...Y le rinden homenaje entre música y flores amarillas

lunes, 21 de abril de 2014 · 23:29
MÉXICO, D.F. (apro).- Desde las dos de la tarde, una multitud amorosa se congregó frente al Palacio de las Bellas Artes para entregar flores amarillas al autor de Cien años de soledad y, a partir de las 17:00, comenzó a sonar la alegría del olor de la guayaba con cantos y porras al Nobel de Literatura 1982. Hermanados por diversas razones, México y Colombia despidieron unidos al escritor y periodista Gabriel García Márquez, en un homenaje solemne en el Palacio de Bellas Artes encabezado por los presidentes de ambos países: Enrique Peña Nieto y Juan Manuel Santos, quienes montaron una guardia de honor ante las cenizas de Gabo, al filo de las ocho de la noche. Luego de que se abrieran las puertas del Palacio desde las 16:00 horas para que los lectores y admiradores del colombiano pudieran también despedirlo, iniciaron las exequias oficiales con la llegada de los dos mandatarios, quienes expresaron sus condolencias a Mercedes Barcha (La Gaba) viuda de García Márquez y sus hijos Gonzalo y Rodrigo García, “y sus familiares” como Jaime García Márquez, hermano de Gabo, también presente con su mujer. Santos Calderón, acompañado de su esposa María Clemencia Rodríguez, hizo el viaje desde Colombia para estar presente en el homenaje y expresar en su discurso que asistió a la “casa por excelencia de la cultura de México” para decirle adiós “en representación de más de 47 millones de compatriotas al más grande colombiano de todos los tiempos”. “¡Qué imponente escenario para su despedida!” –dijo el presidente colombiano, quien decretó tres días de duelo en su nación por la muerte del escritor–, y añadió: “Los murales de Rivera, de Siqueiros, de Tamayo, de Orozco, son el marco apropiado para un hombre que más que colombiano, incorporó en sus obras la esencia misma del ser latinoamericano y muy especialmente el ser caribeño.” Y recordó que en su discurso recepción del Premio Nobel de Literatura, dado en “la gélida Estocolmo”, Suecia, en diciembre de 1982, García Márquez habló de la soledad de América Latina y subrayó que nunca es demasiado tarde para creer en la utopía: “Una nueva y abrazadora utopía de la vida donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, como lo dijo Gabo, ese Gabo que deja a la humanidad el legado de sus obras… Pero antes que nada nos deja la esperanza, la tarea, la determinación de unirnos por el bien de nuestros pueblos”. Peña Nieto, quien asistió al homenaje acompañado de su esposa Angélica Rivera, expresó en su discurso sobrio una semblanza de Gabriel García Márquez, a quien calificó de forma contundente como “el más grande novelista de América Latina de todos los tiempos”. Enseguida, reiteró que su fallecimiento representa “una gran pérdida no sólo para la literatura sino para toda la humanidad”, puesto que “varias generaciones han soñado, se han deleitado y han encontrado respuestas a las preguntas de la vida en sus obras. “En su obra llevó el realismo mágico a su máxima expresión, asumió que ficción y realidad son inseparables en los seres humanos y de forma especial en nuestra América Latina por la que luchó con ideas y obra”. Subrayó que Gabo, como se le llamó cariñosamente, colocó a la literatura latinoamericana a la vanguardia de la literatura mundial, desentrañando la esencia e identidad de la región y la proyectó al mundo: “Si quisiéramos personificar a América Latina en un símbolo de emoción, generosidad y grandeza, Gabriel García Márquez sería una figura ideal.” En la ceremonia también intervino Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, quien mencionó una anécdota: al hablar con Mercedes Barcha sobre cómo debía ir el contenido de su discurso oficial esta noche de homenaje a Gabo en su adiós, ella le pidió que hablara sobre la música y las cosas felices que lo rodeaban. El funcionario dijo entonces que la música interpretada por dos ensambles –que se escuchó desde que iniciado el homenaje con la llegada de las cenizas de García Márquez a Bellas Artes, unos minutos después de las cuatro de la tarde, hasta la llegada de los presidentes de México y Colombia– fue precisamente una selección de sus hijos Rodrigo y Gonzalo sobre algunos de los temas favoritos de su padre. Para el presidente del Conaculta la literatura de América Latina se volvió universal en el siglo XX “gracias a una generación de escritores, encabezada por García Márquez”. Cabe mencionar que miles de personas de todas las edades, pero fundamentalmente jóvenes, hicieron una larga fila desde la entrada del Palacio de Bellas Artes, hasta un poco más allá de la Alameda Central para poder decir adiós al escritor. Sus lectores llevaron flores amarillas, el mismo color que las que se colocaron en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, para depositarlas en las escaleras tan rápido como pudieron, pues no se les permitía estar más de unos segundos. Muchas personas se quedaron con las ganas de entrar al recinto, pues poco antes de la llegada de los presidentes las puertas del Palacio se cerraron para el público. Al concluir la ceremonia oficial, cientos de asistentes seguían esperando en orden su turno para poder depositar sus flores y dar el último adiós al escritor. Además de la música de concierto, se pudo escuchar al trío de músicos de vallenato y cumbia Los Jilgueros, que ingresó entre el público, siendo recibido por los hijos del escritor, quienes le cantaron dos vallenatos y en uno de ellos recordaron: “Se llama García Márquez, pero le decimos Gabo…” Al final volaron mariposas amarillas lanzadas con pasión por Tania Libertad, la guapa peruana quien como García Márquez decidió quedarse a vivir en México (por cierto, ella desmintió que esté grabando un nuevo CD para Gabo como se publicó, pues se trata de un proyecto distinto que dará a conocer en su oportunidad). “Es uno de los días más tristes de mi vida”, señaló Tania. Los enormes carteles desplegados en las escalinatas de la entrada al teatro, con la imagen en blanco y negro de “García Márquez (1927-2014)” rezaban: La vida no es lo que uno vivió Sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla Entre los invitados especiales destacaron Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís y el expresidente colombiano César Gaviria. El cuentista Felipe Garrido declaró: “Este homenaje me recuerda el mundo de García Márquez por su colorido amarillo, es como un funeral que él bien pudo haber escrito o Federico Fellini filmado. Tengo la impresión de que en cualquier momento las flores amarillas pueden levantarse en torbellino por todo Bellas Artes. Una linda combinación para una vida en el final”. Ramón Garza Barrios, expresidente municipal de Nuevo Laredo, Tamaulipas, quien llevara el 4 de septiembre de 2008 a García Márquez a esa tierra fronteriza por donde llegó a México originalmente al estilo de Ernest Heminway, se jactó de haber sido de los pocos que pudieron hacer que Gabo pronunciara unas palabras cuando convirtió una estación de tren en la librería “Estación Palabra” y, en honor al creador de La cándida Eréndida, mandó construir un tren amarillo. “Estación palabra me ha dejado sin palabra”, dijo García Márquez, y en corto: “Ni en mi tierra me hicieron un tren amarillo como ustedes…”, confió. Por doquier había arreglos florales: del INBA, de la UNAM, del Fondo de Cultura Económica… sobresalían las rosas amarillas y algunos girasoles. También se vio en el homenaje a José Luis Martínez, Saúl Juárez, Héctor Aguilar Camín, Jorge F. Hernández, Jacobo Zabludowsky (quien alguna vez preguntó a García Márquez cuánta mota había fumado para escribir Cien años de soledad) y el cómico Sergio Corona, que apuntó: “Vine a despedir a mi amigo quien jamás se irá de nuestros corazones. Escritores como García Márquez no nacen todos los días y son eternos”, acotó.

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