Tovar y de Teresa, 'digno heredero” de Altamirano, Sierra, Vasconcelos y Torres Bodet, dice EPN

lunes, 12 de diciembre de 2016 · 18:00
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Como en sus mejores tiempos, cuando se hacía rodear de artistas e intelectuales del país para la presentación de sus proyectos culturales, Rafael Tovar y de Teresa fue despedido por miembros de la comunidad cultural, funcionarios y hasta por el gabinete en pleno que acompañó a Enrique Peña Nieto en el homenaje luctuoso rendido esta tarde en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart). El espacio que como presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) vislumbró en su momento –cuando lo planeó en 1993, como la Universidad de las Artes– reunió al escritor Alberto Ruy Sánchez, al exsecretario de Educación Pública, Miguel Limón Rojas –con quien colaboró durante el gobierno de Ernesto Zedillo–, a los exdirectores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Sergio Raúl Arroyo y María Teresa Franco, al poeta Jaime Labastida y hasta a la señora Martha Sahagún, esposa del expresidente Vicente Fox. El propio Peña Nieto destacó en su discurso que la figura de Rafael Tovar, fallecido la madrugada del pasado sábado 10 de diciembre a consecuencia de mieloma múltiple, convocó a integrantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo, de la Suprema Corte, familiares y amigos. En su opinión, quien fuera presidente del Conaculta en las administraciones de Carlos Salinas de Gortari, Zedillo y el propio Peña, ha sido el protagonista de uno de los más importantes capítulos en la historia de la política cultural. Amó las tradiciones del país, su literatura, música, cine y comprendió que la cultura es fuente de identidad, dijo el mandatario federal. Su gran legado, agregó, serán las instituciones que fundó, entre ellas el Cenart. Se pueden mencionar también el hasta hoy polémico Sistema Nacional de Creadores de Arte, el Sistema de Fomento Musical, Canal 22, Centro de la Imagen, y los programas de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados y de Desarrollo Cultural Infantil. Y tras recordar que, cuando lo invitó hace un año a ser el primer titular de la recién creada Secretaría de Cultura llegó feliz a Los Pinos, lo llamó el “digno heredero” de personajes como Ignacio Manuel Altamirano, Justo Sierra, José Vasconcelos y Jaime Torres Bodet, pues “supo poner las herramientas del Estado al servicio de la cultura”. Dos familias en una Momentos antes, Rafael Tovar López Portillo, hijo del fallecido, habló del hombre de familia que fue su padre. Advirtió, pues, que no haría una apología ni destacaría su legado, no diría que es heredero de Vasconcelos o Torres Bodet, “eso lo decidirá el tiempo”, sino de cómo forjó una relación cercana con sus hijos. Él, el único varón, recordó que lo acompañaba desde los nueve años de edad a los conciertos en el Palacio de Bellas Artes, y a otras actividades artísticas. Su bondad, añadió, logró unir en una sola a sus dos familias; la formada con Carmen Beatriz López-Portillo (hija del expresidente José López Portillo), de la cual nacieron él y su hermana Leonora, y la formada posteriormente con Mariana García-Bárcenas, con quien tuvo a María y Natalia. Tuvo la fortuna, contó, de estar a su lado en sus últimos momentos, cuando en un largo intercambio de miradas, se dijeron todo en el silencio: “Se fue tranquilo y en paz”. De sobra era conocida la afición de Tovar y de Teresa por la música. Por ello, durante el acto participó la Camerata Instrumental de México, dirigida por el Maestro Ramón Romo Lizárraga. El cellista Carlos Prieto hizo una semblanza del Tovar melómano con quien asistió a infinidad de conciertos cuando fue embajador de México en Italia. Prieto lo visitaba y, contó, no dejaba de sorprenderse de la impresionante erudición adquirida en la biblioteca de su abuelo Guillermo de Teresa y de Teresa. Destacó también su valiosa colección de discos, además de su versatilidad en el saber pues estudió Derecho, Historia de América (en París), fue diplomático de carrera y a los 20 años inició su carrera en la administración pública. En la primera guardia de honor estuvo Peña Nieto acompañado