Restos óseos hallados en Tulum replantean teoría del poblamiento de América

jueves, 18 de junio de 2015 · 14:24
MÉXICO, D.F. (apro).- La aproximación facial realizada en restos óseos de una mujer hallados en una cueva subterránea frente a costas de Tulum, Quintana Roo, obligó a los expertos en Antropología a replantear la teoría del poblamiento de América. Dicha aproximación, se hizo en París, Francia, en el Atelier Daynes, y fue dada a conocer en 2010, en el marco de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia. Se calculó que los restos tenían entre 10 mil y 12 mil años de antigüedad y desde entonces se han hecho comparativos con la estructura ósea de los indígenas actuales para conocer más de su origen. Alejandro Terrazas, jefe de uno de los equipos responsables del estudio y preservación de los restos, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, señaló que por más que se apoye en información científica, el Atelier realizó una aproximación facial, no una reconstrucción, es decir, explica, da una idea de cuál pudo haber sido la apariencia de la persona. Y aunque se tomaron en cuenta estándares de pueblos indígenas de América, el resultado no se asemeja mucho a éstos. “En parte, pienso, por la interpretación del artista, pero también a que el cráneo no se parece en gran medida al de los indígenas actuales”, comentó. Los restos tienen poco parecido con los pueblos amerindios moderno, aunque –dijo—no debe sorprender porque han pasado más de nueve mil años y las poblaciones cambien. Terrazas señaló que se tienen restos humanos de la misma antigüedad del centro de México y de otros lugares del continente. “La comparación obvia era con la Mujer del Peñón de los Baños o con el Hombre de Tlatilco, por ejemplo, individuos que han sido estudiados desde hace años”, comentó. El antropólogo señaló que los restos hallados en la cuenca del Valle de México tienen en común la forma del cráneo: grande, angosto y alto, así como caras angostas. “Hay variaciones, por supuesto, pero ya estaba muy establecido, incluso desde el siglo XIX, que los esqueletos de la era de hielo eran mucho más robustos y de cráneos alargados que los de los indígenas actuales”, explicó. Sin embargo, abundó, en los nuevos materiales, como la mujer que se encontró en el cenote Naharon, en Tulum, se observó que el cráneo está poco alargado. Al principio se reyó que la razón podría ser que era una pequeña y que estaba enferma y quizás no era un individuo muy representativo. Pero después fue hallada la Mujer de las Palmas, el Hombre de Muknal, los de los cenotes El Pit y Chan-Hol y todos se parecían a la mujer de Naharon: tenían cráneos no muy alargados, pero tampoco redondos, sino intermedios entre los indígenas contemporáneos y los más antiguos. El cráneo del indígena actual tiende a ser redondo, con rostro plano y se parece mucho al de los chinos modernos, con frentes abombadas, resaltó Terrazas. En los casos de los cráneos de las mujeres de Naharon y de las Palmas son intermedios, no se parecen a los indígenas ni a los chinos, tampoco al resto de sus contemporáneos del centro de México de hace 10 mil años. “Había que explicar esas diferencias. Nos parecía que las hipótesis tradicionales no funcionaban”, abundó el investigador. Hasta ahora, dijo, la explicación tradicional del poblamiento de América, el modelo de dos migraciones, que todavía proponen muchos investigadores, establece que hace más de 15 mil años entró un grupo asiático por el Estrecho de Bering, en el extremo oriental de Siberia y occidental de Alaska. Pero en ese tiempo en China todavía no aparecían las poblaciones mongoloides, de caras planas y cráneos muy redondos. Entonces eran de cráneos alargados y angostos, afirmó el investigador. En el continente americano esas agrupaciones recibieron el nombre de paleoamericanos o americanos más antiguos. “Se proponía que éstos heredaron de los paleochinos la forma alargada y angosta del cráneo”, comentó. Sin embargo, en China, por diferentes razones, esta población cambió, quizá porque llegaron otros pueblos o los grupos locales evolucionaron y dieron lugar a los rasgos mongoloides. La segunda oleada migratoria de Asia a América, siguió el investigador, pudo ocurrir hace ocho o nueve mil años. Estos pueblos, que ya son mongoloides, con la apariencia moderna, recibieron el nombre de amerindios. A Yucatán empezaron a llegar grupos humanos hace 13 mil años, es decir, hay una diferencia de dos milenios desde que la primera migración entró por Alaska hasta que se alojaron en la península”. Sin embargo, los individuos de Quintana Roo no son paleoamericanos, tienen una forma que todavía no es amerindia, pero que la prefigura. De hecho, aun no se sabe si los restos hallados en Tulum son los antepasados de los amerindios o no, pero por la forma del cráneo podrían serlo de los indígenas actuales, señaló Terrazas. “Pero hay que comprobarlo y en eso estamos. Hace unos 10 años buscamos obtener ADN de la Mujer de Naharon, pero entonces no se contaba con las técnicas actuales. Ahora vamos a volver a intentarlo”, dijo. En este proyecto también participan el Museo del Desierto; la Universidad de Heidelberg, Alemania y el Instituto de la Prehistoria de América.

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