A 90 años de la muerte de Kafka

miércoles, 16 de julio de 2014 · 18:53
MÉXICO, D.F. (apro).- La vida y los escritos de Franz Kafka (Praga, 3 de julio 1883 –Klosterneuburg, 3 de junio de 1924) continúan ejerciendo una singular fascinación tanto en los expertos literarios como para los lectores jóvenes del continente americano y Europa, a nueve décadas de haber fallecido este célebre autor checo de lengua alemana cuyas novelas El proceso y La metamorfosis figuran entre las mejores obras de las letras universales. Apenas en agosto de 2013, la escritora española Berta Vias Mahou (1961) incluyó entre sus favoritos los Diarios de Franz Kafka 1910-1923 (primera edición íntegra en castellano de Galaxia Gutenberg, 2000) en la encuesta “Varios autores responden cuáles son sus libros de nuestro tiempo” publicada por la revista Letras Libres. Traductora de Kafka, la madrileña Vias Mahou apuntó entonces sobre él: “Un escritor tan alejado del lugar común que roza siempre en los límites de lo humano”. Cuando años atrás, en agosto de 2008, una encuesta de El País semanal reveló el enorme poder seductor de la narrativa de Kafka entre un centenar de escritores latinoamericanos a quienes el periódico hispano preguntó “¿Cuáles son los libros que han cambiado sus vidas?”, este fue el resultado: Por El proceso, votaron 62, y 60 por La metamorfosis; volúmenes sólo superados por La Odisea de Homero (85 votos) y En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust (192), encabezando la lista general El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Cervantes, con 214 votos. En el número 64 quedaron Los diarios (seleccionados en segundo sitio por el escritor y traductor mexicano Sergio Pitol), logrando además otras menciones aisladas la novela El castillo, el relato La muralla china, Cuentos completos y Obras completas, de Franz Kafka. En Europa, también la novela El proceso destaca en listas y encuestas similares (“La Biblioteca del Mundo 2012” del Club del Libro Noruego, y más recientemente, “Las 100 grandes novelas de todos los tiempos, por Robert McCrum en The Observer, de Gran Bretaña), a partir de que hacia el cambio de siglo la eligieron en amplio sondeo a 17 mil lectores franceses por Le Monde y la fnac, arribita de El castillo y los Cuentos cortos, de Kafka (Quels livres sont restés dans votre mémoire?). Julieta Yelin y kafkólogos De las novedades literarias en lengua castellana, desde fines del 2013 se cuenta Kafka en las dos orillas. Antología de la recepción crítica española e hispanoamericana (Prensas de la Universidad de Zaragoza, España, 393 páginas. Colección: Vidas, 4), selección, edición e introducción de Elisa Martínez Salazar (Instituto Cervantes) y Julieta Yelín. Los cerca de 40 ensayos que compilan las catedráticas Salazar, española, y Julieta Yelin, de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, cubren el impacto que la literatura de Kafka ha producido en notables plumas de la lengua de Castilla en Hispanoamérica remontándose a las primeras traducciones, un magnífico espectro de autores que incluye a María Zambrano, Jorge Luis Borges, Tito Monterroso, Ramón Gómez de la Serna y Octavio Paz, sólo por mencionar unos pocos aquí. Esta antología es la compañía perfecta para quien haya leído algunas de las múltiples investigaciones de Julieta Yelin al respecto en sus variados libros, textos o conferencias, donde ella puntualmente ha dividido los pasos históricos de Kafka y sus influencia en nuestras naciones durante cinco épocas, como la misma Yelin expresó por ejemplo en su participación de abril del 2010 durante el IX Congreso Argentino de Hispanistas. La primera, los años del descubrimiento (¿De qué está hablando? Las primeras lecturas de Kafka en el ámbito hispanoamericano, 1925-1945); la segunda, las dos décadas de canonización en Latinoamérica (Un