"Pues sí... pero no" (2 de 3)

martes, 1 de abril de 2014 · 21:07
MÉXICO, D.F. (apro).- Sin duda, estimados lectores de la presente, la moneda de oro de mi sueño tuvo razón cuando me dijo que ella… y el dinero en general…ha sido una de las invenciones de la humana criatura más útiles para la especie, pues ella…el dinero en general en sus diversas variantes desde que apareció entre los humanos, facilitó de manera simple y magistral nuestra innata tendencia a intercambiar cosas, bienes de consumo y hasta afectos, como ya observó A. Smith, el considerado padre de la ciencia económica. La moneda, el dinero, repito, facilitó esa innata tendencia a servir de medio de cambio de cosas, de mercancías y servir como medida de valor de las mismas y tener además otras funciones complementarias no menos importantes y valiosas como son el ser un medio para acumular poder adquisitivo y poder hacer con él pagos diferidos, facultades todas que han contribuido de manera excelente a la división del trabajo y a facilitar con ello la cooperación instintiva entre los humanos. Y esa su capacidad de contribuir a la división y organización del trabajo ha ayudado en grado sumo a las economías nacionales e incluso las internacionales y a fundar aldeas, fundar ciudades estado, reinos y hasta imperios. Eso por un lado, por otro, teniendo en cuenta que según la oniromancia los sueños son la forma en que nuestro inconsciente le habla a nuestro consciente, la curiosidad por saber que podía significar mi extraño sueño de la moneda de oro caída al suelo y rodando fue a parar a heces fecales, me llevó a un piense y piense de conclusiones aterradoras. La más simple y primaria, que el dinero siempre lleva a la corrupción; otra más elaborada: si según Jung, el ánima es de forma redonda, mi redonda moneda de puro oro ¿a quién representaba, a mi ánima o a la de la especie humana? …¿Quién persiguió hasta las heces, hasta la corrupción al dinero, el género humano en general o servidor en particular?...¿qué pensar? Para aclarar esa duda me puse a reflexionar, a analizar las supuestas virtudes del dinero y me fui convenciendo que las mismas constituían si talón de Aquiles, y como ese talón, mortal, no para él, sino para el género humano cuando lo utiliza sin discreción. Veamos por qué. Si bien es verdad que su poder positivo por excelencia reside en que es un ideal medio para el cambio de mercancías y de medida de valor de las mismas y esas facultades lo hacen poderoso en la división del trabajo y en la organización de las economías tanto nacionales como internacionales, también lo es para la corrupción. Si el dinero es tan poderoso como para corromper conciencias, como para poder enviciar al alma de la criatura humana, ¿a qué se debe?, ¿por qué es capaz de hacerlo? En el piense y piense sobre ello llegué a la conclusión de que ese hecho era posible por una de sus virtudes: de su capacidad de ser un medio de acumulación de poder adquisitivo, que ha llevado a los hombres a ser desiguales, ya que ante la afirmación de las leyes que ante ellos todos los hombres son iguales; ante la afirmación de la ciencia de que todos tenemos un mismo origen, viene el dinero y dispone que los humanos son diferentes en la medida que lo posean a él o bien les falte…y que más vale el que en mayor cantidad lo posea. Ese ser un medio para acumular poder adquisitivo que llevó y lleva a hacer a los hombres desiguales, hizo posible que, en la antigüedad y hasta bien entrado el siglo XIX en ciertas partes, hubiera hombres que compraban a congéneres p ara ponerlos a trabajar hasta su muerte en beneficio del comprador; que en el medievo, cuando la riqueza era la posesión de la tierra, el señor feudal conseguía que los siervos le trabajaran sus tierras comprándolos con el privilegio  de cederles unos palmos de las mismas para que las labraran en propio beneficio y así sobrevivir; y en los tiempos modernos, el empleado, por un determinado salario trabaja para el empleador…¿y no es verdad que no faltan y más bien sobran empleadores que recurren a todas las posibilidades que les permiten las leyes para pagar el menor salario posible y liberarse de responsabilidades?...¿qué me dicen? Mas ¡ay!, la verdad es que estas mis últimas reflexiones tampoco dejan muy claro donde está o la culpa, si en la moneda, en el dinero o en los humanos, pues como decía mi abuelita: “moraleja, al que lo joden es porque se deja”. Ante esta duda, decidí averiguar datos en los hechos de la historia… NOTA. Debido a la extensión de la segunda carta de Ligorio D’Revueltas a este buzón, en el próximo entregaremos un resumen del final de la misma. Atentamente LA DIRECCIÓN.

Comentarios