Jorge Angulo, una vida en la arqueología

lunes, 2 de noviembre de 2015 · 23:23
MÉXICO, D.F., (apro).- Miembro del equipo de expertos que participó en la creación del Museo Nacional de Antropología hace ya más de 50 años, el arqueólogo Jorge Angulo Villaseñor recibió la presea  “Mictlantecuhtli”, otorgada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), por sus aportes al conocimiento en arqueología, museografía y restauración. Investigador emérito en la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, maestro en Ciencias Antropológicas y doctor en Arquitectura Prehispánica, el profesor Angulo realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) cuando su sede se encontraba en el antiguo Museo Nacional --hoy Museo Nacional de las Culturas--, en la calle de Moneda 13 en el Centro Histórico de la Ciudad de México. En una entrevista divulgada por el propio INAH con motivo del reconocimiento entregado el pasado 19 de octubre, el especialista cuenta que inicialmente estudió en el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Siendo un joven estudiante aprovechaba sus facultades en el dibujo y la escultura para sobrevivir. Entonces iba al Museo Nacional a copiar figuras para reproducirlas en barro. Y fue en ese lugar donde se dio su cambio de vocación, casi por azares del destino: “En una ocasión, tratando de entender los elementos que componen a la Coatlicue, sentí la presencia de alguien en mi espalda y resultó ser el museógrafo Mario Vázquez (también miembro del equipo creador del MNA). Él me pidió ayudarle a realizar las réplicas de unos códices para una exposición que estaría dedicada a los instrumentos musicales prehispánicos”. Así fue, dice el INAH, como encontró un sitio en las clases de Etnología que impartía la ENAH. Pero no fue la disciplina que más le atrajo porque los problemas sociales, con migraciones masivas de campesinos a las ciudades lo hicieron sentirse rebasado: “Respondía mejor a las expresiones que habían tenido los grupos antes de la conquista, trataba de entender no sólo las piezas y los complejos arquitectónicos, sino el funcionamiento de las estructuras sociales y políticas prehispánicas”. En ese campo tuvo la “oportunidad de oro” de trabajar en Palenque con el arqueólogo de origen francés nacionalizado mexicano Alberto Ruz Lhuillier, descubridor de la tumba de Pakal II. Su experiencia laboral anterior con el artista plástico Francisco Zúñiga le sirvió para realizar la réplica de los Nueve Señores del Inframundo que custodian la tumba del gobernante maya y colaboró en el montaje de una reproducción exacta de la cámara funeraria de Pakal en el viejo Museo Nacional. Desde sus primeros trabajos hasta la fecha, Angulo ha trabajado a lo largo de sus sesenta años de trayectoria profesional como arqueólogo, museógrafo y restaurador. Ha hecho trabajos de excavación en Tepeapulco y la cueva La Nopalera, Hidalgo; Yagul y Zaachila, Oaxaca; Tlatelolco, en la Ciudad de México. Asimismo, en sitios de Guerrero y Morelos, estados donde además fue director del Centro Regional INAH. Dirigió los trabajos para acondicionar el antiguo Palacio de Cortés en Cuernavaca como Museo Cuauhnáhuac y fue su director. Autor de “Dos rutas de intercambio cultural prehispánico”,  “Chalcatzingo un sitio excepcional en el estado de Morelos”, “Breve estudio sobre la arqueología de los mayas”, Angulo trabaja ahora un libro sobre lo olmeca en el Altiplano, uno de sus temas de investigación junto con la pintura mural prehispánica --fue miembro del seminario de la desaparecida Beatriz de la Fuente-- y el urbanismo teotihuacano. Recientemente, cuando se difundió que el INAH dio autorización para la demolición de vestigios arqueológicos en el municipio de Tlaltizapán, en Morelos, para la construcción de la autopista Siglo XXI, Angulo expresó su indignación comentando la nota publicada por Apro. Señaló que el INAH ha cedido ante la presión de consorcios que aprovechan la debilidad de funcionarios mediocres “que sólo bu$can (sic) el beneficio individual que les proporciona el pue$to (sic), sin entender que las obligaciones de nuestra institución son, o por lo menos fueron cuando el presidente Cárdenas fundó el INAH, las de salvaguardar los remanentes históricos, los arqueológicos y culturales que sustentan las raíces de nuestra nacionalidad”. El estudioso recordó que no es el primer caso, pues también se dio autorización en Cholula, Puebla “y una lista de muchos otros sitios históricos y arqueológicos…” y advirtió que desviar el trazó de la carretera no habría costado más del 0.01 por ciento del costo. Angulo pidió a los administradores del INAH, que renuncien “por dignidad propia”.

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