'Otello” en el Degollado

sábado, 17 de diciembre de 2016 · 09:38
GUADALAJARA, Jal. (apro).-Otello (1887), la penúltima ópera de Giuseppe Verdi (1813-1901), fue estrenada cuando el autor tenía 74 años de edad y ya era venerado en toda Italia, no sólo como el grandísimo compositor que era, sino como un prominente político (llegó a ser diputado y senador) que participó activamente en la reunificación de su país. Habían pasado 16 años desde la composición de su ópera anterior, Aida, y la gente suponía que no volvería a componer, pero sorprendió al público con esta monumental ópera y aún habría de escribir otra, ahora sí la última: Falstaff. Basada en la tragedia homónima de William Shakespeare (1564-1616), de quien estamos conmemorando su 400 aniversario luctuoso, hacía treinta años que no se representaba Otello en suelo mexicano, aunque Enrique Bátiz dirigió esta ópera en el año 2000 al frente de la OSEM (Orquesta Sinfónica del Estado de México) y con Antonio Barasorda y Olga Makarina en los papeles principales, pero fueron funciones en forma de concierto, sin escena. Se trata de una ópera de máxima dificultad en donde Giuseppe Verdi contó con el libreto de Arrigo Boito, un entonces joven genio de la música que además se desempeñaba con notable soltura como poeta y libretista. La Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), brillantemente dirigida por su titular el maestro Marco Parisott, ofreció esta obra cumbre del repertorio operístico en el Teatro Degollado de la capital tapatía, sede del grupo. Para su interpretación contó con un reparto internacional encabezado por el tenor estadunidense Issachah Savage en el rol principal: joven robusto, alto, negro igual al moro que representa, pero cuya voz aunque grande le falta el cuerpo necesario para llenar los requerimientos técnicos de este pesado rol, lo hizo bien y con una actuación muy creíble, pero se vio escaso de volumen, aire y legatto. La triunfadora de la noche fue Maija Kovalevska, hermosa joven armenia que interpretó a Desdémona, la esposa del celoso Otello, quien acaba siendo asesinada por su marido. Voz grande, robusta como la requiere el personaje pero flexible, con un registro muy seguro y poseedora de brillantes agudos lo mismo en los forte que en los piano, lució durante su actuación, plena de emoción y credibilidad, que el público premió con largas ovaciones. Otro impresionante cantante fue el barítono americano Michael Chioldi, encarnación del malévolo y envidioso Yago; potente, viril y dramática voz que nos obsequió un canto y actuación de antología. Destacó por su belleza, presencia escénica y voz la mezzosoprano mexicana Cassandra Zoé-Velasco, cada día mejor y quien ya tiene una nutrida agenda para el año venidero, donde destacan dos actuaciones más en el Met de Nueva York. Cassandra comentó: “Me sentí muy bien en este personaje, lástima que no canta más, pero lo que tiene es lindo, me encanta que es muy amorosa y valiente.” El también paisano, Josué Cerón, barítono que hemos visto triunfar en óperas de Rossini, Mozart y Donizetti, ahora se aventura con su segundo rol verdiano (hace dos años cantó el Germont de Traviata en Toluca), ahora en Guadalajara un breve pero demandante papel el de Montano, muy correcto y bien actuado. Imposible por falta de espacio hablar aquí de todos los integrantes del elenco, pero hay que decir que nos sorprendió gratamente el trabajo de dirección escénica de Ragnar Conde, quien comentó para Apro: “Este es el tercer año consecutivo que tengo la oportunidad de colaborar con la Orquesta de Jalisco. Hay muchos logros en esta más que decorosa producción descentralizada de la CDMX, que se presenta en el marco del 150 aniversario del Teatro Degollado, uno de los más importantes del país, y con una orquesta que ha tenido un crecimiento artístico enorme. El trabajo con el coro fue también una grata sorpresa, pues logramos ir mucho más allá de la música y convertirlo en un ente vivo y partícipe de la escena, además de contar con un espectacular sonido, cuidadoso del estilo y las dinámicas.” Shakespeare y Verdi no son una combinación sencilla; en una obra como Otello toma tiempo desarrollar las situaciones, entender la complejidad de los personajes… Lo que el público ve en un escenario no es sino un instante en el proceso de crecimiento de artistas en constante evolución, y el consenso de los que participamos es que este montaje ha sido un paso muy importante para nuestro desarrollo.

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