Reflexiones en torno al periodismo cultural

sábado, 26 de marzo de 2016 · 12:15
MÉRIDA, Yuc. (apro).- Por segundo año consecutivo, la Feria Internacional de la Lectura de Yucatán (Filey) fue el marco para que un grupo de periodistas del ámbito cultural reflexionara en torno a su quehacer cotidiano y la realidad que vive el país desde hace décadas, durante el II Encuentro de Periodismo Cultural 2016. Y es que si hasta hace unos años la violencia, la difícil situación económica, los problemas políticos o el descontento social se reflejaban sólo en las secciones de política, economía o la nota roja de los medios de comunicación, dejando para las “culturales” la cobertura de “bellos” conciertos de música clásica, presentaciones literarias, ópera o danza, hoy las crisis inundan también estas páginas. Coordinado por el periodista Jesús Alejo Santiago, reportero de Radio Educación, el encuentro tuvo como tema general El papel de la cultura en la transformación social, que fue el marco para las mesas: “El periodismo cultural y la violencia”, “¿Cómo divulgar la cultura en tiempos de crisis?”, “¿Sirve la cultura?: la visión de un periodista”, y “Cultura y fenómenos de violencia”. Además se impartieron las conferencias magistrales: “El periodismo cultural en la nave de los locos”, del escritor Sergio González Rodríguez; “Crítica del apocalipsis: El testimonio en tiempos violentos”, del también escritor Juan Villoro; y “El oficio de hacer visible lo invisible”, con el cronista colombiano Alberto Salcedo Ramos. Alrededor de treinta periodistas de medios estatales, nacionales e internacionales hablaron en ese marco de problemas tan diversos como el desdén hacia la cultura en los propios medios de comunicación --reflejo de la situación nacional--: Se han cerrado espacios o se han ido reduciendo y desdibujando las llamadas secciones de Cultura, se la fusiona con Espectáculos y hasta se le llega a dar mayor relevancia a esta última sección, con contenidos triviales con el fin de atraer más lectores. Se aludió incluso a que todavía no hace mucho tiempo se enviaba a los reporteros de nuevo ingreso a la sección cultural para cubrir todo aquello “que no es importante”. Uno de los problemas planteados por varios periodistas es que se suele dar prioridad a las actividades que difunden las instituciones oficiales, como las secretarías de cultura federales y estatales, y no es tan común dar voz a las comunidades o creadores independientes. El periodismo cultural, se puntualizó al respecto, no debe prestarse al halago a los gobiernos. Hubo reflexiones en torno a qué es la cultura misma, para responder que desde luego sirve para algo y tiene un papel en la transformación social para bien, aunque ahora esté permeada por las crisis del país. Y es que el ámbito cultural no puede estar en una especie de cápsula, hay cine, literatura, obras de teatro, óperas incluso que abordan temas como el narcotráfico o la desaparición forzada. En ese sentido, periodistas de entidades como Tamaulipas y Veracruz expresaron cómo la violencia ha cambiado sus vidas y, por ende, su trabajo. Al principio, temas como los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez o la desaparición de 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa les parecían lejos de su entorno, y pronto se despertaron con la noticia de que fueron policías quienes asesinaron a cinco jóvenes en Tierra Blanca, Veracruz, cuyo gobernador, el priista Javier Duarte, podría ser llevado a juicio político. Frente a este panorama han surgido propuestas de recuperación del espacio público a través del arte y la cultura a lo largo de todo el país, planteados algunos desde la sociedad civil, por promotores artísticos independientes o que reciben algunos apoyos gubernamentales. Las propias instituciones culturales oficiales han implementado programas cuyo propósito es resarcir el tejido social, prevenir la violencia. Lo planteado por varios periodistas fue sin embargo que no basta con dar cobertura a esos programas, sino ser más reflexivos, lograr que las prisas que irremediablemente acompañan el trabajo periodístico (recordaron la célebre frase: nada es tan viejo como un periódico de ayer) no sean obstáculo para el periodismo de investigación. Las reflexiones no se limitaron a los temas de las mesas. Se lanzaron cuestionamientos acerca de por qué películas como las de Quentin Tarantino y David Cronenberg hacen uso de la violencia y son consideradas por algunos críticos como obras de arte, por qué se consume la violencia que aparece en portadas, y por qué El infierno, de Luis Estrada, ha sido una de las películas más taquilleras en México. ¿Pero acaso --preguntaron-- no es violencia también la falta de espacios para la cultura en los medios, las líneas editoriales, los bajos salarios? Hay violencia psicológica, económica, sexual, e incluso puede estarse manifestando con el negar una beca o apoyo a un artista. Si cabe la pregunta acerca de qué es la cultura hoy, irremediablemente tendrá que hacerse también la cuestión: ¿qué es la violencia? Al final se dijo también que la cultura seguirá siendo parte de la violencia, mientras quienes la consumen o le dan cobertura no actúen para cambiar los modelos.

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