Abre el Conaculta el diálogo con algunos "culturólogos"

miércoles, 4 de febrero de 2015 · 14:59
MÉXICO, D.F. (apro).- Hace más de un año, el 14 de diciembre de 2013, al reinaugurar varias salas del Centro Cultural Jardín Borda de Cuernavaca, Morelos, Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), causó controversia con sus declaraciones: “El trabajo cultural es de todos los días, con acciones concretas como son exposiciones, conciertos, presentaciones y ediciones de libros, los apoyos a los artistas, hay que olvidarnos ya de que la política cultural solamente es una retórica para unos cuantos estudiosos y culturólogos que encarnan este pensamiento que desvía la atención de lo que tenemos como principal obligación: ofrecer una vida cultural y artística de gran calidad para todos los mexicanos.” Acompañado del gobernador del estado, Graco Ramírez, el titular del Conaculta inauguraba entonces las exposiciones La naturaleza herida, de Manuel González Serrano: Apuntes de naturaleza, de Olga Costa; y Ciudades visibles, de Miguel Ángel Madrigal, por lo cual algunos consideraron sus expresiones anteriores como fuera de lugar. Varios estudiosos le respondieron. El investigador Carlos Lara G., autor del libro Voces, ecos y propuestas para la agenda cultural del siglo XXI. 25 años de debate, lamentó en una entrevista con el semanario Proceso que para Tovar la tarea cultural sea “propiciar actos, hechos, eventos culturales que vayan directo a la población”. A decir suyo eso muestra que el titular del Conaculta se asume como “un administrador de eventos culturales y no como el conductor de la política cultural del Estado”. Añadió entonces: “Me apena tener que recordarle que se administran bienes y se gobiernan personas; en ese sentido, lo que requiere el país es un gobierno, no una administración; una política cultural y no un simple calendario de eventos; un político cultural como usted, con su vasta experiencia y conocimiento en la materia, y no un gerente de exposiciones.” El investigador insistió en que toda acción cultural, aun la más mínima, debe estar enmarcada en una política cultural y en un diálogo con la comunidad artística e intelectual y la sociedad en su conjunto. Unos días después de lo dicho por Tovar, el periodista y estudioso de la cultura, Eduardo Cruz Vázquez dedicó --con un dejo de ironía-- “a los estudiosos y culturólogos que desvían la atención, según Rafael Tovar”, una de sus columnas que escribía en el diario El Economista, titulada “Que la ola reformista alcance al sector cultural”. Siempre sí… Finalmente, el Conaculta creó en 2014 el llamado Grupo Interdisciplinario en Políticas Culturales en la página web www.politicasculturales.mx, “un sitio --dice-- en el que reconocidos expertos estimulen el debate y la generación de ideas a través de una visión integradora y con un enfoque académico, de acuerdo con los principios establecidos internacionalmente para la realización de las políticas culturales”. Pero el debate no está abierto a todos los temas. No existe, por ejemplo, un apartado dedicado a la “Reforma cultural” o el “Estatus jurídico del Conaculta”. Los rubros están marcados así: 1. “Cultura para la armonía”. Aquí se encuentran textos relacionados con el programa homónimo, implementado por el Conaculta en el estado de Michoacán, con el propósito de “colocar a la cultura como una estrategia y mecanismo de cohesión social” (Cabe recordar que este programa se inició por instrucciones expresas de Enrique Peña Nieto, con una inversión de 470 millones de pesos). 2. “Políticas culturales”. Apartado en el cual se cuestiona el sentido de “las distintas acciones gubernamentales relacionadas con la cultura”. Es decir, las políticas culturales encargadas de “proteger, estimular, enriquecer y gestionar en favor de la cultura, como son prácticas, producción de bienes y servicios culturales; la preservación de la identidad y patrimonio cultural de la sociedad”. Se busca aquí conocer el desarrollo de las políticas culturales a lo largo de la historia del país. 3.“Industrias culturales”. Donde se revisan las condiciones en que se han desarrollado las industrias culturales, su impacto en la sociedad y su vínculo con otros ámbitos de la vida cotidiana, entre otras cuestiones. Se señala que su importancia radica en que el conjunto de actividades “de producción, comercialización y comunicación en gran escala, están marcando tendencias muy importantes, no sólo por el impacto en distintos niveles (local vs global), o por su articulación en las dinámicas de mercado, sino también en la construcción de relaciones sociales, familiares y de consumo novedosas”. 