LIGORIO D’REVUELTAS

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