A 250 años del natalicio de Morelos, sus preceptos siguen sin cumplirse

lunes, 5 de octubre de 2015 · 22:31
MÉXICO, D.F. (apro).- Este año se conmemoran dos fechas importantes en torno a la figura del caudillo José María Morelos y Pavón (1765-1815). El pasado 30 de septiembre se cumplieron 250 años de su nacimiento en Valladolid (hoy Morelia) y el próximo 22 de diciembre será el bicentenario de su fusilamiento en San Cristóbal Ecatepec. En ese contexto histórico se tiene programadas diversas actividades. El próximo 28 de octubre en la iglesia del Pocito, en la Basílica de Guadalupe, se realizará la jornada académica “Morelos: sacerdote, insurgente y estadista”, con la participación de especialistas como Tomás Pérez Vejo, Cristina Gómez Álvarez y Guadalupe Jiménez Codinach. Especialista en los periodos independiente y liberal de la historia de México, doctora en Historia por la Universidad de Londres y directora de 1987 a 1991 del proyecto sobre Archivos Españoles en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington, Jiménez Codinach hace una breve semblanza del héroe insurgente. Dice que el político e historiador Lucas Alamán lo llamó “el hombre más extraordinario de la Insurgencia”. La investigadora retoma la frase en un ensayo publicado en la revista Relatos e historias y cuenta a Apro sobre la difícil adolescencia que vivió el dirigente; no se le puede llamar líder --precisa-- pues esa palabra no existía entonces: Tiene varios hermanos y la familia es abandonada por su padre, quien al parecer se va a San Luis Potosí con uno de los hermanos más chicos y no vuelve. Morelos se va a trabajar con un tío en una propiedad agrícola y gana experiencia como arriero conduciendo varias recuas. Por eso conoce bien la geografía de Tierra Caliente. De manera tardía, sigue Jiménez Codinach, ingresa al sacerdocio. Entra a los 25 años de edad, hacia 1791, al Colegio de San Nicolás cuando aún estaba como rector Miguel Hidalgo: “Este no fue un colegio jesuita. Es del siglo XVI y fue fundado por Vasco de Quiroga. Se ha dicho que fue el primero en el continente americano porque es muy antiguo en esa zona michoacana, es de 1540, pero habrá que recordar que los franciscanos también fundaron colegios en la Ciudad de México. “Lo interesante --añade-- es que Morelos es un buen estudiante. Estudia filosofía, teología, sobre todo teología moral y luego pasa al seminario y se hace sacerdote. Pero es un sacerdote muy apegado a la vida del pueblo, eso lo hace sensible a sus problemas. Fue cura párroco”. Explica que en la época había unos siete mil sacerdotes, pero apenas unos mil 17 fueron curas párrocos.   El insurgente En cuanto Morelos se entera de que su maestro Hidalgo está encabezando una insurrección y va rumbo a Valladolid, se va a búscarlo, lo encuentra en Charo y se van juntos a Indaparapeo. Ahí se le encarga a Morelos que insurreccione el sur y tome Acapulco: “Ahí llegaba la Nao de China o Galeón de Manila. Era un puerto importante. Si lo tomaban quizá lograrían conseguir armas y entrar y salir. Hidalgo le encarga una tarea difícil, él lo va a intentar de 1810 a 1813. Es hasta 1813 cuando consigue tomar el puerto, es decir tarda tres años; no le fue nada fácil.”   Estrategia Y es que, indica la historiadora, a diferencia de Hidalgo, Morelos nunca quiso tener grandes contingentes militares, porque “se daba cuenta de que era un error tener grandes grupos”. “Hidalgo llegó a tener 80 mil individuos, hombres, mujeres, hasta niños iban. Haz de cuenta un pueblo caminando ¡era demasiada gente! Llegaban a un pueblo de ocho mil habitantes ó 10 mil, 12 mil, ¿dónde los alojas?, ¿qué les das de comer? Es muy difícil. “Por eso Morelos no quiso esos grandes contingentes. Tenía unos dos mil 500 soldados, bien entrenados, que de veras manejaban bien las armas. Esa va a ser una de sus características, es mejor estratega que el propio Hidalgo.” Pero su buena fortuna no fue infinita. Explica Jiménez Codinach que en la Navidad de 1813, el 25 de diciembre, quiso tomar su ciudad natal Valladolid. Y entonces sí, reunió a 20 mil combatientes: “Ahí empezó a fallar y a declinar su estrella, porque no lo logra. Por una estratagema, no lo hicieron con conciencia, los realista entraron en medio de las dos lomas de Santa María que están detrás de Valladolid. Hay una hondonada. Y los realistas entraron y salieron, pero los insurgentes no se dieron cuenta de su salida y se estuvieron matando entre sí toda la noche de una loma a otra. Todos eran insurgentes”. La académica, investigadora también de Fomento Cultural Banamex, considera a Morelos como un hombre que tuvo muchas cualidades: “Buen humor, sentido práctico, se preocupaba de los detalles, él mismo conseguía pólvora para sus gentes, fue un hombre cercano a sus soldados”. En ese sentido, “es para mí uno de los hombres más importantes de la insurgencia”. Y recuerda que el año de 1815, hace justo dos centenarios, fue muy trágico para él por varias razones: “Desde esa derrota de diciembre de 1813, todo el año de 1814 --a excepción de los momentos en los cuales logra que se publique y proclame la Constitución de Apatzingán-- tiene ya muy pocos triunfos y el Congreso Insurgente le quita el poder ejecutivo y comienza a no hacerle caso”. El 5 de noviembre de ese año, Morelos es apresado: “Y ojo, mucha gente cree que él denunció y dio información sobre la situación de la insurgencia, al grado de que Vicente Leñero en su