Gana en Cannes el documental méxico-chileno "Allende mi abuelo Allende"

sábado, 23 de mayo de 2015 · 14:34
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Allende mi abuelo Allende, una coproducción de México y Chile, ganó el Premio L’oeil D’or (El Ojo de Oro) al Mejor Documental del 68 Festival Internacional de Cine de Cannes. El jurado de esta sección definió al largometraje, dirigido por Marcia Tambutti Allende (hija de la senadora chilena María Isabel Allende Bussi), como un “filme muy personal de una joven cineasta que trata de romper el silencio que pesa desde hace décadas en su propia familia sobre el personaje legendario que era su abuelo”, el expresidente Salvador Allende. “Es un trabajo delicado que explora la intimidad de una familia con un gran pudor”, explicó el equipo calificador presidido por Rithy Panh, y compuesto, entre otros, por el conocido documentalista galo Nicolas Philibert y por la actriz Iréne Jacob. Catorce documentales fueron seleccionados para competir en esta primera edición del premio recién creado por la Sociedad Civil de Autores Multimedia de Francia (SCAM, por sus siglas en francés) y el Instituto Nacional de lo Audiovisual (INA). Tambutti Allende, quien creció en el exilio en México, recibirá 5 mil euros de este reconocimiento. La cinta se estrenará en Chile en septiembre próximo, “un mes que no es fácil” porque Salvador Allende se suicidó un 11 de septiembre, durante el inicio del golpe de Estado, comentó la directora. La cineasta concedió a este medio la primera entrevista sobre el documental en marzo pasado, donde explicó por qué y cómo surgió el proyecto. Aquí se anexa esa charla, publicada en Proceso, en el número 1999: Marcia, nieta del expresidente chileno Salvador Allende, sondea a su familia, ante la cámara cinematográfica sobre cómo era la vida personal del médico cirujano y político socialista. Además, busca las razones por las cuales sus parientes no hablan mucho de ello ni del 11 de septiembre de 1973, día del golpe militar encabezado por el dictador Augusto Pinochet. El resultado es un largometraje documental, titulado Allende mi abuelo Allende, donde Marcia Tambutti Allende –hija de María Isabel Allende Bussi–, presidenta del Senado de la República de Chile y prima segunda de la escritora Isabel Allende, investiga al mismo tiempo quiénes conservan fotos, porque el álbum familiar fue extraído por el ejército de la casa de sus abuelos en la avenida Tomás Moro ese mismo 11 de septiembre. Pero toda esa indagación la llevó a abordar tópicos como la fuerte relación de Allende con el pueblo chileno, el suicidio del cuatro veces candidato presidencial en Chile, los suicidios en Cuba de su tía Beatriz, Tati, otra de las hijas de Allende y quien se convirtió en su más cercana asesora y colaboradora durante su presidencia, y el de Laura, la hermana del presidente, quien antes del golpe militar era diputada por el Partido Socialista. En la cinta se ven archivos fílmicos donde niños, jóvenes y adultos seguían a Allende. “Recorrió el país tantas veces al ser candidato para presidente y otras para senador o diputado, que lo conocían a fondo, y nunca lo olvidaron”, explica. El silencio Es la voz en off de la misma Marcia en el documental, cuya productora es la chilena Paola Castillo y la coproductora mexicana Martha Orozco: Mi familia se dedicó a difundir por el mundo la violación de los derechos humanos en Chile, el legado de mi abuelo. Lo paradójico es que en nuestra intimidad no hablaban de él. –¿Por qué esa contradicción? –se le interroga a la también guionista del documental. –Al tener como ejemplo la vida de mi abuelo y ver las dictaduras en Sudamérica, mi familia asumió con mucha responsabilidad la lucha, no sólo por la memoria y el legado de Salvador Allende, también por el retorno de la democracia en Chile y por el respeto a los derechos humanos. Y cuando hay una causa tan poderosa, uno a veces posterga todo. En el caso de mi abuela Tencha, pospuso ciertos lazos familiares, su tiempo libre, su salud, muchas cosas, yo diría con bastante sacrificio, por el retorno a la democracia y el respeto a los derechos humanos en Chile. Y todo eso seguía liderado por la figura de mi abuelo. “Incluso una exiliada me dijo que a los chilenos les habían abierto las puertas en el mundo de una manera muy especial por la figura de Salvador Allende.” –¿Está satisfecha de los respuestas que logró obtener de su familia? –Hay muchas dudas que siguen sin resolverse. A medida que mi familia se fue abriendo y esforzando por incorporarse a este viaje hasta donde pudieron, fui entendiendo sus límites para hacerlo. Eso me marcó mucho. Un pasado escondido Marcia tardó siete años en elaborar el documental. Ella, quien omitió su segundo apellido por décadas y residió en México casi 30 años, recuerda que surgió la idea de realizar la cinta cuando estaba