100 años del personaje "Charlot"

miércoles, 19 de marzo de 2014 · 14:10
MÉXICO, D.F. (apro).- Fue hace una centuria cuando surgió el sensacional personaje de vagabundo bautizado como Charlot, creado en 1914 por el célebre cómico judeo-inglés Charles Spencer Chaplin (Londres, 16 de abril de 1889-Vevey, 25 de diciembre de 1977) para la película Ganándose el pan. Charlot fue presentado durante esa época del cine mudo en una comedia de la productora Keystone intitulada Carreras sofocantes, el 7 de febrero de 1914. Sin embargo, Chaplin había diseñado el atuendo del personaje para otra película producida días antes, aunque estrenada poco después de la ya citada Ganándose el pan, el 9 de febrero de 1914: Extraños dilemas de Mabel. Chaplin recordó en My Autobiography, escrita en 1967 (Historia de mi vida, dos tomos. Instituto Cubano de Artes y Ciencias Cinematográficas, La Habana, 1974):
“No tenía idea qué maquillaje ponerme. Me disgustaba mi personaje como reportero (en Charlot periodista). Sin embargo en el camino al guardarropa pensé en usar pantalones bombachos, zapatotes, bastón y un sombrero de hongo. Quería que todo fuera contradictorio: los pantalones holgados, el saco estrecho, el sombrero pequeño y los zapatos anchos. Estaba indeciso entre parecer joven o mayor, pero recordando que (el productor Mark) Sennett quería que pareciera una persona de mucha más edad, agregué un pequeño bigote que, pensé, aumentaría más edad sin ocultar mi expresión. No tenía ninguna idea del personaje, pero tan pronto estuve preparado, el maquillaje y las ropas me hicieron sentir el personaje, comencé a conocerlo y cuando subí al escenario Charlot ya había nacido por completo.”
En su autobiografía, Chaplin (quien solía escribir sus propias tonadas para sus cintas, como la famosa Candilejas) recordaría muchos encuentros con notables artistas, acuñando pensamientos peculiares como: “Me gustan los amigos como me gusta la música, cuando estoy de humor para ello.” La pasión de Chaplin y Stravinski En el capítulo XXV del segundo tomo, Chaplin relata una experiencia particular durante los años de la filmación de El gran dictador (1940), de donde hemos extraído algunos fragmentos recordando el lado humano del inolvidable Charlot:
“Los escritores son personas gratas, pero no muy generosas. Rara vez comparten con los demás lo que saben; la mayoría de ellos guardan su sabiduría entre las tapas de sus libros. Los sabios pueden ser una compañía excelente, pero su simple presencia en un convivio nos paraliza mentalmente a los demás. Los pintores son molestos, porque la mayoría de ellos pretenden hacernos creer que somos filósofos, más que pintores. “Los poetas pertenecen indudablemente a una clase superior e incidentalmente son agradables, tolerantes y excelentes compañeros. Pero creo que en su conjunto los músicos son más gratos de tratar. No hay nada tan cálido y conmovedor como la contemplación de una orquesta sinfónica. Las luces románticas de sus atriles, la afinación y el repentino silencio cuando el director hace su entrada, dan una impresión de armonía social y colaboración.”
