Y las piedras rodaron en La Habana

lunes, 28 de marzo de 2016 · 22:43
LA HABANA (apro).- El siguiente es un testimonio de dos jóvenes estudiantes de la Universidad de La Habana en torno al concierto que dio el grupo inglés Rolling Stones el fin de semana en la Ciudad Deportiva de esa ciudad; fue solicitado a Ailén Rivero y Leidy Pérez Olmo, estudiantes de Periodismo y Comunicación Social. “Los Rolling Stones tocarán en La Habana”, era el rumor que había corrido muchos meses antes de que la banda de Mick Jagger llenara la Ciudad Deportiva un viernes que fue santo para los creyentes y , sobre todo, para los amantes del rock. Parece que La Habana ha cambiado mucho en muy poco tiempo y no nos hemos dado ni cuenta: recibir a Barack Obama un domingo, un concierto de los Rolling Stones el viernes siguiente. A nuestros padres les parece mentira, nosotras que nacimos en los noventa todavía no entendemos nada. Lo que fue ‘música prohibida’ en sus tiempos, nosotros la cantamos muy alto como si fuera nuestra. Y es que los Rolling Stones son un mito, una leyenda por la que no puedes evitar sentirte atraído. Amar y compartir su música se siente como saldar una deuda con nuestros padres y su generación. Por eso desde muy temprano nos reunimos en la Ciudad Deportiva a esperar el concierto. Parecía un día de playa, muchísima gente llenaba el terreno con sus toallas bajo el ardiente sol de Cuba, nadie quería ser el último en llegar y todos querían tener el mejor puesto para ver tocar por primera vez a la banda. He oído decir a los que vienen de fuera que no saben qué les pasa pero les encanta Cuba. Se lo he oído decir al mismo Obama y al papa Francisco, a Usher y hasta el mismísimo Cristóbal Colón, quien dijo que esta era… la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto. Mick Jagger y las Piedras Rodantes no pudieron tampoco resistirse a ser víctimas de los encantos de esta tierra, no pudieron evitar decírselo ese viernes al mundo frente a medio millón de personas, y cuando tocaron ‘Satisfaction’ ya les fue imposible disimular su profundo éxtasis. Del otro lado del escenario, “un público muy chévere”-- según el propio Jagger--, mezcla de gente de todas partes del mundo, pero sobre todo cubanos que tampoco pudieron disimular su alegría, y entre gritos y canciones aprovechaban para lanzar un ‘gracias’, gracias a los Rolling por venir, gracias de vivir aquí porque, como te aseguraría cualquier cubano al que le preguntes, ‘estas cosas sólo pasan aquí, en Cubita la Bella’. Entre tantas luces y pantallas, en un espectáculo sin igual para los cubanos, una energía muy fuerte envolvía a todos y nos hacía bailar como impulsados por una fuerza ancestral: era el poder de la música y la energía que transmite la gente cuando está feliz. Creemos que los Rolling sintieron eso, sintieron nuestras ganas de bailar con ellos y Mick Jagger movió su cuerpo como si él también estuviera guiado por una fuerza de otro mundo. La rumba es una música maravillosa, dijo, y una vez más se conectó con cada cubano presente que se sintió aludido y quiso otra vez bailar como Jagger y sintió que Jagger bailaba como nosotros. Apenas nos percatamos cuando todo acabó porque aún no nos habíamos cansado de bailar como locos y andábamos anhelando siempre un tema más. Teníamos tantas ganas de seguir que no nos dimos cuenta que estábamos agotados luego de un día largo y de muchas emociones. Pero no pudimos sentirnos inconformes, estábamos demasiado felices. Las cosas están cambiando en Cuba, no nos damos cuenta y pasan más rápido que el tiempo, pero nadie olvidará el día en que los Rolling cantaron gratis en La Habana. Dos años antes ‘los Rolling Stone en la Ciudad Deportiva’ no hubiera sido un rumor, hubiera sido un chiste. Hoy es un hecho, ¡los Rolling tocaron en La Habana! Ahora parece que todo es posible y nos mantenemos expectantes, con los brazos abiertos ante todo lo bueno que está por venir”.

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