estudiando su posgrado en el Imperial College de Londres (en la Universidad Nacional Autónoma de México cursó la licenciatura en biología): “Quizá como estaba en otro territorio, es decir no era Chile ni México, donde habitaba cotidianamente, se obtiene una mirada más panorámica. Justo leía un libro donde la protagonista conocía muy bien sus antepasados, y allí me di cuenta –fue un buen espejo– que yo no tenía idea de cómo se llamaba el padre y la madre de mi abuelo Allende, ni sabía cómo creció. No es que nunca me hablaran de eso, pero había unas dos o tres anécdotas que eran las mismas que se reiteraban y no había nada más. En ese momento nació un interés concreto de querer conocer a mi abuelo, y me di cuenta que en mi familia es muy poco lo que hablamos y nunca había leído una biografía de él.” Resuelve que quizá la marcó un suceso de cuando tenía nueve años: “En la película lo narro. Mi mamá estuvo en La Moneda, junto con mi tía Tati el día del golpe militar, pero aunque ellas querían permanecer, mi abuelo les pidió que salieran, y nunca le había preguntado qué había vivido ese día, hasta que lo hice de pequeña, y su reacción fue de protegerse la cara y me dijo: ‘No te puedo contestar’ y me recomendó un libro que contenía errores, pero que era lo único que había en ese momento, y que luego charlaríamos. Nunca hablamos. Ahora sé que los errores en ese volumen era que hablaba de asesinato y no que se suicidó mi abuelo. Como niña, si ves que la curiosidad le causa dolor a las personas que quieres, aprendes a aplacarla. Esa es la tesis del documental: uno en el fondo deja de preguntarse cosas si hay dolor.” Durante el proceso del documental leyó cerca de siete biografías sobre su abuelo. En la película aparece a cuadro Isabel Allende Bussi, quien narra a Marcia: “Nadie esperaba un golpe de Estado con esas dimensiones tan horribles. Y tenía la esperanza de que eso pudiera revertirse. “…Si hay algo que a mí me haya hecho bien en la vida, fue haber ido a La Moneda. Es un tema en el que para mí hay un antes y un después. Si no hubiera hecho eso me habría quedado siempre una sensación muy dolorosa, de no haberlo despedido, de no haberlo compartido. Lo alcancé a vivir tres horas. El ataque, la infantería, los tanques rodeando, la gente que estaba allí solidaria. Muchas personas estaban allí porque querían estar, asesores y amigos. Eso era maravilloso.” –¿Era complicado preguntarle a su abuela Tencha al grabarla con la cámara? Al instante Marcia explica: –No era fácil. Mi abuela tuvo una vida muy sacrificada. Ya tenía 92, 93 años y fui muy consciente que alguien que está al final de su vida a veces está más receptivo a revisarla y de repente a contar, pero también había que respetar sus silencios. Creo que era la maestra del silencio. Sabía cuándo decir o no algo. Tenía una dualidad de sentimientos entre el respeto y de que también tenía derecho a preguntar. Era un equilibrio difícil para mí, me consumió mucho tiempo, incluso de terapias. Se consuela al decir: “Aunque sí hay un momento donde ella se abre y también me confiesa su dolor.” Las fotos familiares –Encontrar un sinnúmero de fotos familiares y de la vida política de su abuelo, las cuales muestras en la película, ¿qué significó para usted? –Cuando encontraba fotos era extraordinario porque me faltaban imágenes que me hablaran de la vida de mi familia. Cuando encontraba mucho material público, es decir, fotografías y entrevistas en videos de sus múltiples campañas presidenciales, era importante para mí buscar gestos que fuesen más personales. Vi en un video, justo en la nacionalización del cobre, que un minero se acerca a mi abuelo y le pone un casco y lo primero que hace Chicho (apodo de Allende) es colocarse el casco de lado, como si fuera un sombrero de ala, a lo galán. Nadie se fijaba en ese tipo de detalles y yo sí. Sentí que a través de esos pequeños gestos me acercaba más íntimamente a mi abuelo. –¿Qué supo de esas fotos familiares que saquearon el 11 de septiembre? –Antes tenía la duda de si no se habían quemado con el bombardeo, porque también atacaron esa casa (de Tomás Moro) y estaba mi abuela, pero con el tiempo nos devolvieron un álbum que curiosamente era de la visita a Chile del expresidente de México Luis Echeverría y su mujer. Ese lo robó un militar y pasó de mano en mano. En su momento lo llevó como trofeo de guerra. Eso me convenció de que es muy probable que los álbumes familiares sigan en manos de alguien como trofeo de guerra. –¿Eran muchas fotos las que estaban ese 11 de septiembre? –Mi abuela tuvo tres veces tuberculosis, y cuando estaba en la cama hacía los álbumes. Era de las cosas que le gustaba hacer. Agrega que el arma con la que se quitó la vida su abuelo y un casco que tenía puesto en ese momento, 24 o 48 horas después desaparecieron de las manos de los mismos fiscales militares, “fueron