Miguel Salmon Del Real, un avezado nadador en torrentes melódicos

sábado, 29 de marzo de 2014 · 22:55
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La concepción más difundida sobre el director de orquesta asesta que es un individuo que especula con el mutismo de sus movimientos escénicos y que abordó el oficio después de haber fracasado como músico, mejor dicho, que suele ser un sujeto que careció de la aptitud suficiente para desarrollarse como instrumentista y que, gracias a sus buenos manejos en las relaciones sociales o a su fortuna personal, accede a un puesto de mando donde ejerce la simulación profesional. Sin embargo, el quehacer del director genuino, es la suma de muchos saberes y capacidades, tales, que deben situarlo a la cabeza de un conglomerado humano al que conduce para darle vida a las partituras.  En éstas ha de verter su propia visión interpretativa, unificando las del colectivo que tiene a su cargo. E, idealmente, su visión personal ha de surgir merced a un exhaustivo estudio analítico. El caso del insigne director mexicano Miguel Salmon Del Real (1978) recae en la figura del director cuyos méritos humanos, musicales y académicos refutan el cliché descrito, amén de haberle deparado la sólida trayectoria que ya define su perfil curricular en cuanto a logros concretos. Huelga decir que jamás hubo embutes o dedazos para la consecución de sus planes, sino las únicas virtudes que la música demanda: talento, arrojo y honradez artística. Para conocer más a fondo las particularidades de su labor, Proceso se trasladó a Morelia, donde el joven músico ha fijado su residencia debido a la titularidad de la Orquesta Sinfónica de Michoacán que detenta. Teniendo a la vista el hermoso acueducto de la ciudad, la charla discurre con camaradería y afecto recíprocos. ESTRO ARMÓNICO: Supe a través de varios de miembros de tu orquesta que obtuviste el codiciado puesto por la valía de tu trabajo y que ellos, en aplastante mayoría, se inclinaron a tu favor. Eso es un caso atípico en nuestra realidad patria, donde el empirismo solapa la torpeza y donde la torpeza se encubre con los amiguismos que emanan del poder. Cuéntame bien cómo inició tu relación con la orquesta... MIGUEL SALMON DEL REAL: Ya que lo mencionas debo confesar que es algo de lo que estoy discretamente orgulloso. Me presenté ante la orquesta en agosto de 2012 como participante del concurso nacional para cubrir la vacante y, como ya lo has dicho, resulté electo tiempo después por las autoridades respectivas. Creo que fue decisivo, no sólo para dichas autoridades, que me presentara con una propuesta concisa y, por supuesto, que se verificaran las credenciales necesarias en un consenso que agrupó a músicos, críticos, comunicadores y funcionarios. Me he enterado también que a partir de tu arribo a Morelia, la orquesta ha expandido su actividad y que ha acrecentado su impacto público. ¿A qué lo atribuyes y cuáles son los números que te respaldan? Me parece que ha sido atinada la fórmula de combinar, con cierta proporción, música desconocida e inédita con las grandes obras de la literatura sinfónica y concertística. Sin embargo, lo esencial no es el repertorio sino la excelencia con que se interpreta. Además de eso me he abocado al rescate de composiciones mexicanas, y al encargo y ejecución de mucha música de nuestro tiempo. Junto al estreno, por ejemplo, del poema sinfónico Diluvio de Fuego del compositor michoacano Paolino Paredes (1913-1957) llevamos a cabo la integral de las sinfonías y los conciertos de Beethoven y estamos próximos a realizar el ciclo de los conciertos para piano de Rachmaninoff. Sobre los encargos a compositores vivientes puedo decirte que he puesto mucho interés en dedicarles el espacio justo dentro de nuestros programas. Por cuenta propia se originó la creación y estreno de 24 miniaturas sinfónicas de 24 compositores mexicanos vivos de diversas generaciones. Con respecto a la numeralia baste decir que en los primeros catorce meses de mi gestión tocamos alrededor de 60 conciertos para un estimado de 70 mil personas. Contamos con la participación de más de medio centenar de solistas y de nueve directores invitados de varias nacionalidades. En suma, creo que el resultado es halagüeño, aunque no hemos olvidado lo referente a la difusión y a las nuevas formas de gestión por medios electrónicos. Se ha dicho, y con razón que, tanto la poesía como la buena música