Tres momentos del Festival del Centro Histórico

miércoles, 23 de marzo de 2016 · 18:14
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Como todo festival que se respeta, el del Centro Histórico, desarrollándose en esta ciudad, ofrece cosas especiales que no tendrán sino dos o tres representaciones en el mejor de los casos. Así sucedió con la presencia del joven sensación Pablo Fernández, que a sus 24 años se da el lujo de ser el único chelista de su edad que toca con un Stradivarius, y acompañado por nuestra Orquesta Sinfónica Nacional --dirigida por el también invitado, Johannes Wildner--, inauguró el festejo. Ello en el marco del homenaje que el mundo le está rindiendo a los dos más grandes escritores en lengua inglesa y español, William Shakespeare y Miguel de Cervantes a 400 años de su fallecimiento, ocurrido en ambos casos el 23 de abril de 1616. Así, el programa, bien diverso y técnicamente complejo, fue: Obertura de la ópera Otelo de Rossini, Obertura-fantasía Romeo y Julieta de Tchaikovsky, y el Poema Sinfónico Don Quijote de Richard Strauss. Este variado camino fue bien transitado tanto por la orquesta como por el director y, corroborando su prestigio, por el joven español que pulcramente, sin perder nunca el sentido musical, supo mostrar las particularidades de cada una de las 10 variaciones del caballero de La Mancha. Buen inicio festivalero. Lucas Debargue La segunda noche aumentó el disfrute con el concierto ofrecido por la sensación joven al piano que es el francés Lucas Debargue, también con sólo 24 años, quien hace unos meses obtuvo el cuarto lugar en el mundialmente famoso Concurso Tchaikovsky, colocación que dejó totalmente descontento al público que consideró que Debargue merecía el primero, al igual que críticos musicales quienes, excepcionalmente, le otorgaron el Premio de la Crítica Musical de Moscú. Desde el barroco con Domenico Scarlatti (Sonatas para piano K219, K49, K132, K141) hasta el impresionismo con Ravel (Gaspar de la nuit), pasando por el clásico Beethoven (Sonata No.7 en re mayor) y el romántico Chopin (Balada No. 4), recorrió Debargue en un paseo que le permitió desplegar todo su conocimiento sobre épocas y estilos, lo cual es de resaltar ya que si bien inició sus estudios pianísticos a los 11 años, los abandonó a los 16 y, sólo después de terminar la licenciatura en ciencias en la Universidad de París, regresó al piano graduándose como pianista apenas en el 2015. Carnaval veneciano Carnivalesque, sexo, mentiras y fábulas musicales en la Venecia del siglo XVI, se titula literalmente el delicioso espectáculo que únicamente por dos días ofreciera el grupo italiano Micrologus, que toca con réplicas de instrumentos antiguos y canta con el estilo y entonación de la época., recreando así una noche como las que han de haber sido las renacentistas de la ciudad llamada “Serenísima”. Como su nombre indica, se trata de un espectáculo por demás lúdico, pletórico de  picaresca popular, esa que se nutre de textos y personajes tan entrañables como, en español, El Periquillo Sarniento y que, aderezados con música y canciones, cobran una dimensión que los hace de cualquier tiempo y lugar como los de esas historias que, voz y música, nos contaron estos estupendos músicos con, entre otras rarezas instrumentales --rebec, zampoña y laúdes, con los cuales cobran vida tantas narraciones y personajes que uno quisiera quedarse toda la noche conociéndolos--. Fresco, fragante, envolvente carnaval que, por supuesto, pecaminosos que somos, nos invita al disfrute más y más. Gracias Micrologus.

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