Daniel Viglietti, el mismo, ayer y hoy

viernes, 25 de marzo de 2016 · 13:24
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El legendario compositor uruguayo fue invitado al corazón de la ciudad y de México para cantar de nuevo. Esta vez las autoridades culturales de la capital del país le ofrecieron el Zócalo durante el encuentro Canciones del Exilio Latinoamericano. En entrevista, Daniel Viglietti reafirma sus posiciones políticas y humanas y dice que vino a levantar su voz y a pulsar su guitarra en homenaje a la generosidad del pueblo mexicano. Fiel a sus ideales de juventud cuando imaginó transformar las injusticias en cantos humanos de igualdad universal, el compositor montevideano Daniel Viglietti retornó al Zócalo de la capital este sábado 19 de marzo, entonando en el encuentro Canciones del Exilio Latinoamericano su agradecimiento musical al pueblo mexicano. “Yo comprobé cómo México dio refugio a muchísimos latinoamericanos en el exilio con una gran generosidad, este país nos abrió las puertas a chilenos y uruguayos que huíamos del terrorismo desatado por las dictaduras militares de 1973, y luego recibió a los argentinos en el 76.” Si entonces Viglietti incitó “a desalambrar, que la tierra es nuestra…”, y su “Canción para América” pedía “dale tu mano al indio, dale que te hará bien y encontrarás el camino, como ayer yo lo encontré”, ahora exige sean procesados los autores de crímenes de lesa humanidad en el régimen militarista que gobernó Uruguay entre junio de 1973 y febrero de 1985. “Me refiero a juzgar a los torturadores y a los demás responsables de haber violado los derechos humanos, donde se han hecho algunos juicios pero los resultados son muy insuficientes. La justicia debe desarrollarse de manera mucho más profunda para acabar con la impunidad, este flagelo que nos corroe y debemos erradicar. “Históricamente los uruguayos, argentinos y chilenos no hemos deseado venganza, sino justicia. Anhelamos apoyar el cumplimiento cabal del derecho a la justicia en cualquier lugar del planeta.” Nacido el 24 de julio de 1939 en Sayago, Daniel Alberto Viglietti Indart aprendió los principios sonoros de armonía clásica, murgas rítmicas, giros melódicos (indígenas y del bel canto), milongas y chorinhos brasileños prácticamente siendo un gurisito (del diminutivo guaraní gurí); es decir: un “chaval”, un “escuinclito” (hijo) de sangre indígena. Lyda, su madre, era pianista y Cédar, el padre, tocaba guitarra. “Yo no pararé y seguiré haciendo canciones humanas, en tanto que el mundo continúe actuando con tanta inhumanidad. Hay que enfrentar la superficialidad que abunda en ciertas capas sociales y a los demás sólo nos deja carencias. Digo, cuando pensé en esa declaración de ‘hacer canciones humanas’, yo tenía en mente los Poemas humanos de César Vallejo y de ahí partió mi idea. Soy un gran admirador de Vallejo…” (http://www.proceso.com.mx/194917/viglietti-canta-la-lucha-sigue) –¿Cómo consigue la fortaleza creativa y la fe revolucionaria al ver que el dinero de unos pocos domina en naciones con extrema pobreza? –Cuando pienso en los problemas que han vivido en carne propia otras gentes en las dictaduras, su persecución, torturas y cárcel, ya no consigo esa fuerza necesaria para seguir reivindicando a todos aquellos seres humanos que sufrieron mucho más que yo en mi exilio, simplemente no puedo con eso. “Pero si yo pienso en la gran cantidad de homenajes que me han sucedido últimamente, los veo como desafíos. Representan llamados a proseguir en la senda correcta. Siempre surgirán dificultades, terrenos enemigos, situaciones duras y pérdidas… pero el cantor ha de seguir afinando.” Optimismo por Cuba En media hora con Proceso, su voz bien templada vibra in crescendo. A Viglietti le excita estar en México: su compañera Lourdes, a quien conoció en su exilio francés, es mexicana. Pero una pregunta del reportero lo conducirá hacia otros horrores presentes, justo en este país que él visita a menudo desde 1974 (cuando Beatriz Allende le solicitó sus coplas en pro de la democracia en Chile, tras el golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende, su padre): las desapariciones de 43 estudiantes en Ayotzinapa también son tema de su incumbencia. –Usted grabó “Gurisito” para los niños por 1971. ¿Cómo puede aspirar la niñez de países como México a un mejor futuro cuando rige la violencia? –Para los gurisitos habría que inventar un mundo de compañerismo, de ternura, de hermandad entre los hombres y de todo aquello que suena utópico; pero que debe ser su realidad cotidiana. Un mundo donde las guerras en Irak y Afganistán no existieran, pues con ellas los imperios nos oprimen. “Tendremos que inventar un mundo donde no sucedan más las cosas que pasaron en Ayotzinapa, un mundo donde las injusticias se reparen para que no haya lugar a lo que aconteció allá con esos muchachos. Nosotros los cantores del exilio hemos estudiado la historia mexicana por amor a tu pueblo. Creo en el pensamiento proclamado por Artigas, Víctor Jara, Zapata, El Che Guevara, Camilo Torres, El viejo Sandino y muchos más por la igualdad y la justicia.”
