Fallece el escritor René Avilés Fabila

domingo, 9 de octubre de 2016 · 15:49
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- La mañana de este domingo 9 de octubre falleció de un paro cardiaco a los 77 años de edad René Sadot Avilés Fabila, narrador, periodista y un admirado maestro universitario de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco y la UNAM, conforme lo anunció entre sollozos a la agencia informativa Proceso.com su sobrina, la directora de la revista Conservatorianos y pianista Betty Luisa Zanolli Fabila. Colaborador asiduo de Conservatorianos, el cuentista René Avilés Fabila recibió a comienzos del mes de octubre de 2014 la Medalla Bellas Artes, por su amplia trayectoria literaria, de manos de Óscar de la Borbolla y Jaime Labastida. Declaró entonces el galardonado a la reportera Niza Rivera: “Es un honor que me hayan concedido esta medalla, no sólo por el trabajo, sino por el cariño que siento por la institución. Independientemente de mi trayectoria literaria, periodística y cultural en general, yo he estado muy vinculado desde mi niñez a Bellas Artes, ahí di mi primera plática formal cuando José Luis Martínez era director, y ahí participé en un ciclo legendario: ‘Los narradores ante el público’. “Bellas Artes conmigo fue una institución muy generosa. Así como he sido jurado de sus distintos concursos, también era yo enviado a dar pláticas y conferencias a distintos puntos de la República Mexicana. Puedo decir que la mitad del territorio lo recorrí representando a Bellas Artes dando pláticas sobre literatura. Mi relación con ellos, con la institución, es realmente de un gran cariño.” En 2011, el INBA rindió a René Avilés un homenaje por sus 50 años de trayectoria como escritor y sus 70 años de vida. Nacido en la Ciudad de México el 15 de septiembre de 1940, publicó entre muchas otros volúmenes: Los juegos (1967), Hacia el fin del mundo (1969), Tantadel (1975), Lejos del Edén, la Tierra (1980),Borges y yo (1991), Réquiem por un suicida (1993), Catálogo de sorpresas (1996), y De sirenas a sirenas(2010). Ligado a novelistas de la llamada generación del 68 y la conocida como “de La Onda” (José Agustín, Parménides García Saldaña, Gustavo Sáenz, Alejandro Aura), Avilés Fabila señaló cuando las editoriales Joaquín Mortiz y Planeta se unieron hacia 1983: “Considero que la editorial Joaquín Mortiz fue una parte muy importante para mi generación. Llegar a publicar en algunas de sus colecciones era prácticamente la consagración; por esa misma razón cuando terminé mi primer novela Los juegos se la ofrecí a Joaquín, quien debido a la carga crítica de la novela, declinó publicarla; pero a cambio me dijo que me publicaría otro libro, y así fue, en realidad me publicó dos libros… “Tal hecho fue un gran estímulo para mí, pues los libros de esta editorial, aparte de ser muy hermosos físicamente, pertenecen a escritores que yo respeto. Me da la impresión de que Joaquín Mortiz estimuló como ninguna otra editorial, salvo el Fondo de Cultura Económica (FCE) en la época de Orfila, a la literatura mexicana. Siento en lo personal mucho cariño y respeto por Joaquín Díez Canedo y Bernardo Giner de los Ríos.” Declaró además que el mundo de esa generación del 68 era un “producto urbano de clase media”. Su lenguaje fue coloquial, “nosotros lo tomamos como lo escuchamos o practicamos, y tiene la intención de destruir la sintaxis original, de romper la puntuación convencional, de evitar todo aquello que con pedantería llamábamos concesiones al lector. A veces no usamos comillas, acentos, guiones o al punto y coma le damos otro sentido”. A la generación de Avilés Fabila se le acusó de vulgarizar a la cultura nacional, y afirmó que “la llenamos de palabrotas, de escenas eróticas y de groserías. Al volcarnos sobre nuestro mundo inmediato, nuestra vida, nuestra colonia, pues el gran escenario para la literatura que hacemos es la ciudad de México, una urbe que está en expansión...”. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Avilés Fabila estudió posgrado en la Universidad de la Sorbona en París. Inició su carrera literaria en 1960, siendo alumno de Juan José Arreola, Juan Rulfo, José Revueltas, Ermilo Abreu Gómez y Francisco Monterde. Uno de sus sueños rechazado por los gobiernos panistas de Fox y Calderón fue abrir el Museo del Escritor Mexicano en el Centro Histórico de la Ciudad de México. En 2013, la también cuentista Cristina Pacheco lo entrevistó largamente en su programa Conversando con… para Canal Once del Instituto Politécnico Nacional (IPN), emisión cuyo video puede verse entera en la liga https://www.youtube.com/watch?v=cIj--BNRFqI. Autor de “Los oficios perdidos”    En su crítica a “Los oficios perdidos de René Avilés Fabila”, el poeta Marco Antonio Campos escribió para la edición impresa de la revista Proceso del 4 de junio de 1983: “Nacido en el 1940, René Avilés Fabila es quizá, dentro de la generación de narradores de los cuarenta, el más polémico y uno de los más políticos. Expulsado dos veces del partido de las izquierdas -expulsiones, o no admisión la segunda, que lleva con divertida honra- ha sido uno de los críticos más irónicos del partido y uno de los más violentos del sistema imperante.” Avilés Fabila llevaba escritos 13 libros hasta entonces entre novela, cuento y entrevista. “Contra lo que pudiera esperarse, sus mejores libros o textos no son los políticos, donde suele abusar de la reprobación del mensaje o de la sencillez, sino aquellos de corte fantástico o donde retrata la frivolidad (Cf.Tantadel y la canción de Odette). Hombre de un sentido excepcional del humor, cuando lo traslada a su literatura alcanza algunos de sus más afilados momentos, como en este libro, Los oficios perdidos, que, a nuestro parecer, es lo mejor que ha escrito, y que se lee con deleite continuo. “Casi podríamos afirmar que con ese humor y con el manejo preciso y chispeante del diálogo (como lo tiene en la conversación), Avilés Fabila sería un brillante escritor de comedias en que se hiciera una crítica de la sociedad y del poder… Con Avilés Fabila hemos tenido la impresión de que anécdotas, descripciones suyas o relatos orales sólo necesitarían trasladarse y puntualizarse en la página. “Como Torri, Arreola, o Monterroso, como algunos jóvenes influidos por éstos (Samperio y Bárbara Jacobs, para ser más claros), Avilés Fabila busca a veces el dato común para darle un giro sorpresivo, o explora lo absurdo para recrearlo o retratarlo: el texto curioso, extraño. En Los oficios perdidos encontramos un diccionario de desapariciones. “Los oficios perdidos -que le da título al libro y que es el soporte central-: cuentos crueles, pequeñas reflexiones o variaciones incisivas, adaptaciones clásicas, brevedades imaginativas, poemas en prosa (“La mujer del sol”, que es una hermosa recreación fantástica de un verso de Rubén Bonifaz Nuño). Destacan, según nuestro particular juicio, además del divertido y mordiente diccionario de desapariciones, el cuento ‘Materialismo dialéctico y almas en pena’, que es una burla con la mejor de las sonrisas de los relatos de fantasmas y de la sociedad soviética. ‘El banquete de Ulises’, adaptación antropológica de un pasaje de La Odisea, y las brevedades irónicas, que tan bien dibujó su maestro Arreola, y algunas de las cuales, sin ninguna exageración nos parecen perfectas. “Avilés Fabila ha ganado en sencillez y precisión, y su ironía se ha vuelto más fina y penetrante. El libro es un juicio valorativo general, nos parece muy bueno.” Grupo Patria Cultural, a través de su Editorial Nueva Imagen, publicó entre 2001 y 2007 las Obras completas de Avilés Fabila en 14 tomos. Defensor de Elena Garro En su brillante página de internet (www.reneavilesfabila.com.mx), el desaparecido catedrático publicó y reprodujo múltiples textos sobre los temas más diversos, entre los que destacó el de su amistad y apología por Elena Garro, de quien escribió: “Los reconocimientos le son escatimados. Nadie como ella mereció el Premio Nacional de Literatura que otorga el gobierno de la República. El temor a su pasado político y personal le cerró las puertas. Con frecuencia fue hostilizada por su ex marido y por aquellos que lo rodearon. “Pese a todo, Elena siguió publicando cuentos y novelas de altísimo nivel como Inés y Busca mi esquela y primer amor. No muchos pintores la retrataron, su extraordinaria belleza y su serenidad pocas veces fueron captadas. Por tal razón, el cuadro que le hizo el brillante Juan Soriano es una obra excepcional, como arte y como reflejo de una historia difícil y compleja. Al paso del tiempo es obvio que el talento de Elena Garro terminará por vencer los obstáculos y entonces podremos apreciar la hermosura poética de su trabajo literario y su azarosa vida desde su juventud hasta que el gobierno mexicano le regresa formalmente su nacionalidad a través de un pasaporte. Elena Garro, tal vez