4. “Miradas (o Encuentros) internacionales”. Es el espacio para conocer la experiencia de otros organismos en el mundo en torno a las políticas culturales. Vienen al final sendos espacios para reseñas, comentarios y videos, donde se pública una entrevista de Carlos J. Villaseñor Anaya, al arquitecto Alfredo Pérez Armiñán, subdirector de Cultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). …pero no con todos Es necesario decir también que en este espacio de discusión no están tampoco todos los estudiosos o “culturólogos”. Participan sólo un puñado de investigadores. Eso hace que algunos de ellos repitan con textos en los diferentes rubros: El doctor en antropología social, Eduardo Nivón Bolán, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, escribe del programa “Cultura para la Armonía y su aplicación en Michoacán”, pero también presenta los textos “Los 20 años del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) y la política en México”, “El mundial de futbol: cultura y protesta social”, “¿Hacia dónde va la política de patrimonio cultural?”, “Cultura y proyecto nacional. México frente al caso Puerto Rico” y “Los responsables de la programación cultural. El Sistema Nacional de Cultura en Brasil”. A su vez, la especialista en políticas públicas, Carmen Pérez Camacho es autora de los ensayos “Medir la cultura ¿para qué?”, “La lectura como promotor de un cambio social”, “El futuro de las bibliotecas públicas”, y “La gestión cultural como estrategia de desarrollo: actores y niveles clave de intervención”. También colaboran en este sitio del Conaculta: Andrés López Ojeda, doctor en ciencias antropológicas de la UAM-Iztapalapa; Valeria Carmona, maestra en análisis político por la Universidad Complutense de Madrid; Carlos J. Villaseñor Anaya, quien ha sido consultor en cultura en varias instituciones de México y del extranjero; el sociólogo y filósofo Rafael Mesa Iturbide; el economista Ernesto Piedras; y Rossana Ponzanelli Velázquez, doctora en sistemas y ambiente educativos por la Universidad de Guadalajara Virtual. No se explica en el sitio web cómo se eligieron a estos especialistas y no a otros. La exclusión de gente que puede enriquecer el debate cultural siempre ha sido cuestionado y puede argüirse que de cualquier modo no se dejará satisfecha a la mayoría. Debate, ¿para qué? Se recordará que a punto de concluir su periodo como presidenta de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, la panista Kenia López Rabadán creó el Consejo Asesor del Marco Jurídico de la Cultura en México, el cual quedó conformado por Lucina Jiménez, Jorge Sánchez Cordero, Renato González Mello, Eduardo Cruz Vázquez, Renán Guillermo González, Hilda Trujillo y Rafael Mesa Iturbide (sólo éste participa ahora en el foro de debate del Conaculta). En febrero de 2013, ya con la diputada Margarita Saldaña como presidenta de la Comisión de Cultura, el consejo se modificó, quedaron Sánchez Cordero, Lucina Jiménez, Cruz Vázquez, Hilda Trujillo, Cecilia Lugo, Deborah Holtz, Alfonso Arau y Víctor Ugalde. En la primera mesa de trabajo del consejo, en julio de 201, el jurista Sánchez Cordero advirtió: “Los tiempos de la cultura tienen su propio ritmo y son tiempos totalmente independientes de los tiempos políticos; no admiten ser subordinados a los tiempos e intereses políticos. Una legislación (la cultura) de esta importancia merece un proceso de maduración y de reflexión.” Lo cierto es que este hasta el momento no se ha llegado a un acuerdo, ni siquiera del sentido que debe tener la discusión de las políticas culturales: Ser el marco teórico de las acciones culturales, tratar de establecer un marco legal, una reforma jurídica del sector. Hay quienes han intentado guiar el debate hacia la pertinencia o no de crear una secretaría de cultura, de establecer un marco jurídico al Conaculta o crear una ley general de cultura. El historiador de arte Renato González Mello dijo entonces que habría que evitar “la tentación” de que una legislación en particular se convirtiera en el centro de la discusión del consejo asesor. Sobre esos temas no se ha pronunciado el Conaculta y no hay textos en su sitio web referidos a una ley general de cultura, el marco jurídico del Conaculta o una reforma integral. El Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu), fundado por Cruz Vázquez con apoyo de la UAM-Xochimilco, ha propuesto una reforma integral del sector cultural. Sus integrantes, entre quienes se pueden mencionar a Alejandro Ordorica Saavedra, Antonio Mier Hugues, Carlos García de Alba, Héctor Garay, Patricia Chavero y Tomás Ejea, no participan en el sitio del Conaculta. Tampoco se han incluido ahí textos de otros investigadores, tal vez antagónicos entre sí o coincidentes pero ampliamente conocidos por sus aportaciones al debate: Lourdes Arizpe, Bolfy Cottom, Leonel Durán, Felipe Echenique March, Iván Franco Cáceres o Néstor García Canclini, por mencionar sólo algunos. Y no hay participación de los trabajadores del subsector cultura. Cuando se inició la labor del Consejo Asesor de la Comisión de Cultura, apenas logró entrar al salón un pequeño grupo de trabajadores de los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y el de Bellas Artes (INBA), la mayoría se quedó afuera y participó de una protesta. Mario David Acevedo, representante del INAH, expresó entonces que no estaban representados en ese consejo, y reiteró el temor que han expresado a lo largo de más de dos décadas de que se apruebe una legislación sin la consulta a las instituciones del sector, creadores, divulgadores, promotores, trabajadores, grupos culturales, investigadores, pueblos indígenas, comunidades y sociedad en general. Eso resume el tamaño de la exclusión del nuevo sitio de reflexión del Conaculta.

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