por Mariana García-Bárcenas y los cuatro hijos de Tovar y de Teresa. Lo siguieron los miembros del gabinete. Finalmente se invitó a hacer nuevas guardias de honor, pero los asistentes prefirieron hacer una larga fila para dar el pésame a la viuda y los hijos de quien fue primer titular de la Secretaría de Cultura. “Educar a los gobernantes”, la tarea Previo al acto y la llegada de las cenizas al Teatro de las Artes del Cenart, cerca de las 14 horas, colaboradores y miembros de la comunidad cultural se reunieron en un pasillo para esperar la entrada al recinto, que estuvo a cargo del Estado Mayor Presidencial. Entre los asistentes destacó el escritor Alberto Ruy Sánchez, quien comentó sobre el secretario de Cultura: “Conocí muy joven a Rafael Tovar y puedo decir que siempre fue un gran lector, mis encuentros con él siempre iniciaban en títulos de libros y las últimas lecturas, era un hombre de realidades porque la lectura te acerca a la realidad y si nuestros gobernantes fueran mejores lectores hubieran resuelto mejor la crisis en que estamos. “Conocí su idea de madurar la cultura como una política de Estado pero siempre con un incentivo a la creación y respetuosa de la disidencia”. –¿Cuál es la labor del próximo secretario? –Educar a los gobernantes para que piensen mejor en lo importante que resulta un presupuesto cultural, porque a largo plazo es el que mejores beneficios rinde, debería ser la educación, pero en México es la cultura. Elena Cepeda, exsecretaria de Cultura de la Ciudad de México y actual presidenta del DIF en Morelos, comentó: “Fue el creador de Conaculta, la Secretaría de Cultura y la infraestructura en la que hoy estamos (CNA) y es una pérdida muy grande. Además de amigo, fue un personaje inteligente, brillante con una capacidad de gestión muy alta. Esto que vemos, las filas con gente para despedirlo, hablan de lo querido que fue”. –¿Qué pendientes deja? –Muchos, sin duda la gestión con los sindicatos, tanto del INBA como el INAH no es fácil. Y todavía falta infraestructura cultural, habrá que esperar a ver a quién se nombra. Para Liliana Gourgiulli Chávez, coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, Tovar y de Teresa fue un hombre 100% de cultura en todos sentidos y promotor de instituciones con capacidad y visión para el trabajo y, sobre todo, con un enorme amor hacia México. “Esperamos que las cosas que se han construido en términos de instituciones siga adelante y se sigan fortaleciendo; en especial, la certeza de que la cultura es uno de los valores identidad, solvencia social y trascendencia”, consideró. El pasado sábado, el secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín, colocó a Tovar y de Teresa como “el más grande promotor cultural de los últimos 40 años”. Ante esa declaración, el historiador Salvador Rueda Smithers, director del Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec, dijo: “Sin duda, uno de los grandes promotores cultuales de los últimos 40 años. El horizonte que cubría en términos de gestión cultural, entender el lenguaje de estudiosos, de los artistas, de los arquitectos, arqueólogos, esa visión que tenía le daba un perfil particular que se fue labrando desde muy joven y que además era tan generoso que nos cobijaba. Hacía que sintieras que había un propósito en tu trabajo, siempre tenía una opinión que te sorprendía, muy propia y abierta”. –¿Qué reto deja Tovar y de Teresa? –Estructurar una secretaría que al tiempo que mantenga la libertad pueda generar recursos necesarios y una nueva generación de gente en la cultura. Ese fue el reto de Rafael para los próximos años. Bastante fue el número de asistentes al Teatro de las Artes, que pasadas las 14:30 horas no había lugares disponibles entre su capacidad para 600 personas. Por ello, se habilitó un segundo espacio en la Sala Blas Galindo, donde el homenaje se transmitía vía streaming en una pantalla. Hasta ahí llegaron diversos trabajadores de la Secretaría de Cultura y personalidades como la fotógrafa Paulina Lavista y Laura Emilia Pacheco, hija del escritor José Emilio Pacheco, quienes se marcharon a los pocos minutos de que las ubicaran en sus asientos.

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