Pues sí... pero no (3 de 3)

martes, 8 de abril de 2014 · 21:53
MÉXICO, D.F. (apro).- Pues sí, estimados lectores, los hechos en la historia, efectivamente, nos dicen que la moneda, el dinero en general en las múltiples formas que le ha dado el ser humano, ha sido una de las creaciones más útiles para el mismo, ya que tal invención le permitió romper la estrecha camisa de fuerza del trueque, o sea, el cambio directo de una mercancía por otra, y con ello agilizar la circulación de las mercancías, la división del trabajo, la organización del mismo, así como el de la economía doméstica, nacional e internacional, y ser a la vez con ello símbolo de civilización… y de riqueza… mas también de poder… de fuerza para poder hacer cosas… y como todo poder, corre el riesgo de corromperse y de corromper no poco de todo lo que toque… ¡y vaya si lo hace!... ¿y no es así en esta globalidad en la que respiramos?... ¿verdad que sí?... eso muestra y demuestra pues que sí, que el dinero, la moneda puede ser lo mejor del mundo… pero que al mismo tiempo puede ser de lo más nefasto debido a su poder de corrupción; dígalo si no es así, por ejemplo, la organización de la delincuencia para obtenerlo; los políticos depredadores del dinero público, los malos empresarios defraudadores y los especuladores de bolsa que en una jugada dejan a cientos, a miles y a veces a millones en la pobreza. Esa extraña conversión del dinero del doctor Jekyll en mister Hyde, ¿cómo es posible, cómo se lleva a cabo? Según la opinión de servidor, debido a las propias virtudes del dinero y muy en lo principal por ser un elemento de acumulación del poder adquisitivo. Antes de considerar como absurda esta suposición, o como disparatada esta imaginación, este pensar de servidor, mejor será que nos preguntemos si esa acumulación de poder adquisitivo está repartida equitativa y justamente, igualmente entre todos los hombres… o bien unos pocos, por los motivos que se quiera, la tienen por de más… y otros la tienen limitada y otros muchos más incluso no la tienen de manera alguna, por los motivos que se quiera… siendo cierta la última suposición, se ve que eso ha pasado y pasa en toda sociedad vertebrada por la facultad del dinero de ser medio de cambio de unas mercancías por otras y medida de valor de todas y cada una de ellas, y si a eso se añade lo de la ley de la oferta y la demanda y el que en toda sociedad así conformada todo humano es productor y consumidor de mercancías, tenemos la realidad de que todos esos hechos poco o nada contribuyen a fomentar una buena colaboración, una cooperación entre los individuos; lo que sucede es que esa cooperación se da en un plano de desigualdad, en una situación de fuerza, de violencia, pues los que menos poder adquisitivo tienen se ven obligados, no les queda otro remedio, a vender su cuerpo o la fuerza que tengan para desempeñar un trabajo… el que sea… y muchas veces por el salario que sea, aunque no sea suficiente para una vida digna… y encima agradecer al empleador esa situación… si es que no quieren correr el riesgo de morirse de hambre. Como dije, eso ha sucedido en toda sociedad regida y conformada por el dinero, por la moneda… y eso sigue sucediendo en la globalidad en la que respiramos… globalidad que se dice incluyente, igualitaria y democrática, pero lo cierto es que en la realidad, al estar estructurada en gran parte por la competencia y la ley de la oferta y la demanda… fácilmente puede degenerar… ¿y cuántas veces no? En la selección no de los mejores… sino en la de los que mayor acumulación de poder adquisitivo tienen, dándoles el privilegio de la sobrevivencia… aunque no sean los mejores socialmente, pues nuestra globalidad basada en la libre competencia fácilmente puede degenerar… ¿y cuántas veces no?... en el cínico individualismo o en un estúpido narcisismo, y más cuando ese logro de sobrevivencia se da a través de la acumulación del poder adquisitivo, de la riqueza, lo que justifica y da en la plutocracia, esto es, en el predominio de la clase rica en lo social, predominio que fomenta y facilita el poder de decidir en decisiones que a todos afectan en lo político, en lo social y en lo económico. ¡Triste situación! ¿Y a todo esto de quién ha sido y es la culpa de todos los trastornos que ha producido y produce la moneda, el dinero en general en todas sus variantes?... ¿a las minorías que lo han manejado y manejan?... ¿o es tan poderoso que no hay manera de sujetarlo?... ¿o de las mayorías, de los pobres, que necesitándolo tanto, por ignorancia, apatía o porque no les queda otro remedio, dejan que lo manejen minorías en su personal beneficio?... ¿Qué pensar? Con esas dudas y deseándoles que estén libres de las pesadillas que causan la falta de dineros, queda de ustedes su seguro servidor. LIGORIO D’REVUELTAS

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