'Un padre no tan padre”, y una película no tan padre

martes, 27 de diciembre de 2016 · 11:28
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Estelarizada por Héctor Bonilla, Benny Ibarra y Jaqueline Bracamontes, Un padre no tan padre es una cinta capaz de generar sentimientos encontrados. Por momentos divierte con un mensaje positivo sobre la tercera edad y un final conmovedor (de película comercial, pero funciona), aunque en su totalidad es sumamente dispareja. Dirigida por Raúl Martínez y guión de Alberto Bremer, es una comedia que gira en torno a la relación entre Don Servando (Bonilla) y su hijo Fran (Ibarra). El padre es un viejo cascarrabias y sumamente autoritario al que ya no aguantan en el asilo donde vive. Luego de insultar a uno de los enfermeros y golpear a otro, el director del lugar lo manda llamar para informarle que ya no pueden tolerarlo, principalmente porque la institución financiera que tiene el dinero de Don Servando está en bancarrota, así que debe irse. Y resulta que el único de sus hijos que va por él es Fran, los demás dicen que no tienen espacio para su padre. Fran, quien no está casado sino arrejuntado con Alma (Bracamontes), tiene un hijo adolescente de otra relación llamado René (Sergio Meyer Mori), talentoso para las artes plásticas, pero a quien su padre no quiere mandar a ninguna escuela pues cree que las reglas coartan el crecimiento de la gente. Fran no acabó la universidad y ahora se dedica a diseñar exteriores (jardines), una actividad que Don Servando no consideraría muy masculina. No sólo eso, además vive con Alma en una especie de comuna, entre hippie y hipster. Al llegar ahí, su padre deberá convivir con gente que no soporta, en un estilo de vida que se aleja de sus ideales. Y al mismo tiempo, confrontará a los habitantes del lugar, en especial a su propio hijo, quien descubrirá que tiene mucho de su progenitor. La fotografía a cargo de Alejandro Martínez es estupenda, el reparto está bien, y el guión --pese a tener varios clichés y una inclinación hacia la narrativa comercial--, está bastante bien estructurado, y plantea una situación interesante con el tema del envejecimiento, pero desgraciadamente carece de una sólida ejecución. Martínez tiene los elementos para haber hecho una buena cinta comercial, pero no los mezcló bien, a la edición le falta timing para la comedia, y los actores, mal dirigidos, no alcanzan a desarrollar a sus personajes de manera óptima. Al igual que la historia. Se salva Bonilla, por supuesto, pero sólo no puede hacer la película. La cinta mejora al final, pero no alcanza para salvarla. Lástima, había con qué hacer más.

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