"¿Usted se lo cree?"

martes, 7 de abril de 2015 · 14:41
MÉXICO, D.F. (apro).- Estimado lector: ¿ya sabe usted que vivimos en el mejor de los mundos? No es opinión de servidor, es información que se debe a todos los defensores, dirigentes y teóricos de la globalidad en la que respiramos, pues en la misma, dicen felizmente se dejó atrás el paradigma (esto es, un marco de referencia que en un determinado momento histórico permite interpretar los fenómenos, tanto naturales como sociales, políticos, económicos, etcétera, que se dan en el mismo) que consideraba al Estado como una expresión jurídico-política de un grupo o clase social dominante, lo que significaba la existencia en la sociedad de grupos sociales en conflicto que luchaban por alcanzar el poder para utilizarlo, una vez alcanzado, en provecho propio. Afortunadamente, sentencian ese paradigma o doctrina, ya está en el museo de la historia, haciendo compañía a los del dominio por la fuerza y la astucia que tuvieron lugar en la primitiva horda y las sociedades tribales de nuestra especie, así como el de la poliarquía (gobierno de muchos), propio del feudalismo, en el que los privilegios de los que mandaban, de los que gobernaban, estaban justificados por la religión, misma que fue instrumento de control de los gobernados, situación que siguió vigente en gran medida con el gobierno de los reyes soberanos, reyes por la gracia de Dios, que se fue formando y afirmando a través de la Edad Media y entró en periodo de extinción con la Revolución Francesa, con la llamada Edad Moderna. ¡Ah!, para nuestra suerte, nos movemos en un paradigma donde los grupos sociales no son necesariamente irreconciliables y puede existir y servir por igual a todos los ciudadanos, por lo que dicho Estado aparece como genuino representante del interés general de la sociedad, ya que en él todas las personas son iguales ante la ley, todos tienen iguales oportunidades de ascenso social e iguales oportunidades de participación en los asuntos de la comunidad, pues los grupos sociales son abiertos y la discriminación jurídica y política está prohibida y condenada, y que se entiende y se da por seguro que el interés de cada ciudadano coincide con el de la colectividad. Este paradigma, es decir, este modo de ver, sentir, interpretar al mundo (que no hay que olvidar es el del neocapitalismo, vertebrador y administrador mayor de la globalidad en la que vivimos), se autoproclama representante y campeón defensor de la libertad y de la democracia incluyente y respetuosa de la minorías, del libre mercado competitivo y de la propiedad privada. Así platicadas las cosas, no puede negarse que ese discurso es de por sí atrayente por su atractiva conveniencia para todos. ¿O no es así?... estimado lector, ¿Usted se lo cree?... Si es así, siento decirle que servidor tiene sus dudas sobre el mismo, pues pienso que no les falta razón a sus críticos cuando dicen que desde un punto de vista real, esta concepción del mundo (modelo, paradigma, ideología o como se le quiera llamar), que es la del llamado neocapitalismo, conduce y hace de la sociedad, una institución desigual, la divide en clases en la medida de que el derecho a la propiedad sin mayores restricciones, hace las diferencias entre los individuos… por más que la religión los considere iguales por ser todos hijos de Dios; que ante la ley todos sean iguales y la ciencia, por su parte no repare en colores y otras diferencias que puedan existir entre los integrantes del linaje humano, a los que considera iguales por su origen común… igualdades que han costado tiempo y muchos conflictos, no poco sangrientos, para que fueran reconocidas… ¿Qué tenemos con el modelo, paradigma o como se quiera llamar a esta visión capitalista de la historia?... pues que viene la propiedad, repito, y muestra y demuestra que de hecho no lo son, que son desiguales, ya que hay quien tiene mucho (ya sea dinero, fábricas, empresas diversas, tierras, etcétera)… insisto: hay quienes tiene mucho y con los menos, mientras que hay otros, que son los más, que no tienen para vivir más que la propiedad del trabajo que puedan desempeñar… y no faltan quienes ni eso pueden vender para sobrevivir: los desempleados. Así las cosas, puede decirse que la desigualdad es generada por la economía; esta realidad, que no puede negarse, va unida a la de que los ricos, siendo los menos, tienen más poder para influir en la toma de decisiones políticas, jurídicas y económicas que afectan a los más. Ante esas realidades, servidor pregunta: el paradigma del neocapitalismo, ¿No es la misma gata, nada más que revolcada, del modelo que había mandado al museo de la historia, al que considera que el Estado, o cualquier gobierno que lo represente, no es más que la expresión jurídico-política y socio-económica de un grupo o clase social dominante, para así poder asegurar e incluso ampliar sus muy particulares intereses y privilegios? Usted, estimado lector de la presente, ¿Opina si mi suposición merece o no una respuesta?, ¿Qué me dice? Con mis mejores deseos. LIGORIO D’REVUELTAS

Comentarios