A 20 años de su muerte, INAH hace homenaje a Gonzalo Aguirre Beltrán  

martes, 4 de octubre de 2016 · 13:13
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Inicialmente titulado como médico cirujano, Gonzalo Aguirre Beltrán decidió realizar estudios de antropología motivado por los problemas socioeconómicos, étnicos, históricos y culturales de las poblaciones indígenas y afrodescendientes con las cuales trabajó durante su desarrollo profesional. El autor de la obra indigenista Regiones de Refugio (1967), obtuvo su doctorado en esa disciplina en la Universidad de Northwestern, en Evanston, Illinois, donde trabajó en 1945 como discípulo del también antropólogo Melville J. Herskovits, considerado entonces el más destacado investigador en ese campo en el siglo XX. Nacido en Tlacotalpan, Veracruz, el 20 de enero de 1908, ya realizaba para entonces sus estudios sobre la población negra en México, pues desde 1942 inició una búsqueda al respecto en el Archivo General de la Nación. A dos décadas de su muerte, ocurrida en Xalapa en 1996, el pionero del estudio de la presencia de afrodescendientes en México fue recordado durante la inauguración del XII Coloquio de Africanías, organizado por la también investigadora en la herencia africana en la cultura mexicana, María Elisa Velázquez. El encuentro académico fue realizado en el Auditorio Fray Bernardino de Sahagún del Museo Nacional de Antropología e Historia, como parte de la ya concluida XXVIII Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia. Fue dedicado a conmemorar los 70 años de la publicación del libro La población negra en México de Aguirre Beltrán, considerado “icónico en la investigación sobre la presencia africana y afrodescendiente” en México, según informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado. Al inaugurar el encuentro, Velázquez, quien se desempeña también como vicepresidenta del Fondo Internacional de Promoción de la Cultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), destacó que Aguirre Beltrán fue parte de una generación de antropólogos de la posrevolución preocupados por el nacionalismo y diseño de políticas indigenistas. Hay que recordar que fue subdirector del Instituto Nacional Indigenista y más tarde, director del Instituto Indigenista Interamericano. La especialista afirmó que, en su momento, el ahora reconocido libro de Aguirre Beltrán no tuvo el impacto que se hubiera pensado, cuando “representa un paradigma para los estudios posteriores sobre la participación de miles de mujeres, hombres y niños, que arribaron de manera forzada durante el periodo virreinal a México, cuyas investigaciones se empezaron a desarrollar de manera significativa a partir de la década de los años 80”. Negritud en México El médico fue, por ejemplo, uno de los primeros en hablar de la afrodescendencia de José María Morelos y Pavón, quien aunque fue registrado como español, historiadores del siglo XIX como Lucas Alamán señalaron su origen mulato pardo, indicó a su vez la etnohistoriadora de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), María Camila Díaz. Al cumplirse 25 años de la publicación, el autor escribió en el prólogo de una nueva edición: “En 1942, a instancias de don Manuel Gamio, entonces jefe del Departamento Demográfico de la Secretaría de Gobernación, emprendí la investigación de la población negra en México con una orientación que pretendió, en su carácter más no en su escala, seguir el enfoque integral que el ilustre antropólogo había puesto en práctica en el estudio de Teotihuacán. “Después de años de esfuerzos, Gamio había logrado incluir dentro del personal de su dependencia a un grupo de investigadores de distintas disciplinas con los que se proponía inquirir sobre los usos y costumbres de las distintas poblaciones regionales del país, entre las que se contaba la negra.” En el texto contó que a Gamio lo invitaron a dirigir el Instituto Indigenista Interamericano, por lo cual le dejó la responsabilidad de indagar sobre el papel del negro en México que tendría que abarcar el pasado y el presente, es decir, los planos histórico y etnográfico. “Emprendí la investigación histórica en el Archivo General de la Nación, donde pasé los años de 1942 y 1943 en una búsqueda que resultó productiva…” Y fue después cuando estableció contacto con Herskovits. Sorprende que el antropólogo señalara entonces: “A diferencia de otros países hermanos del Continente donde los estudios etnohistóricos del negro se han desenvuelto de modo sorprendente, México sigue negándose a reconocer la importancia de la contribución africana”. Baste decir que hasta apenas el último censo de población, realizado en 2015, los afrodescendiente lograron que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) aceptara hacer un conteo del número de afromexicanos en el país, que se estima en 1.4 millones. La presencia de la raza negra alcanzó 10% de la población total durante la Nueva España.

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