retrato de la post-guerra, 1945-1965); la tercera, el retorno de las ediciones y la reactivación del campo crítico español (Lecturas en el trapecio. Recepción crítica de Kafka en Latinoamérica 1965-1983); la cuarta, los años de silencio que siguieron a las publicaciones por el centenario del nacimiento de Kafka (1983-1999), y: “La quinta etapa se abre con el cambio de siglo y da lugar a un periodo fecundo que aún está en proceso y que tiene como piedra de toque la traducción de las obras completas (Kafka, 1999) --publicadas en Alemania por la editorial Fischer desde 1983 y considerada, por el rigor con que ha sido realizada, la edición definitiva de la obra de Kafka--.” (Ver también: Kafka y el ocaso de la metáfora animal. Notas sobre la voz narradora en Investigaciones de un perro. Para una teoría literaria post humanista. La crítica en la trama de debates sobre la cuestión animal en http://hemisphericinstitute.org/hemi/es/e-misferica-101/yelin). Paralelamente, la revista Letras Libres publicó asimismo el interesante artículo en marzo de 2014 Un Kafka diferentepor John Banville, traducción de Pablo Duarte, aparecido originalmente en The New York Review of Books, 24 de octubre de 2013, donde leemos: “Reiner Stach es el primer biógrafo de Kafka en obtener acceso a todos los materiales que Max Brod, el amigo de Kafka, había mantenido alejados del alcanzo del público. El tercer y último volumen de la monumental empresa de Stach aún no ha sido publicado, pero sí Los años de las decisiones y Die jahre der erkenntnis (Los años de conocimiento, aún no traducido al español), el segundo y el tercer volumen… “El primer volumen, centrado en su vida hasta 1910, fue pospuesto porque Stach esperaba –en vano, parece ser– a que se liberara un importante archivo de documentos de Max Brod, actualmente en Israel; no obstante, el libro está programado para ser publicado este año.” El segundo volumen, Los años de las decisiones, inicia de manera emocionante con la aproximación del cometa Halley en mayo de 1910. “Durante meses, los reportes periodísticos habían estado advirtiendo de una posible colisión, explosiones gigantescas, lluvias de fuego y olas gigantescas, el fin del mundo.” El 18 de mayo, el día en el que el comenta se impactaría con la Tierra o la esquivaría, muchedumbres inquietas llenaron las calles y los cafés de Praga, entre ellos, “un hombre flaco y nervioso... una cabeza más alto que todos los demás a su alrededor”. Uno se pregunta qué tanto habrá creído Kafka en la amenaza de una colisión celestial. Si hemos de confiar en los diarios y en las cartas, Kafka consideraba los momentos cruciales de su tiempo con una indiferencia fatigada. Recordemos el tristemente famoso apunte en su diario del 2 de agosto de 1914: “Alemania ha declarado la guerra a Rusia. –Tarde, escuela de natación.” En este asunto, Stach toma una postura característicamente sutil: Una de las razones principales por las que se considera que Kafka se mantenía distante de la realidad y de la política es que se enfocaba menos en las grandes pérdidas en sí –incluso cuando éstas eran catastróficas– y más en el significado amplio de estas pérdidas, y en la manera en la que dejaban al descubierto la esencia del momento en su totalidad. La caída de un gran símbolo, el final de una tradición, el recorte de la punta de una pirámide [v. gr. el asesinato del archiduque Fernando y la destrucción subsecuente del Imperio austrohúngaro]; como muchos de sus contemporáneos, para él estos acontecimientos eran los signos de una disolución irreversible. Kafka tenía 27 el año del cometa Halley y, como lo describe Stach con callada ironía, “las quince páginas que había publicado para entonces ya mostraban todos los indicios de que llegaría lejos”. Esto no fue evidente para todos, y la extensa letanía de penurias editoriales de Kafka