In memoriam César Tort Oropeza (1925-2015)

lunes, 5 de octubre de 2015 · 22:45
MÉXICO, D.F. (apro).- Para brindarle el último adiós al compositor y pedagogo musical poblano César Tort Oropeza, el pasado jueves 24 de septiembre se dieron cita en la agencia funeraria Gayosso de Félix Cuevas artistas, amigos, familiares y alumnos del Instituto Artene. En el velorio a quien fundara hacia mediados de los setenta dicho colegio para educación musical infantil en Coyoacán, su hijo Germán Tort declaró al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) que se preparaba un homenaje post-mortem a su papá y el estreno de una obra. “Dura una hora, no es muy compleja, es muy interesante, porque habla del Nuevo Mundo, del mestizaje y del futuro de esta nueva nación”, dijo Germán Tort, uno de los seis hijos del maestro, precisando que se trata de El Oratorio de la Santa Furia, obra sinfónica de su padre para coro, orquesta, declamador y cantantes, sobre Bartolomé de las Casas y la defensa que hizo de los indígenas en la época de la Conquista. Indicó que la comenzó César Tort “hace más de 20 años y recientemente pudimos revisarla hasta los últimos compases, esperemos que se pueda tocar con la Orquesta Sinfónica Nacional en Bellas Artes, eso sería el mejor homenaje que se le podría hacer. Esperamos le hagan otro homenaje en Bellas Artes, se lo merece, es el pionero… Mucha gente, muchos músicos y muchos maestros le agradecen porque enseñó un camino del cual en México nadie hablaba de él”. Las obras de César Tort son menos conocidas que su Método Tort de enseñanza musical para infantes, como destacó Rafael Tovar y de Teresa en su cuenta Twitter tras el deceso del maestro, ocurrido el 23 de septiembre pasado cuando contaba con 90 años de edad. El presidente de Conaculta escribió: “César Tort creó un método pedagógico musical que, desde la infancia, fomenta la sensibilidad y armonía en las personas. Lamento su deceso.” Samuel Máynez Champion, violinista y colaborador del semanario Proceso, expresó a través de la columna Estro Armónico que Tort “fue un visionario que creó un método único de educación musical; fue el primero que alzó la voz en México para que se atendiera la iniciación musical temprana, deja un legado y un enorme vacío en la comunidad artística”. Como redactor de esta columna Canto Rodado, tuve oportunidad de comprobar cuán eficaz es su método ejemplar al aplicarlo en la década de los ochenta, cuando tuve a mi cargo talleres de iniciación musical para niños en el Museo Universitario del Chopo y el Centro de Iniciación a las Bellas Artes del Instituto de Cultura de Tabasco. Asimismo, desde entonces entrevisté a César Tort en varias ocasiones, primero para la revista Tiempo Libre y más recientemente en Proceso. Hace dos años sostuvimos una larga charla donde me contó cómo su método musical fue rechazado para instaurarse en escuelas primarias oficiales, privilegiando el gobierno mexicano las flautas Yamaha propuestas por empresarios japoneses y mexicanos. “Creo que a raíz de aquella lucha contra los métodos extranjeros de música para niños que pretendían traer a los colegios públicos de México, y fundamentalmente mi oposición a que esa empresa del Japón se estableciera con sus flautas y órganos con beneplácito de la Secretaría de Educación Pública (SEP), fue que de alguna manera hubo presiones para silenciar mi trabajo como compositor. No puedo demostrarlo; pero en el fondo esa batalla mía contra la Yamaha molestó a empresarios que hostigaron a autoridades y, a la postre, me costó desaparecer como compositor en mi país.” (http://www.proceso.com.mx/?p=416352) Si bien Sergio Ramírez Cárdenas, subdirector general de Bellas Artes, quien acudió en representación del Conaculta y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) a dar el pésame a sus familiares, mencionó la posibilidad de realizar un homenaje a César Tort, ninguno ha sido anunciado hasta ahora por la SEP, el INBA, Conaculta o la UNAM, alma mater que publicó sus libros. Carta de Silvia Tort Durante el velorio a su padre, Silvia Tort Ortega entregó a los asistentes una misiva con el título de “Carta de Silvia Tort Ortega a su papá César Tort”, de donde tomamos los siguientes