El síndrome Duchamp

martes, 10 de febrero de 2015 · 15:31
MÉXICO, D.F. (apro).- El recurso escénico de manipular miniaturas y muñecos como símbolo de lo minúsculo que un migrante mexicano en Nueva York puede sentirse junto a los enormes rascacielos, es un fuerte distintivo de la producción de El síndrome Duchamp dentro del campo teatro de objetos. La obra cuenta con muchas y variadas figurillas que forman parte del universo personal de Juan, un conserje, interpretado por Antonio Vega. Ese personaje sub-existe en una bodega de artículos de limpieza de un club de stand-up comedy. Dentro de ese contexto, el actor dispone de elementos anodinos a los que dota de vida, como una cubeta, un mechudo, un escritorio, un banco, estantes y hasta --¡cómo no!-- una rata y una cucaracha parlante, entre otros objetos más familiares como casetes --que son el medio de correspondencia entre Juan y su madre. Su juego teatral de interactuar con toda aquella utilería, propia para limpiar pero que funciona para hablar sobre el fracaso del sueño americano, refiere a los ready-made de Marcel Duchamp, quien en el campo de la escultura fue pionero en utilizar objetos de uso cotidiano, tal como un urinario, una de sus obras más populares (La fuente, 1917), para criticar con fuerza la institucionalidad y el fetichismo en el arte. Durante la obra, Vega hace mención directa a Duchamp al mostrar réplicas en varias escalas de Rueda de bicicleta (1913), el primer ready-made del artista francés. Utiliza los muñecos para representar al personaje principal. Las versiones de éste en distintos tamaños justifica el uso en escena de un circuito cerrado de video que amplifica en la pantalla la manipulación precisa de las figuras más pequeñas. De tal modo que el público puede ver a Juan encarnado por Vega y, en otros momentos, representado por muñecos miniatura. La dramaturgia es del actor y también la manufactura de títeres y utilería plástica, con la participación de Fernanda García, Toño Garduño e Iván Márquez. Para realizar el montaje, Vega echa mano de sus múltiples creatividades. Puede imaginársele armando cada pieza y explorando la acción física que la acompaña, además de ensayar los colores de voz adecuados para Juan y su cucaracha amiga. Sigue siendo un niño prolífico de casi dos metros de altura que lleva preguntas al escenario: ¿En realidad existe la soledad?, ¿qué es la felicidad?,¿en qué consiste el éxito? Entre otras cosas, es codirector artístico de la productora Por Piedad Teatro, al lado de Ana Graham, un proyecto mexicano contemporáneo con base en Nueva York que apunta a la colaboración binacional y que este año está festejando su quince aniversario. En el 2013, debutó en off Broadway con la obra Working on a special day, en el Teatro 59E59 con elogiosas críticas. El síndrome Duchamp está presentándose en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque hasta el primero de marzo. Después de la función, el público puede disfrutar de una exposición del trabajo plástico que implica la puesta.

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