José Emilio Pacheco, "un nuevo clásico para los lectores de hoy": Darío Jaramillo

lunes, 30 de junio de 2014 · 23:31
MÉXICO, D.F. (apro).- Sus amigos, el uruguayo Hugo Verani, el peruano Julio Ortega, el colombiano Darío Jaramillo, el español Luis García Montero y los mexicanos Rafael Olea Franco, José Luis Martínez, Elena Poniatowska y Eduaro Lizalde recordaron las diversas facetas de José Emilio Pacheco (1939-2014) en el marco de los 75 años de su nacimiento: poeta, ensayista, traductor, novelista, cuentista, cronista y periodista cultural, sin embargo, todos coincidieron en su sencillez, su generosidad, su sentido del humor, sus críticas a los poderes y su incansable labor como escritor. “Es un nuevo clásico para los lectores de hoy”, destacó Jaramillo. La Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (llena hasta el tope y con cerca de 60 periodistas) fue el centro de reunión esta noche donde se rindió un homenaje nacional al autor de El principio del placer, Las batallas en el desierto y la columna Inventario, fallecido el pasado 26 de enero. El evento inició con la voz en off de un locutor y al fondo un actor simulando teclear en una máquina de escribir, a semejanza de lo que hacía Pacheco. Las frases versaban sobre el integrante de la llamada Generación de los cincuenta o Generación de medio siglo, en definiciones de varias personalidades, entre ellos José Narro Robles, rector de la UNAM; Javier Garciadiego, presidente de El Colegio de México; Salvador Vega y León, rector de la Universidad Autónoma Metropolitana, y Yoloxóchitl Bustamante Díez, directora del Instituto Politécnico Nacional. De esta última leyó el locutor de voz potente: “Pasión por la palabra define la obra de uno de los escritores más prolíficos de nuestro país: José Emilio Pacheco, aspecto que él mismo refleja en uno de sus discursos: ‘Sin la lengua no hay diálogo, no hay polémica, no hay instrucción posible, no hay arte, ciencia ni cultura, no hay futuro…” La ceremonia fue transmitida en vivo por TV UNAM, Radio UNAM y Radio-UAM. Luego se proyectó un video, realizado por TV UNAM, donde se ofreció una semblanza de Pacheco con testimonios de Poniatowska y Mónica Lavín. Y a cuadro sale Pacheco con una anécdota: “Yo pensé que era muy conocido y que ya le caía gordo a la gente porque salía en los medios de información y un día me encontré a un amigo de la escuela y me preguntó: ¡’Qué te has hecho, hace mucho que no se sabe nada de ti’. Me mostró una tarjeta de madera, donde se presentaba como abogado y tenía un despacho en México y Estados Unidos. Yo comprendí que él se jactaba de ser exitoso. Me dijo que si venía en carro, le dije que no tenía, que viajaba en Metro. Su asombro era del porqué no había hecho nada en la vida. Y yo que pensé que todos sabían de mí por los medios…”. Después Verani recordó que “la sabiduría de Pacheco no fue un obstáculo para su capacidad inventiva, aunque solía repetir que no inventaba nada, y su poesía, su vocación principal, bien puede ser concebida como un inventario de la desesperanza en particular en una ciudad, la suya, ésta que ha perdido sus atributos, donde todo es ruina y ceniza, sin embargo, esta caracterización de su obra literaria, la más común y reiterada, nos lleva a entablar un diálogo”. Ortega rememoró que lo conoció en 1969 y para 1973 publicaría una antología de él, pero tardó dos meses en comunicarse con Pacheco y éste le envió una carta para disculparse por su silencio y le proponía le llamara por cobrar para hacer el libro y compartir los derechos de autor, “entonces no se hablaba de dinero”, y luego le dedicó a su esposa un poema, “bueno, a todos las esposas de sus amigos les dedicó una poesía, pero todos nos divorciábamos, así que sus libros se convirtieron en una especie de Registro Civil”, narró entre risas. Olea Franco destacó que Pacheco creó un género literario y cultural: su Inventario: “Pacheco nos mostró que la forma depende del contenido. No le interesaban las apariencias, o le interesaban para señalar cuáles apariencias eran formas vacías y no correspondían a nadie. En un poema, Despedida, escribió: ‘Fracasé. Fue mi culpa. Lo reconozco. Pero en manera alguna pido perdón o indulgencia: Eso me pasa por intentar lo imposible’.” Martínez habló de los guiones que escribió para la pantalla chica: “Sus guiones eran textos perfectos.” Poniatowska leyó el texto titulado El poeta que quiso ser sus iniciales: JEP: “Firmaba como JEP su Inventario, máxima lección de cultura, pero así le hubiera gustado firmar toda su obra. JEP lo llevó en su vida entera. JEP no toleraba un rechazo. Nunca se sintió elegido, su frase perdurable era: ‘¡Perdone usted!’, que siempre estuvo en sus labios”. Montero y Lizalde sólo leyeron cuatro poemas delPremio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y Premio Cervantes de Literatura (2009). En 2010, la UNAM le concedió el doctorado honoris causa, institución que organizó hoy el reconocimiento, donde estuvieron presentes su esposa, la periodista Cristina Pacheco, y sus dos hijas, Laura Emilia y Cecilia, junto con autoridades y académicos de El Colegio Nacional y El Colegio de México, Conaculta, INAH, UAM e IPN. Al final, el chelista Carlos Prieto interpretó Preludio, Bourree y Ciga, de Bach.

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