fragmentos: “De su mano conocí la grandeza de Palenque, la originalidad de Tonantzintla, los paisajes de (José María) Velasco, el legado de los prehispánicos, el canto del cenzontle. Tal vez él no se preocupó porque mis calificaciones escolares fueran excelentes, pero sí por darme una educación musical que me hizo ser selectiva, sensible y capaz de ver más allá: de ver el corazón... Hoy tengo 38 y me dedico con gran pasión a mi trabajo. Hoy veo un mundo lleno de historias infinitas. Hoy, vaya a donde vaya, llevo a México en el corazón. Lo tengo siempre en mis pensamientos y me duele su maltrato, tanto como me cautiva su inmarcesible belleza, y César Tort es el ‘culpable’ de ello. “Pero me estoy quedando corta. Algo me está faltando. Y es que mi padre, aunque fue un gran padre, aun fue mejor abuelo. Tuvo ocho nietos, grandes y chiquitos, y para todos ellos fue su héroe. Nadie les pidió a estos ocho niños que debían de admirarlo y respetarlo por la trayectoria que ha logrado. Ellos se dieron cuenta sin ayuda. Los más jóvenes peleaban por darle la mano o por dejarse cautivar por sus cuentos y dibujos, y los más grandes se turnaban para hacerle preguntas. Lo apodaron ‘el abuelo Google’ pues sabían que era capaz de hablar con gran conocimiento e imaginación de casi cualquier tema: arte, arquitectura, historia, política, astronomía, ingeniería y hasta paleontología, con especialidad en dinosaurios. “Sí, César Tort fue mi padre y abuelo de mis hijos y sobrinos, y con ese hecho nos dejó una herencia poderosa, pero también fue muchas, muchísimas cosas más. Fue un gran pintor (su casa está decorada con pinturas propias que parecen ser obras de un profesionista, no un aficionado); fue un delicado escritor, arquitecto, cineasta, compositor de obras que tocan el alma y un gran educador musical de México. Y aquí me detengo un poco porque vale la pena contarles una historia. “Hace décadas, cuando veía cómo su carrera de compositor estaba en ascenso y el presidente de entonces le solicitaba obras sinfónicas para inaugurar festejos nacionales, detectó con preocupación que los niños de México no estaban recibiendo una educación musical adecuada. Y sabiendo el enorme legado de la música en el desarrollo humano, y con gran conocimiento del folclore, de los instrumentos prehispánicos y de la lírica infantil, dejó todo a un lado para dedicarse a idear un método de enseñanza único en el mundo, que concluyó con la creación de ‘Artene’, centro de pedagogía musical infantil que hoy es homenajeado por especialistas internacionales en la materia. ‘Artene’ es una escuela que abre sus brazos a toda la infancia. No hace selección de alumnos, dado que asume que todo niño es amigo de la música y así es como puede sacar lo mejor de cada uno. “Siempre que escucho o leo en algún lugar la palabra integridad, mi padre viene a la mente. Mis recuerdos están llenos de historias que alimentan esto. Posiblemente una de las más relevantes fue ver cómo políticos o empresas como la Yamaha intentaron acallarlo, sin ningún éxito. “El trabajo de mi padre, acompañado de publicaciones donde expresaba que la educación musical de México no se atendía con respeto y honestidad, le estorbó a quienes querían hacer negocios con instrumentos, o a quienes la envidia o la cerrazón no les permitían darle la oportunidad a un método innovador y visionario de enseñanza musical. “En su momento, mi padre no la tuvo fácil. Le cerraron puertas, no obtuvo ‘apoyos’; pero eso no importó. Él nunca tembló, nunca dudó. Fue un roble que ningún viento cimbró pero que ahora da frutos exquisitos. Hoy, con el poder de la justicia del tiempo, la Escuela Nacional de Música, el Conservatorio Nacional, Conjunto Cultural Ollin Yoliztli y el Palacio de las Bellas Artes, entre muchos otros, han retumbado con la música de mi padre y con las ovaciones en su nombre. Aún falta mucho reconocimiento… pero esa ya es otra historia, la historia conocida por todos de un gobierno que suele poner los ojos en lo que menos importa, en lugar de ponerlos en lo medular… “Dejaste huella imborrable… Le cambiaste la vida a tanta gente… hiciste un mundo mejor. Eres increíble, César Tort. Silvia.”

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