"Sobre y tras la historia"

miércoles, 4 de febrero de 2015 · 14:24
MÉXICO, D.F. (apro).- Desde la antigüedad, la humana criatura se interesó por conocer el mundo que lo rodeaba… y al mismo tiempo deseó dejar constancia de su paso por él… y así fue como comenzó, primero, por relatar a otros sus quehaceres diarios… y después por escribir esos sus aconteceres cotidianos… con lo cual comenzó a hacer su historia… ¿y para qué le ha servido y le sirve la historia? Esta pregunta, inquietos, atormentados y hasta angustiados humanos, resume y contesta, de alguna manera, las siguientes que, de manera vaga o directa, se ha hecho y hace en su existir el bípedo implume: ¿de dónde vengo?... ¿por y para qué estoy aquí?... ¿y a dónde voy?... preguntas todas que han dado lugar a que estudiosos de las mismas haya dicho de ella lo siguiente: que la historia es la investigación de los hechos humanos. Y obedece a la necesidad de dar una explicación coherente de los individuos y de las sociedades que integran los mismo… pues tanto los individuos y las sociedades que forman tienen la vital necesidad de conocerse a sí mismos… y la ciencia histórica es, en gran medida, la que suministra los hechos y los medios para comprender sus orígenes y las peculiaridades esenciales de las personas y las sociedades a la que pertenecen… y sus relaciones con otras comunidades humanas… ¡pero ay! Puede ocurrir… y desafortunadamente sucede… que en no pocas ocasiones la historia ha sido y es manipulada con el objetivo de justificar los intereses de un determinado grupo social… y también acontece que, inevitablemente, los hechos del pasado suelen contemplarse desde las perspectivas del presente y por ello, en cada etapa del desarrollo de la humanidad, el propio concepto de la historia ha evolucionado según la concepción del mundo predominante en cada época y en cada cultura, como, por ejemplo, lo muestran e ilustran las sagas escandinavas, las obras clásicas de la literatura de la India y la concepción divina, teológica del mundo imperante en la Edad Media en Europa. Esos cambios conceptuales, y otros parecidos, han llevado a estudiosos de la historia a opinar que no puede llegar a ser una ciencia en el estricto sentido de la palabra, por lo que en su análisis e interpretación proponen y recomiendan que se prescindan de los denominados “juicios de valor”… o sea expresar, que tal hecho o acción es buena o mala, conveniente o inconveniente, digna de admiración o de censura. Esa rigurosa exigencia de objetividad, llevada a su extremo, ha conducido a historiadores a ver en el objeto de sus estudios una crónica de una serie de sucesos, de cambios en el tiempo, debidos, sobre todo, a las acciones y decisiones de unos pocos individuos más emprendedores y con mayor iniciativa que la mayoría… volviendo así a la vieja idea del inglés T. Carlyle, de que la historia es obra de una minoría selecta: los héroes, salvadores y guías de la humanidad, quienes a la vez que hacen la historia están siempre más allá de su tiempo… con lo que el estimado lector de la presente dirá si así no se fomenta, alimenta y robustece el hecho de que hay unos pocos seres nacidos para mandar y muchedumbres nacidas para obedecer… de que hay pastores que cuidan y guían rebaños de borregos, porque los mismos no saben, no son capaces de moverse hacia lo que les conviene… y también me dirá, el estimado lector, si ese concepto o visión de la historia, de manera colateral, no justifica y hasta legaliza el darvinismo social. Muestra e ilustración de lo acabado de expresar es la exposición titulada ITINERARIO DE HERNAN CORTES, montada en Madrid, en la cual, según su comisario y coordinador general, M. Almagro Gorbea, se ha tratado de evitar el maniqueísmo histórico, ser más objetivos y seguir los pasos de la moderna historiografía, de estar más en la perspectiva anglosajona, que no trata de subrayar lo bueno o lo malo del personaje, de Hernán Cortés, sino de superar la visión de la leyenda negra del conquistador o la visión romántica del mismo e ir más allá y verlo como el artífice del mayor encuentro que ha habido en la historia de la humanidad… como, por ejemplo, también lo fue en su tiempo Alejandro Magno… y que las expediciones de castigo, esclavización y asesinatos de los indígenas americanos no deben interpretarse de forma anacrónica como meras expresiones de la violencia de la guerra y que más bien documentan el duro conflicto cultural, religioso e ideológico que entrañó aquel primer encuentro entre dos mundos… sin comentarios por parte de servidora… que los deja al buen juicio del apreciado lector de la presente. Que los dioses a los mortales protejan de las malas visiones e interpretaciones equivocadas de los hechos. LA LECHUZA DE ATENEA

Comentarios