Evocó entonces cuando durante una cena en su casa, los comensales discutían acerca de la terrible situación del mundo y sobre cómo las guerras provocarían un renacer espiritual, y el pianista ucraniano Vladimir Horowitz (Kiev, 1903-Nueva York, 1989) se puso de pie, diciendo:
“--Esta conversación me ha despertado el deseo de tocar piano. “Naturalmente, nadie puso ninguna objeción y él interpretó la Sonata número 2 de Schumann. Dudo que se haya vuelto a ejecutar tan bien. Justamente antes de la guerra cené en su casa con su mujer, que era la hija de Arturo Toscanini (director italiano). Serguéi Rachmaninov y (Sir John) Barbirolli estaban también presentes… Alguien sacó el tema de la religión y yo confesé que no era creyente. Rachmaninov interrumpió enseguida: “--Pero ¿cómo puede usted tener arte sin religión? “Por un momento me quedé apabullado. “—No creo que estemos hablando de la misma cosa –repliqué--. Mi concepto de la religión es la creencia en un dogma, y el arte es un sentimiento, más que una creencia. “—También la religión –contestó. “Después de aquello preferí callarme. “Mientras estábamos cenando, Igor Stravinski sugirió que deberíamos hacer una película juntos. Yo inventé un argumento. Debía ser surrealista, dije; un night club decadente, con mesas alrededor de la pista de baile, y en cada mesa grupos y parejas representando los placeres del mundo: en una mesa la avaricia, en otra la hipocresía, en otra la crueldad. En la pista se representa La pasión de Jesús, y mientras se lleva a cabo la crucifixión del Salvador, los grupos de las diferentes mesas la miran con indiferencia: unos encargan la cena, otros hablan de negocios, y tampoco se preocupan gran cosa de los demás. El gentío, los sumos pontífices y los fariseos alzan los puños ante la cruz, gritando: “‘¡Si eres el hijo de Dios, desciende y sálvate a ti mismo!’. “En una mesa cercana, un grupo de hombres de negocios está hablando con animación de una transacción importante. Uno chupa nerviosamente su cigarrillo, mirando hacia el Salvador y echándole el humo, sin darse cuenta, hacia su dirección. En otra mesa, un hombre de negocios y su mujer están sentados estudiando el menú. Ella levanta la vista; luego, nerviosamente, pone su silla de espaldas adonde se está representando el espectáculo. “--No puedo comprender por qué viene la gente aquí –dice, molesta--, resulta deprimente. “--Es una buena distracción –dice el hombre de negocios--. El local estaba en quiebra, hasta que montaron este espectáculo. Ahora ya no tiene pérdidas. “—Esto me parece sacrílego –dice su mujer. “—Hace mucho bien –afirma el hombre--. La gente que no ha estado nunca en una iglesia viene aquí y aprende la historia del cristianismo. “A medida que el espectáculo avanza, un borracho, que está bajo la influencia del alcohol, se encuentra en un plano diferente: está sentado solo y empieza a llorar, gritando: “--¡Mirad! Lo están crucificando… ¡y a nadie le importa! “Se tambalea sobre sus pies y alarga sus brazos, suplicante, hacia la cruz. La mujer de un sacerdote, que está sentada cerca, se queja del maître, y sacan de allí al borracho que sigue llorando y profiriendo reproches: “--¡Mirad! ¡A nadie le importa! ¡Bonita pandilla de cristianos sois todos vosotros! “--¿Comprende usted? –le dije a Stravinski--. Lo echan porque está echando a perder el espectáculo. “Expliqué que de representar La Pasión de Jesús en la pista de baile de un night club era para demostrar lo cínico y superficial en que se ha convertido el mundo, al tiempo que profesa el cristianismo. La cara del maestro adquirió un aspecto muy serio: “--¡Pero si eso es un sacrilegio…! –exclamó. Me quedé bastante asombrado y un tanto confuso. “--¿Sí? –dije–. No tenía intención de que lo fuera. Creí que era una crítica eficaz de la actitud del mundo hacia el cristianismo. Quizá como he ido contando la historia según se me iba ocurriendo, no me he expresado en una forma lo suficientemente clara.”
Charles Chaplin concluyó aquella anécdota con el siguiente comentario en Historia de mi vida (páginas 252-255):
“Y así fue desechado el tema. Pero varias semanas después, Stravinski me escribió; deseaba saber si seguía yo considerando la idea de hacer juntos una película. Sin embargo, mi entusiasmo se había enfriado y yo ya estaba entusiasmado en hacer otra película por mi propia cuenta…”
El compositor y conductor de orquesta ruso Igor Fiodorovich Stravinski falleció el 6 de abril de 1971 en Nueva York, a la edad de 89 años (ver también: http://shirtofflame.blogspot.mx/2011/03/passion-play-chaplin-and-stravinsky.html).

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