ya no le interesan a nadie, ¿qué estás haciendo para la formación de nuevos públicos? Ese es un punto medular en el que no escatimo esfuerzos. Ante todo, me he ocupado en sacar a la orquesta de su ámbito habitual, ya que hemos tocado en muchos municipios del Estado y he realizado innumerables conciertos para públicos infantiles. También hicimos una extensa gira al sureste del país. Mas debo decir que en los conciertos para niños he recurrido a solistas que los representen, es decir, he invitado a infantes que están en grado de tocar un concierto para que, al verlos, se plasme en la memoria y el ánimo del público en ciernes, la proyección de sí mismo por medio de un ejemplo virtuoso. Ha sido muy gratificante la reacción de los niños y sus familias para quienes era ajena la música de concierto. Estamos sembrando semillas de esta índole y lo seguiremos haciendo con la convicción de sabernos imprescindibles para el desarrollo de la civilidad que nos toca abanderar.[1] Leyendo tu curriculum me ha sorprendido la vastedad de tu preparación musical y el calibre de los maestros con los que te has formado. Ahonda por favor en esto… Bueno, fui alumno de la Escuela Cardenal Miranda del D. F. donde tomé clases, durante seis años, de dirección coral, piano, musicología, dirección orquestal, composición e idiomas, casi todos bajo la guía del inolvidable Xavier González, mejor conocido como el Padre Xavier, quien me becara y me obsequiara su batuta de oro. También asistí a los cursos humanísticos de Ernesto de La Peña y al taller de estudios polifónicos de Humberto Hernández-Medrano. Justo al concluir mis 4 licenciaturas surgió la posibilidad de trasladarme a Holanda donde fui aceptado como estudiante de composición del Conservatorio de La Haya. La estancia en esta ciudad fue muy provechosa puesto que logré ampliar mis vislumbres del quehacer compositivo gracias a los cursos de composición algorítmica que dictaba Paul Berg y a los de psicoacústica de Bert Kraipoel. Terminados los estudios en La Haya pensé en inscribirme en alguna maestría en dirección orquestal y, para mi fortuna, logré ser admitido en la que se imparte en el Conservatorio de Amsterdam, donde fui depositario de las enseñanzas de Lucas Vis, quien fuera asistente de Bruno Maderna quien, a su vez fuera discípulo de Hermann Scherchen. Paralelamente a los estudios en Holanda, pasé dos veranos en la Academia del Festival de Lucerna, Suiza, donde recibí clases de Pierre Boulez y Bernard Haitink. En aquel momento creí dar por terminados mis estudios formales, sin embargo, luego me surgió la inquietud de hacer un doctorado para ampliar lo conseguido en la maestría y en esas ando todavía, tratando de combinar mi trabajo como director con la investigación y la academia. Imagino que hubiste de redactar una tesis para la maestría con su consecuente defensa, ¿sobre qué tópico versó? Me adentré en la obra Julián Carrillo, uno de los compositores mexicanos cuyo nombre entre más pronunciado es menos entendido. La tesis la escribí en inglés, así que su título es: A review of old new ideas in music composition. Classic innovations along time: Julián Carrillo and his mind. ¡Caray! En menuda faena te metiste y te felicito por la valentía. El caso de Carrillo es uno de los que mejor retrata los estragos de nuestros prejuicios. En él se condensan las fracturas de nuestra rasposa mexicanidad con su inacabable cauda de ambivalencias y desfiguros. Dada la trascendencia del personaje, te propongo que emplacemos para un futuro cercano la discusión de tus hallazgos. Para despedirnos te pediría que eligieras alguna divisa que nos aliente…          Con mucho gusto; la música es un detonador psicológico que agita emociones, sentidos y sentimientos. Si nos postramos ante su poderío se nos concede la facultad de percibir el fluir de un tiempo que es, a la vez, eterno y efímero, así como el fluir de nuestra espiritualidad...
Se recomienda la visión de las siguientes ligas que hacen patentes las dotes de director de orquesta pianista y compositor del entrevistado.
1.- Requiem de Giuseppe Verdi con la OSIDEM. 2.- Ventanas de Salvador Torre en su estreno mundial. Orquesta Sinfónica Juvenil Carlos Chávez. 3.- Minder is Meer de Miguel Salmon Del Real. Ensamble Nuevo de México. 4.- Lacrymosa II de Javier Torres Maldonado. Ensamble Nuevo de México. Miguel Salmon Del Real, piano.

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