sin proponérselo, ha hecho de su vida una fascinante leyenda, llena de misterio y encanto.” “Réquiem” en su propia tinta        Asimismo, de su blog http://recordanzas.blogspot.mx/, leemos: “Cuando en 1994 apareció mi novela Réquiem por un suicida, finalista del Premio Planeta, editada en Madrid, se la envié a un amigo, que conocí en Chile, el crítico literario John Hassett. Me escribió diciéndome que la leyó con placer, que el tema era inquietante. Con cierta rapidez la obra llegó a cuatro ediciones y una de bolsillo. La crisis económica le puso fin a las buenas ventas. Su precio subió hasta valer una pequeña fortuna en esa época. “En México la retomó Nueva Imagen, hoy desaparecida, y la incluyó en la serie de mis Obras completas, que se esfumó al comprarla la empresa Larousse, pues no le interesaban, dijo, las obras de literatos. Salimos, entre otros, José Agustín, Óscar de la Borbolla, Beatriz Escalante y muchos más. Hoy está en el mundo digital, en la Editorial Ink. “Hasta ese momento no había tenido problemas para editar. El Fondo de Cultura Económica, cuando el director era Miguel de la Madrid, publicó mi quinto libro en esa empresa: Cuentos de hadas amorosas en la serie Letras Mexicanas, donde apareció mi primer volumen de relatos: Hacia el fin del mundo, junto a El ala del tigre, de mi admirado amigo y maestro Rubén Bonifaz Nuño. Coincidiendo, cumplí veinticinco años como autor del Fondo, la empresa mandó imprimir un cartel con trabajos de Cuevas y organizó una mesa redonda como homenaje, acompañado por Cristina Pacheco, José Luis Cuevas, Griselda Álvarez y el fundador de la Sogem, José María Fernández Unsaín. “Pero hablaba yo de la muerte voluntaria como tema literario. En las primeras semanas, Réquiem por un suicida ocupó en México uno de los primeros lugares de ventas, en mi haber, modesta hazaña que sólo he logrado en 1971 con El gran solitario de Palacio. En esos días me tocó dar varias lecturas, entre ellas, una en el Club de Industriales, otra más en la delegación Iztacalco. En el primer sitio, una señora dedicada a los negocios se acercó y me dijo, mostrándome un ejemplar de la novela: “--No sabe usted el alivio que me trajo su libro. Mi hija se suicidó y en su novela encontré palabras de amor para la muerte. No debe ser tan terrible si alguien puede enamorarse de ella… “Mientras aquella mujer atribulada hablaba, yo estaba sorprendido de que la literatura sirviera de consuelo. En efecto, yo no trato mal a la muerte, hablo de sus discutibles virtudes y, al contrario de la mayoría, escribo de la belleza que puede significar la muerte, en particular la voluntaria (asistida o no), si existen razones poderosas, enfermedades terminales, por ejemplo. “En Iztacalco, un público afectuoso me recibió. Durante las preguntas y respuestas, una mujer joven me preguntó, en clara alusión a Réquiem, si yo amaba o le temía a la muerte. Le dije con absoluta sinceridad que le temía y la detestaba. A mí, como a mi amigo el poeta Marco Antonio Montes de Oca, me gustaría morir sólo por diez minutos. Al final de la plática, la mujer insistió en el tema: ‘--Amo la muerte’. Y eso me dejó pensativo. “Mi intención no es invitar a nadie al suicidio. Trato, eso sí, de mostrar a un personaje complejo, sensible y capaz de enamorarse de la muerte a pesar de tener éxito y carecer de males físicos y mentales. ¿Por qué temerle si es algo natural, como el nacimiento, o quizá pueda ser la respuesta sensata a una vida atribulada? Hay una infinidad de escritores que le han dedicado palabras afectuosas o de artistas que han recurrido a ella con cierto placer probablemente morboso. “Roland Barthes, en su libro Fragmentos de un discurso amoroso, nos recuerda que el desvelo amoroso fatiga tanto o más que el causado por el trabajo. Werther, el más célebre de los suicidas, el gran personaje de Goethe, padecía ese tremendo insomnio que causa un mal amor. Cuando decide matarse, se acuesta y duerme plácidamente. A decir verdad, jamás he pensado en el suicidio ni deseo estimularlo (no podría soportar en mi conciencia el peso de una muerte). Al escribir Réquiem vi las cosas de modo diferente. Mi deseo era considerar al suicida no como una pérdida irremediable, sino como el encuentro afortunado de alguien que detesta la vida y sus vulgaridades. Ello sin el alivio de la religión y con la certeza de que cualquier cosa es superior a una existencia patética. A diferencia de Dante, mi propósito no era