resulta una lectura desalentadora; sin embargo, debe mencionarse, en defensa de sus editores, que tratar con Kafka debe haber sido imposible. No obstante, que Kafka haya sido tímido y difícil no quiere decir que haya sido indiferente. “La idea de que no le importaba la resonancia pública”, dice Stach, “que era inmune tanto a los elogios como a la crítica, es falsa”. De hecho, parece ser que durante la Primera Guerra Mundial contrató los servicios de una agencia de recortes de prensa para no perderse ninguna mención, por fugaz que fuera, de su obra. En cualquier caso, no se hacía ilusiones acerca de la posibilidad de tener fama y éxito mundial. No está de más mencionar que en 2011 salió a la venta el análisis comparativo de Crimen y castigo con El proceso del colombiano Guillermo Sánchez Trujillo (Medellín, 1952) Los secretos de Kafka (Siglo XXI Editores México, 2011, 222 páginas), estudios de cómo Kafka imitaba a Dostoievsky que el autor ha venido desarrollando a lo largo de los años. Al dar comienzo los festejos conmemorativos por 90 años sin Kafka en Praga, nuevamente el centro de atracción turística fue el Museo K que se ha convertido, desde su nacimiento en 2005, en un referente para el visitante que busca cultura. Sus 60 mil visitas al año son “algo inusual para una muestra literaria”, dijo su directora, Hana Lastovicková: “Es una muestra totalmente internacional, con siete lenguas, a las que se han incorporado recientemente el japonés, el coreano y el chino, tras detectarse gran interés de Asia”, añadió la directora. Kafkahuamilpa Merece recordarse que el genial escritor mexicano José Emilio Pacheco dedicó su prestigiosa columna Inventario de Proceso en varias ocasiones a Franz Kafka, algunas de ellas dignas de ser montadas por “microteatro”. Reproducimos enseguida un fragmento de su Entremés del centenario de Kafka (Proceso 348, 4 de julio de 1983). Viernes 1 de julio de 1983. En un restaurante más bien pequeño y modesto en las calles de Amsterdam, Ciudad de México, Artemia y Critilo, sentados a la mesa, beben agua mineral y leen diarios y revistas. Cerca de ellos se encuentran el Señor de los Anillos y sus amigos (…) Llega Andrenio sudoroso y jadeante y se disculpa ante Artemia y Critilo. ANDRENIO: Perdónenme. No lo van a creer pero me perdí. He pasado mi vida entera en este rumbo y siempre me pierdo en Amsterdam. ARTEMIA: Es la calle más extraña del mundo: un laberinto circular. CRITILO: ¿Qué tiene de raro? Era la pista del hipódromo de la Condesa. ANDRENIO: Sí, pero el hipódromo tenía meta, tribunas, entrada y salida. Amsterdam no comienza ni termina en ninguna parte. Nunca sabes en dónde estás ni adónde vas. ARTEMIA: Envuelve al parque México y debía llamarse la calle México. ANDRENIO: No ¿saben qué?: la calle Kafka. Después de todo, aquí deben vivir todavía personas que lo conocieron en Praga. A lo mejor si no hubiera muerto en 1924, Kafka, refugiado antinazi en México, hubiese vivido en la calle de Amsterdam. CRITILO: ¿Por qué no lo propones en una carta pública al regente? ANDRENIO: ¿Tú crees que sepa quién es Kafka? CRITILO: Cómo no: nuestros actuales gobernantes son expertos en Kafka. ARTEMIA: Un poco viejo tu chistecito ¿no? CRITILO: Ningún chistecito. Hace veinte años me daban mucha risa cosas en las que ahora no veo la menor ironía. Decir por ejemplo: “En México Kafka sería un escritor naturalista” o... ANDRENIO: Perdóname que te interrumpa. ¿Se acuerdan de lo que dijo Luckács cuando los soviéticos lo detuvieron en 1956 en Budapest?: “Me equivoqué al condenar a Kafka: es un escritor realista”. CRITILO: ...o decir que México era Kafkahuamilpa. ARTEMIA: Kafkahuamilpa: la caverna sin fondo, el túnel que no deja ver la luz. Y también la milpa de Kafka. Talamos el bosque para sembrar la milpa. Quemamos la milpa a fin de levantar el rascacielos. Y hoy