obra sobre Morelos (Martirio de Morelos) lo pone como en una gran problema de conciencia porque --según esto-- delató a sus compañeros, dijo dónde estaban los insurgentes, las armas escondidas. Y así lo ponen en el teatro. “Lo que no sabe Leñero, porque no es historiador, es que cuando Morelos es apresado (en noviembre), ya había pedido el indulto su secretario Juan Nepomuceno Rosáinz, en septiembre, y había dado una larga información a las autoridades virreinales de dónde estaba todo. También había pedido el indulto Andrés Quintana Roo y había delatado”. Hay también, dice, un sacerdote amigo de Morelos que revela dónde están las armas. Todo eso lo sabía Morelos, por lo tanto “no es que delate ante los realistas, ellos ya sabían todo. “Leñero lo pone sufriendo y con mucha culpabilidad por delatar a sus compañeros, pero no lo hizo, los realistas ya sabían. Lo traen a las cárceles de la Inquisición y ahí lo interrogan. Y él es muy directo en sus contestaciones: Como sacerdote se arrepiente de la sangre derramada, porque un sacerdote no puede promover la violencia, eso sí le puede, en eso es coherente como sacerdote. “Él dice una frase muy bonita antes de que lo fusilen el 22 de diciembre de 1815. Le dice a Dios: ‘Señor, si hice bien, tú lo sabes, y si hice mal, me acojo a tu infinita misericordia’. Él no es un hombre soberbio, cree que hizo bien, pero no está tan seguro. Lo fusilan en San Cristóbal de Ecatepec y no en la Ciudad de México porque él era muy popular.” Cuando lo llevan hacia Ecatepec, pide que le permitan despedirse de la virgen de Guadalupe, porque “era muy guadalupano”. Y el carruaje donde lo llevan se detiene en la iglesia del Pocito en la Villa de Guadalupe.   Dictados del corazón Además de un estratega militar, Morelos es reconocido como un gran ideólogo, no sólo por la Constitución de Apatzingán, sino por su documento Sentimientos de la Nación. Y se le pregunta a Jiménez Codinach si no es un contrasentido que oficialmente se celebrara el 250 aniversario del natalicio del prócer (con un discurso en el cual el ahora secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade Kuribreña, recordó justo el documento), cuando ese mismo día se formalizó el nuevo salario mínimo que alcanza apenas 70 pesos con 10 centavos. Es el mismo para todo el país, lo cual hizo que algunos analistas lo consideraran una especie de anuncio de que México es ahora un gran campo de mano de obra barata. Va completamente en contra de los preceptos de Morelos que en su punto 12, dicen: “Que como la buena Ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia; y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”. Jiménez Codinach cuenta que eran 22 los puntos y finalmente quedaron en 23. Destaca un aspecto del documento: “La mayoría de esa generación creía mucho en la razón, en lo racional, porque estaban influidos por la Ilustración. El hecho de que Morelos hable de sentimientos es muy importante porque hoy se sabe que no solo la razón vale, que los sentimientos pueden ser hasta más poderosos que una idea o convicción, un sentimiento de afecto o de amor por una persona, puede hacer acciones más valientes, más importantes, que una ideología”. Recuerda que el brasileño, Leonardo Boff, teólogo de la liberación, incluso señaló que si Descartes sostuvo “pienso, luego existo”, podría ahora decirse “siento, luego existo”, pues “los sentimientos son más poderosos para que el hombre actúe, pero los siglos XVIII y parte del XIX dieron demasiada importancia a la razón. Todo era ideas, ideologías, conceptos. “Pero Morelos de manera anticipada insiste en los Sentimientos de la Nación. Y le dice a Quintana Roo que él no era muy letrado, muy preparado, pero era lo que su corazón le decía. Yo creo que le dio al clavo”. Subraya que la cláusula 12 pretendía que se evitara el robo y saldar la desigualdad social. Lamenta: “No lo hemos logrado, al contrario, ve la miseria de este nuevo salario mínimo. Es una vergüenza… Pide que el Congreso dicte leyes benéficas. Dime tú si nuestro Congreso lo hace, parecen nuestros enemigos”. Hasta hoy no se han resuelto los problemas de representatividad, justicia social y equidad. “Morelos era sacerdote y como tal conocía bien las obligaciones con el prójimo. Se puede ver en tu proceso: Sí ha dañado, porque él tiene conciencia de eso, quiere la independencia pero los medios usados violentos o de represión le duelen porque es un sacerdote.” Reitera que es el más extraordinario: “Lo veo como el más cercano al pueblo de los dirigentes de la insurgencia”. La Jornada Académica en la iglesia del Pocito iniciará a las 10:00 horas del miércoles 28 de octubre. Entre los temas a desarrollar están: “Morelos y el establecimiento de la República en el proyecto de los insurgentes”, con Cristina Gómez Álvarez, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y “La configuración y desarrollo del culto cívico a Morelos”, con Ramón Alonso Pérez Escutia, de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo. En la segunda mesa, de las 12:30 a las 14:00 horas, intervendrá la doctora Jiménez Codinach, con el tema “José María Morelos: Vía dolorosa a San Cristóbal Ecatepec, 1815”, y otros colegas. La tercera mesa será a las 16:30 horas con Lourdes Turrent, de El Colegio de México, que tocará el tema “La independencia vista desde la catedral: el caso de Morelos en el Colegio de infantes”.

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