Gurisito mío, lugar de primavera te traeré. Y aunque nazcas pobre, te traigo también, Se precisan niños para amanecer…
Canciones del Exilio Latinoamericano lo reencontró con algunos músicos mexicanos que conocía y había entrevistado desde aquel primer viaje: Pepe Ávila y Rubén Ortiz, de Los Folkloristas; Eugenia León, Anthar López y la chilena Margarita Cruz, de la Peña Tecuicanime; el roquero Memo Briseño y su compañera argentina Hebe Rosell, del conjunto Sanampay que acompañó a su paisano cantor Alfredo Zitarrosa, también exiliado… y más. De memoria precisa, la lista de personajes que nombra es extensa. “Yo recordaba sobre todos a Vicente Muñoz Arroyo, embajador mexicano en Uruguay, quien se jugó la vida para salvar de la dictadura a multitud de uruguayos. Merece que se le rindan más homenajes por ser ejemplo de la enorme hermandad que existe entre nuestros dos países.” Paralelamente al oficio trovador, Viglietti desarrolló curiosidad por las obras de sus compañeros artistas y ha compilado un vasto archivo donde destaca la figura de Amparo Ochoa, cantante ya fallecida, a quien dedicó su “Canción de Amparo”. Se remonta en el tiempo. Tres años después, realizó una segunda gira por septiembre de 1977, participando en las Primeras Jornadas de la Cultura Uruguaya en el Exilio. Aquella vez declaró a este seminario: “La violencia es el principal problema en el mundo. Lo que más me impresionó de México es la violencia con que se diferencian o personifican las capas sociales en su forma de vivir, en su contacto con la realidad, y cómo la gente está vinculada. Parece que el pueblo está muy separado del poder económico, como en casi toda la América Latina.” Dice ahora: “¡Y pensar que a tantas décadas mis palabras siguen siendo insuficientes para describir tan terrible verdad! La violencia es hoy un fenómeno muy familiar que ustedes sufren y que se ha afirmado en su país. Por eso es loable que la Secretaría de Cultura organizara Canciones del Exilio Latinoamericano en el marco del Festival Centro Histórico 2016, un reencuentro con la memoria de pueblos y trovadores (http://festival.org.mx/). “Y es que la canción ha jugado un rol dentro de México al ser vínculo con otras realidades. Fue un movimiento muy importante a partir de las penas que padecimos con las dictaduras; pero llegamos a formar con nuestras voces una suerte de coro universal, sin saber nosotros mismos su alcance. En ese coro estuvo nuestro payador Carlos Molina. Y Zitarrosa, a quien cantamos el 10 de marzo en el Estadio Centenario de Montevideo por su 80 aniversario. “Aquellos vínculos se dieron gracias a José Carbajal El sabalero, gran intérprete que también vivió aquí… Los trovadores cantábamos a coro demandando justicia, igualdad, nuestros derechos a una vida plena. Fue un amplio encuentro que brindó frutos según comprobé en posteriores visitas, al término del gobierno unipartidista político que mandó aquí 70 años (PRI).” –¿Cuál es su sentir en torno a las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos? –Yo creo que son muy propias de cada proceso y la palabra es adecuada, se trata de un proceso que los cubanos están manejando con una mezcla de pragmatismo, inteligencia y lealtad a sus principios. Es una triple y compleja balanza. No obstante, soy optimista y Cuba sabrá mantener una cantidad de valores trascendentales que ha defendido a lo largo de su historia. “Porque tampoco puede permanecer Cuba aislada. Ha sobrevivido como bastión para el mundo en una cantidad de rubros esenciales como la educación y la salud. Esto es para mí más que emocionante por subsistir pese al largo bloqueo de los Estados Unidos. Yo espero que una vez que los estadunidenses levanten ese bloqueo, todo aquello positivo que logró Fidel prosiga…” Daniel Viglietti prepara ya su caminata con Lourdes para tomarse un café en el Blockbuster de Oasis Coyoacán. Un tono afectivo lo despide: “¡Claro!, así como veo una amplitud política de los mexicanos, a ustedes solos corresponde resolver sus problemáticas. Mi relación con Cuba es muy fuerte e intensa, yo confío que con el esfuerzo de los continuadores de las labores de Fidel se forjará el bienestar futuro de nuestros hermanos en la isla.”

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