Desamparo frente a la destrucción del patrimonio de Puebla

martes, 7 de abril de 2015 · 15:07
MÉXICO, D.F. (apro).- Desamparo es sin duda la sensación que muchos ciudadanos tendrán luego de leer las declaraciones del historiador Felipe Echenique, en el sentido de que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), tras la denuncia presentada por investigadores de la propia institución ante la Procuraduría General de la República (PGR) por los daños causados a los fuertes de Loreto y Guadalupe, en Puebla, concluye que no hay tal daño. El historiador explica, en la revista Proceso del 21 de febrero pasado, de lo informado al sindicato sobre los trabajos de remodelación del sitio, autorizados por el coordinador de Monumentos Históricos del Centro INAH-Puebla al gobierno de Rafael Moreno Valle, que presentó 22 proyectos, todos concluidos “satisfactoriamente”. Desamparo cuando se lee también en el mismo semanario que la reportera Gabriela Hernández, corresponsal en Puebla, reportó que los especialistas del INAH han sido desplazados por peritos sin título ni cédula profesional, y que no obstante se han convertido en pieza clave para que los gobernadores poblanos impongan sus proyectos constructores por encima del patrimonio cultural, y por ende de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos. Desamparo cuando la misma reportera pide al titular de Monumentos local, Francisco Ortiz Pedraza, información sobre el asunto y él califica de falsa el acta administrativa que el propio INAH levantó contra los trabajadores, y dice desconocer su existencia. En cambio opta por la defensa de los peritos, sin mostrar los títulos que los acreditan. Hasta llega a decirle a la reportera que el viaducto que construye el gobierno de Puebla a 500 metros de la pirámide de Cholula “mejoró el entorno”. El funcionario, las autoridades del INAH central, el mismo gobierno de Moreno Valle parecen olvidar la importancia de la gran construcción precolombina, que fue llamada Tlachihualtepetl o “montaña hecha a mano”, y que es la más grande en América con 400 metros por lado y 60 de altura. Diversos investigadores refieren que Cholula es uno de los centros poblacionales con mayor continuidad en México. Se fundó entre el año 500 y 200 antes de la era cristiana, y de entonces a la fecha ha sido habitada. Hernán Cortés la describe en una de sus Cartas de Relación del 30 de octubre de 1520 como “la ciudad más hermosa de fuera que hay en España, porque es torreada y llana…” Si bien Cholula no está inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial, sus habitantes han logrado reunir más de 2 mil 500 firmas para solicitar la intervención de la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Irina Bokova, quien ya se ha pronunciado en contra de la destrucción en zonas de conflicto como Irak. Se siente desamparo al leer al arquitecto Sergio Zaldívar Guerra, exdirector de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural del Conaculta, recordándole en un artículo al INAH cuáles son sus funciones sustantivas y cómo ha declinado de ellas en aras de la explotación --“prostitución”-- turística. Y deja una reflexión: Si se pudo detener con la Ley sobre Monumentos el proyecto para un show de luz y sonido en la Zona Arqueológica de Teotihuacán, cuando Enrique Peña Nieto fue gobernador en el Estado de México, ¿por qué con la misma ley en la mano no puede defenderse el resto del patrimonio del país, si sigue vigente? El proyecto de Moreno Valle presentado al INAH incluye la construcción de 40 locales comerciales, tres restaurantes, cuatro estacionamientos, andadores peatonales, una ciclopista, una cancha de beisbol, un teatro al aire libre, un lago de 11 mil metros cuadrados, fuentes, quioscos, baños públicos, casetas de control y una reja perimetral de tres metros de altura. ¿El turismo se sentirá más satisfecho al recorrer Cholula si después pasa a estas áreas a comer pizzas o tomar café de cadenas como Starbucks, como se puede hacer en los llamados paradores turísticos hechos por la entonces gobernadora de Yucatán, la priista Ivonne Ortega, o si ve un espectáculo teatral como el que se presenta en Xcaret, en Quintana Roo? Otra pregunta que cabe es si Bokova se pronunciará en contra de este tipo de proyectos y a favor de la preservación del patrimonio cultural, cuando investigadores del INAH han señalado que es la propia UNESCO la que impulsa proyectos de explotación turística y el ver a la cultura como un “recurso para el desarrollo”. Y si lo hiciera, ¿se detendrá el gobierno poblano? ¿Y el gobierno federal? Ya se ha visto que los organismos internacionales no están en el mejor momento de su relación con México, cuando instituciones de la sociedad civil han expresado preocupación por las descalificaciones de funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores a la Organización de las Naciones Unidas por haber señalado que en México la tortura y la desaparición forzada son “prácticas generalizadas”. Esto también deja la sensación de desamparo.

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