causar el desánimo entre los pecadores, sino mostrarles una estética de la muerte. Hasta para morir se necesita estilo.” Carlos Ramírez y Avilés Un par de años atrás, Carlos Ramírez en “René Avilés Fabila: 75 años. La generación de los sesenta y la vida por narrar” en El mollete literario, expuso: “Solitario como su personaje militar ante la rebelión estudiantil, Avilés ha eludido las capillas literarias; sin límites en los personajes retratados en sus textos, sus enemistades han sido más con la cúpula de las capillas literarias que con sus colegas escritores. Sus años en el Partido Comunista Mexicano le dieron algunas líneas temáticas aunque sin llegar al modelo de José Revueltas de retratar el ambiente en la militancia comunista. Junto con Agustín, Avilés tuvo una relación bastante cercana con Revueltas, inclusive a nivel de célula comunista. Desencantado del partido, Avilés lo abandonó antes de la debacle de los setenta. “La literatura de Avilés es precisa, juega a veces con la estructura literaria, retrata con mordacidad el ambiente de la clase media-media y sus pasiones amorosas. Ello lleva a que a veces sus minificciones sean ausentes de la realidad social. En Los juegos logró reconstruir literariamente el ambiente de los intelectuales entonces en movilidad social en capillas controladas, aunque sin contexto social explícito. Era la época, los años sesenta, en que los intelectuales ignoraban la realidad del entorno social mexicano y se sentían cómodos en el ambiente construido por el PRI dándole la espalda al inicio del deterioro de la clase media y desde luego al campo empobrecido que Rulfo había sido el último en ilustrar en 1953 con sus cuentos de El llano en llamas y los campesinos como fantasmas vivientes en páramos políticos. “El Avilés de Los juegos y El gran solitario de Palacio es el agudo observador crítico de la realidad desde su torre comunista, paradójicamente militante y al mismo tiempo de marfil… La obra de Avilés dejó de retratar el conflicto porque la pasividad mexicana situó a la sociedad en el conformismo… Los temas de Avilés son los mismos: las relaciones sociales, la paradoja de las relaciones humanas, el amor en sus diferentes formas, la perversidad masculina en la búsqueda de amores, los desamores como una forma de amar. De su mejor novela de relaciones amorosas Tantadel (1975) se puede saltar a El amor intangible (2008) en la era del internet, esa especie de cólera de los tiempos modernos. “En sus cuarenta y ocho años de creación literaria, Avilés demuestra la maduración del escritor casi como su propio personaje de El reino vencido (2005) en su propio país que son sus propias contradicciones. Y en sus setenta y cinco años de vida tiene Avilés suficiente vena narrativa para seguir bregando en la literatura como una forma de expresión del pensamiento en permanente conflicto con la realidad que a veces no quisiera cambiarse pero que molesta como para destruirla literariamente cada día que falta por vivir aunque se vuelve a reconstruir, convirtiendo a los escritores en la maldición de Sísifo.” Jefe de Información del Comité Organizador de los XX Juegos Olímpicos y Director de Publicaciones del Instituto Nacional de la Juventud Mexicana (1967-1968), Avilés Fabila fue además: Jefe del Departamento de Política y Cultura de la UAM-Xochimilco (1980-1984), director General de Difusión Cultural de la UNAM (1985-1986); director de la Rama Literaria de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), de1997 a 1998; coordinador de Extensión Universitaria de la UAM-X (1998-2002); director del Centro de Escritores “Juan José Arreola” (1999-2004); editor del Suplemento Cultural “El Búho” en el periódico Excélsior (1985-1999), y revista El Búho. En 2003 instauró la Fundación René Avilés Fabila (http://www.fundacionraf.com). René Sadot Avilés Fabila será velado en la Funeraria Gayosso de Félix Cuevas, conforme declaró su sobrina (hija de la soprano Betty Fabila Herrerías y el músico italiano Uberto Zanolli Balugani), la abogada, pianista, y escritora de Betty Luisa Avilés Fabila, consternada. “Por su obra crítica y reflexiva del devenir nacional, y por el amor que profesa a sus orígenes”, la también doctora en historia Betty Luisa Zanolli le dedicó a su tío René Avilés su tesis de 1997 La profesionalización de la enseñanza musical en México: El conservatorio nacional de música (1866-1966).

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