"De la virtud y la política"

martes, 10 de marzo de 2015 · 13:52
MÉXICO, D.F. (apro).- Tristes, entristecedores y risibles vivientes: si están como están, igual al santo Job, agobiados de aflicciones, a ustedes mismos se le deben. No lo niego, pues lo reconozco, que sus problemas personales del cotidiano vivir, les es suficiente y es sobra, a la mayoría, para tenerlos así; y a ello hay que añadir que las noticias que ven y/o escuchan en los periódicos, revistas, radio, televisión, en gran medida se refieren a atracos, secuestros, trata de personas, extorsiones, asesinatos así sean individuales o colectivos, guerras regionales (algunas de las mismas justificadas con el lema de que son preventivas), terrorismo; eso por una parte. Por otra, esos mismos medios les hacen ser receptores impotentes de la arrogancia, del exhibicionismo prepotente y hasta majadero o bien de la corrupción e impunidad de los que son protagonistas personajes de los poderes de hecho, sea el político, el industrial, el del comercio, las finanzas o el de los medios de comunicación, todo lo cual no es como para que se pongan a bailar de gusto, pues todo ello muestra, demuestra y confirma que esa globalidad en la que se mueven y los mueven, es una sociedad enferma. Es corrupta e incluso hipócrita por más que presuma de democrática, inclusiva e igualitaria, pues la realidad es una sociedad de clases, donde existe un uno por ciento que lo tiene casi todo y un 99 restante que compite ferozmente, como perros y gatos, por lo que queda disponible; en una sociedad donde ese uno por ciento de privilegiados llevan una vida de derroche y ostentación y en la que hay millones que malcomen y otros que se acuestan con hambre y se levantan sin tener que comer. El que la globalidad en la que respiran sea así, perdonen que se los diga, servidor considera que se debe a que poca o ninguna atención han tenido a lo que él les dijo, y sigue diciéndoles en su obra, desde hace más de 2,330 años. Para los que nunca lo han sabido, si los hay, o los que lo han olvidado, les recuerdo y digo que servidor es de los que creen que el fin al que aspira todo humano es al de ser feliz, fin en sí mismo al que no hay que confundir con el placer, al que ciertamente incluye. La felicidad es algo más, no es hacer cualquier cosa, es un hábito acompañado de razón, por medio de lo cual se llega a entender y explicar que la virtud en el hombre es el hábito por el que se hace bueno y por él realizará la obra que le es propia buscando el bien y actuando con justicia. Recalco, la virtud no es pasión y tampoco emoción, es hábito, por lo que se puede decir que el humano la construye con sus acciones pues si la virtud no fuera acción, los más virtuosos serían los dormidos. ¡Ah!, y añado que sin virtud el hombre es el ser más salvaje y cruel e inclinado con lo peor de los modos a los placeres. Otras de mis creencias, afirmadas después de observar y analizar a la humana criatura, es la de que el hombre es un animal político por naturaleza, de lo cual saqué, como consecuencia, de que el bien al que aspira todo individuo, o sea, la felicidad, que a su vez es virtud y acción virtuosa, es de la competencia de la ciencia soberana: La ciencia política Servidor considera que la ciencia política es la encargada de diseñar y, con su sana práctica, hacer virtuosos a los ciudadanos, es decir, que a los políticos les corresponde la tarea de encauzar a los ciudadanos por los caminos del bien, la honestidad, de la justicia, de la virtud, como ya dije más arriba. Pero ojo, en eso de hacer virtuosos a los hombres, no es sólo tarea de los políticos. Hay, como quien dice una dialéctica, un toma y daca entre los políticos y los ciudadanos, o sea, que el ciudadano igualmente debe ser activo en su virtud o lo que es lo mismo, interesarse en la política, en exigir que los políticos y sus políticas sean virtuosas. Por eso dije al inicio de la presente que si están, se debe al desinterés, e incluso el rechazo de tantos y tantos de ustedes de la política, que sí, que tiene mucho de despreciable… así como no pocos de los políticos… en esa globalidad en la que respiran y la mueven. ¡Más cuidado!, la cosa no es tan sencilla, pues como dijo, no recuerdo quien en este momento, siendo el hombre un animal político por naturaleza, si se les despoja o rechaza él a la política, queda en la animalidad… y con ello listo para ser tratado como un borrego… como una persona sencilla y tonta… y por consiguiente fácil de manipular. Que los dioses les ayuden a ser en verdad virtuosos. ARISTÓTELES

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