De vicios y virtudes

viernes, 25 de julio de 2014 · 20:19
MÉXICO, D.F. (apro).- Respetado Rey León: contra lo que usted afirma en su carta a este mismo buzón, de que los humanos son estúpidos y vanidosos, servidores, que tanto tiempo hemos convivido con ellos, y por lo que bien los conocemos, consideramos que hay que añadir que también son astutos y lo suficientemente maliciosos como para justificar e incluso legalizar lo menos edificante de su naturaleza y constituirlo en la ley de vida. Por supuesto, tiene usted razón, humanos hay que creen y sustentan la opinión más favorable sobre su especie, como los que creen que han sido hechos a imagen y semejanza de Dios; ejemplo, los cristianos, que se consideran ángeles caídos por culpa de Satanás… pero que pueden redimirse si resisten a las tentaciones del maligno que les hizo perder su estado de gracia y que sigue tratándoles para perderlos… pensamiento que lleva, se quiera o no, a una dualidad de poderes que poco o nada tiene que ver con la idea dogmática de un Dios omnipotente, que todo lo sabe, así del pasado, como del presente y del futuro; con un Dios creador de todas las cosas y de todo amor por lo que crea. Otros hay que, optimistas, creen y defienden que el humano es bueno por naturaleza, y que en estado de natura es bueno e incluso feliz, y si son presas del mal, tanto en el papel de agentes o pacientes del mismo, la culpa es de la sociedad… que se encarga de corromperles, de hacerlos malos y también infelices, como lo creyó J.J. Rousseau, ya citado en su carta. El conde de Shaftesbury, figura de las más destacadas de la llamada moral de los sentimientos, es de la misma cuerda. En oposición de los pesimistas sobre la naturaleza humana… que los hay… supone que el sentido moral es innato en el hombre y el mismo no se basa en la intelección… o sea, en el acto de entender o concebir… sino en la vivencia interna, anterior y previa a toda acción exterior, sentimiento que, de por sí, lleva al individuo al bien propio y al de la especie y, por lo tanto, a la armonía social, y únicamente el hábito y la educación contraria, que inculcaran, por decirlo así, una “segunda naturaleza” en el hombre, podrían erradicar su “original naturaleza”. Entre los pesimistas, uno de sus representantes más señalados es Tomás Hobbes, el cual, partiendo de una valoración negativa de la condición del hombre: los hombres no son sociables por naturaleza, ya que en la misma todos están en guerra contra todos… esto es, que cada hombre es un lobo para los otros hombres; sobre esta base, y tomando en cuenta que se necesita la paz para la convivencia, ese ser egoísta por esencia, buscando la conservación de su persona, lo lleva a ser sociable… llegando, por necesidad, a renunciar de su poder y llegar a un pacto… bien sea delegando el mismo en un individuo o rey… o en unas instituciones… y todavía nada el humano enredado en esa red de pasiones e intereses… como lo demuestra en gran parte la decisión de los españoles por continuar en una monarquía. En este cuadro, en el que los vicios de todos se convierten en bien general, está también Adam Smith, quien partiendo de la idea de que la criatura humana es el único ser inclinado a cambiar una cosa por otra… lo que no se le ocurre a los perros, por ejemplo… hecho que sí realizan los humanos… con ánimo, por supuesto, de conseguir ganancia, de conseguir beneficio con tal trueque… y sin tener en cuenta para nada el interés del otro… llego a la conclusión de que con tal instinto, con tal tendencia de cambiar una cosa por otra, los individuos, sin proponérselo, contribuían al beneficio, al interés de la sociedad… por lo que el egoísmo personal era una mano invisible de la armonía social. Y esta armonía social general, para nada depende del ingenio humano ni de la razón, no es originariamente efecto de la sabiduría humana que prevea e intente la misma, esa virtud de la armonía social es la consecuencia de la división del trabajo. Respetado rey León: estos sus servidores consideran que los ejemplos expuestos son suficientes para demostrar que los seres humanos no son únicamente estúpidos y arrogantes, como supuso la asamblea animal que usted presidió, sino que más bien son inteligentes y maliciosos y que saben muy bien hilar sus ideas sobre sus vidas…aunque sus filosofías, los modos de interpretarlas, de entender sus vidas e incluso vivirlas no se deba al resultado de sus saberes, a su razonar sino más bien sea consecuencia de su desencanto y hasta desesperación ante y por ella… pero ese sería otro cantar. En nombre de famosos perros, entre los que se encontraban Belkan, Flush, Rintintín, Lassie y Jerry, reunidos, digo, para platicar sobre el tema de usted con todo el respeto.

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