nos ahogamos sin el bosque, la milpa está seca y abandonada, el maíz se ha vuelto producto de importación, y el rascacielos no funcionó: se quedó a medio hacer, como todo en México. (…) CRITILO: ¿Por qué será que nunca nos vemos a nosotros mismos? ARTEMIA: Un problema de fábrica. Todos los seres humanos parecemos hechos en México. En vez de tener los ojos clavados en la cara debimos haberlos tenido en la punta de unas antenas retráctiles, como algunos insectos. Sólo así podríamos vernos desde fuera y juzgar nuestros actos. ANDRENIO: Allí tienes otro animal para la zoología fantástica de Kafka: el hombre capaz de... ARTEMIA: “¿El hombre?” ¿Y las mujeres qué? ANDRENIO: Perdón. Lo decía en el sentido genérico, antropológico... (…) CRITILO: Volvamos al principio. ANDRENIO: Nunca hemos salido de Kafkahuamilpa. ARTEMIA: ¿Saben lo que me jode de esa expresión? Que digo “Kafkahuamilpa” y al decirlo me separo, con un gran suspiro de alivio y superioridad, del resto de los mexicanos. Allá están "ustedes": nacos, ignorantes, mugrosos, corruptos, ineficientes, bandidos. Aquí estamos "nosotros": blancos, cultos limpios, incorruptibles, buenísimos en todo lo que hacemos, intachables, honestos. No señor: aquí llueve mierda en polvo a toda hora del día y de la noche. Esa mierda la respiramos todos. Vivimos de ella. Estamos hechos de ella. Todos andamos en la misma olla y... CRITILO: ... el agua ya empezó a hervir, langostita, y no hay manera de tumbar la tapa de la olla y volver a esconderte al fondo del océano. ANDRENIO: Eso sí me parece Kafka puro: la analogía de la indefensión humana con la indefensión de los animales. CRITILO: Desde luego, para Kafka le metáfora central de este mundo es el matadero. El matadero en que sobre la sangre de los animales comenzó la fortuna de la familia Kafka. ARTEMIA: Que en checo quiere decir “grajo”. Leí en la última biografía, la de Roonald Hayman, que a los judíos se les prohibía tener apellido. Se llamaban por ejemplo Chaim ben Jakob. CRITILO: ¿Y eso no es apellido? ARTEMIA: Quiere decir simplemente: “Jaime hijo de Jacobo”. Cuando les concedieron la gracia de un apellido la hostilidad cristiana y la infinita bondad humana sólo les dieron a escoger entre los animales más repulsivos o más perseguidos. Allí, un siglo antes de su nacimiento, empezó la identificación de Kafka con los insectos, los monos, los perros, los roedores. CRITILO: Por eso para expulsar a alguien de la humanidad lo haces verbalmente un animal, les das animísticamente los rasgos de un animal. A partir de ese momento puedes llevarlo sin que te tiemble el pulso al matadero. ARTEMIA: Y una vez que lo has exterminado vuelves tranquilamente a tu casa, besas a tus hijos y te pones a escuchar los Flotenquartette de Mozart y a leer a Goethe, con profunda satisfacción por el deber cumplido. ANDRENIO: Es horrible. CRITILO: Kafka supo ver eso y más. Yo creo que es el escritor del siglo veinte. ANDRENIO: Fíjense en la fuerza de los lugares comunes. Por algo existe en todas las lenguas el adjetivo “kafkiano”. Ningún otro escritor ha tenido esa fuerza, no hablas de una situación “cervantina”... ARTEMIA: Pero sí de cosas “dantescas” o personajes “dickensianos”. En todo caso, lo importante es que el término “kafkiano” existe en todas las lenguas. CRITILO: En inglés se dice kafkaesque. ANDRENIO: ¿Ah sí? No lo he visto en el Webster. ARTEMIA: Pues ya está en todos los Larousse de 1983 (apropiadamente). Sólo que no escriben, como nosotros, “kafkiano” sino “kafkaiano”: “Dícese de una situación absurda, ilógica, extraña.” CRITILO: Así pues, en México todos los periódicos del mes de junio son kafkianos, kafkaianos o kafkaescos. Al leerlos sientes lo que sintió Gide ante la prosa de Kafka: “La notación naturalista de un universo fantástico.” (…)

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