Actualidades escénicas: "El Paraíso"

domingo, 1 de marzo de 2015 · 13:13
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- ¿Cuál es la peste que se cobra a miles de muertos en nuestro país, cuál es nuestra muerte negra? Entre la histeria y la indignación un grupo de jóvenes nos lleva a una bodega para contarnos su testimonio. El Paraíso es una obra escrita y dirigida por David Olguín como examen final de los alumnos de la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT) del INBA. La obra abre con el traslado al espacio. Se entra a la bodega donde se pasa al lado de los actores que se visten y arreglan a la vista del público. La matriz de esta pieza fue El Decamerón de Boccaccio. Se trata de un montaje realizado durante un año a manera de Laboratorio en donde las historias y los conflictos fueron saliendo y creándose entre el equipo. Los personajes huyen de la peste y se alojan en el hotel-bunker Decamerón Cocos Resorts. El personaje principal es Zamira, una mujer que trata de salir de ahí y volver al mundo. El espacio dramático es ambiguo y deja al aire muchas preguntas. No se sabe si es el limbo o la mente de Zamira u otra cosa. Los demás personajes se dibujan y desdibujan conforme la obra corre. Los jóvenes encerrados cuentan historias en un intento de huir de la realidad de afuera que los atormenta. Los personajes van desde prostitutas, travestis alcohólicos y niñas perdidas, cada uno parece estar encerrado para revivir la tragedia de su vida. La escenografía a cargo de Alan España sobresale en el espacio gris de la bodega y consigue darle profundidad a las acciones. Las maletas nos crean añoranza de lo que se quedó afuera. El lugar se utiliza de manera espléndida logrando crear una atmósfera de abandono y pobreza. El diseño de vestuario  de Rodrigo Muñoz parece ser de los grandes aciertos del montaje. Cada prenda recrea al personaje y lo apoya en su trabajo. La línea que se sigue busca la sensualidad de los intérpretes y de manera acertada resalta y exhibe sus cuerpos. Sin embargo, la dramaturgia es confusa y no termina de cuajar. Existen escenas que se alargan innecesariamente y no dan espacio a que otras, más potentes en cuanto a discurso y plástica, sobresalgan. La alusión a la violencia de género y al secuestro es necesaria y pertinente en un momento como el que vivimos en el país, pero le hace falta fuerza y claridad. El elenco lo integran Ludwig Berlinea, Zamira Franco, Diego Garza Marín, Fabrizio Grajeda, Francisco Granados, Paty Hernández, Juan Pablo Mazorra, Darinka Olmaguirre, María Rosher, Alberto Santiago, Álvaro Sandoval Cazares, y Daniela Soto Vel. El trabajo actoral es riguroso y logra mantener la energía y precisión de principio a fin. La dirección logra imágenes que articulan un discurso estético. El ritmo se mantiene arriba. No obstante los desnudos y gritos innecesarios abundan y se cae por momentos en el lugar común del teatro. El Paraíso es un trabajo estudiantil de gran calidad guiado por un director que vale la pena de ser visto. El reestreno fue el 16 de febrero y estará hasta el  22 de abril en la Bodega 6 de la Escuela Nacional de Arte Teatral, dentro del Centro Nacional de las Artes los días lunes, martes y miércoles a las 20:00 horas.

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