inventariados por los mismos militares y luego ya no estaban; son trofeos de guerra”. –La exhumación de su abuelo muestra, y la familia acepta, el suicidio de Allende. ¿Cómo fue abordar esos tópicos ante el silencio que tenían? –En realidad la familia aceptó desde muchos años atrás el suicidio de mi abuelo. En un inicio la versión fue que lo asesinaron, pero fue un suicidio forzado; si no hubiera ocurrido el golpe militar, no se quita la vida. No es que estuviera deprimido. –En el documental se dice que fue un acto político, ¿no? –Fue un acto consciente y político de mi abuelo. Algo que me impresionó, porque entrevisté para este proyecto como a 30 personas, ya sea amigos o colaboradores, y es que aunque les decía que no deseaba platicar de la muerte de Chicho, sino de su vida, la mayoría acababa hablando de su muerte. Después, en enero de 2014, cuando la Corte Suprema constató que mi abuelo se había suicidado, me di cuenta de que ese tema no estaba resuelto para el país, por eso todo el mundo me hablaba y me daba su tesis que si era suicidio o si era un acto político. Era de alguna manera un tema pendiente. Se le recuerda que en septiembre de ese año fue presentado un recurso por una organización de expresos políticos y fue rechazado de forma unánime por la II Sala del Tribunal de Alzada. La petición se fundamentó en una declaración de Dagoberto Palacios, quien asegura que un tío suyo, que integró a las tropas que asaltaron la sede del gobierno chileno durante el golpe que encabezó Augusto Pinochet, le había confesado que él había dado muerte a Allende. Responde con seguridad: “En efecto, para algunos ha sido difícil aceptar el suicidio, pero creo que eso tiene que ver más con la formación de ciertas personas o con el prejuicio o la manera de conceptuar y entender el suicidio mismo. Cuando mi familia logró reunirse con los doctores que acompañaron a mi abuelo en La Moneda, y que estuvieron presos, sabían que Chicho se había quitado la vida y todo como que encajó con mucho sentido. Mi abuelo a muchas personas y en circunstancias distintas les llego a mencionar que si llegaba un momento como ése, él se podría quitar la vida. Él tenía esa determinación desde el momento que asumió la presidencia, no fue un pensamiento impulsivo, fue un acto consciente, lúcido, coherente y político. Los otros suicidios En Allende mi abuelo Allende se mencionan los suicidios de Tati, ocurrido cuatro años después del golpe, y a los ocho años el de Laura, la hermana del presidente: “Hablo de ellas porque el viaje que hago personalmente me lleva a tratar de entender cuáles son las razones por las cuales mi familia guardó silencio. ¿Qué eran aquellos hitos dolorosos? Además del golpe, por supuesto. En ese sentido la pérdida de ideales y de nuestra tierra. Creo que si la historia ya era dolorosa o trágica, sin duda se agravó más con lo de mi tía Tati, quien proyectaba una imagen de ser alguien inquebrantable; ella se rompió, había que cuidarse de caer en esa parte que te puede hacer vulnerable… entonces, te quitas esos recuerdos. –De Laura no se habla mucho, ¿verdad? –No. Ella es un personaje increíble. Era la hermana más cercana a Chicho, quizá porque eran los dos más chicos en ese matrimonio, y esa cercanía con él la lleva a meterse al mundo de la política, y creo que en ese tiempo había pocas diputadas mujeres. Estuvo cinco meses presa en un centro de detención, tiene una historia también muy potente. En algún momento exploré hablar más de ella, pero bueno, así es el cine, lamentablemente. Su hermano Gonzalo Meza Allende, quien aparece entrevistado en el filme, también se suicidó, fue en diciembre de 2010, luego de sufrir una prolongada depresión. Pero no habla de esta muerte en la cinta, por lo cual explica: “La muerte de mi hermano está fuera. No tiene que ver, digamos, con que mi familia hablara de Chicho, su suicidio pasó después y ya había rodado casi todo, tendría que cambiar toda la historia, digamos. No hice una revisión de los suicidios de mi familia como eje, yo estoy en búsqueda de mi abuelo y exploro esos dolores que llevaron a mi familia a hablar poco de Salvador Allende. Ese suceso de mi hermano no forma parte del documental.” Al cuestionarle si cree que en Chile habrá polémica con Allende mi abuelo Allende, se escuda primero: “Creo que lo vamos a estrenar en el segundo semestre.” Y llega a la pregunta: “¿Qué va a causar?… Es una pregunta muy difícil… Me gustaría mucho que la película pudiera ser vista desde mi punto de vista. Entender que es una película de autor. Que es una búsqueda personal de una nieta. Que no pretende ser un nuevo estatus político de mi abuelo, es una búsqueda personal.” –Y precisamente por ser la nieta, ¿no piensa en las críticas? –Sí, cada vez que pienso, como me asusto, prefiero no pensar…

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