Muere el escritor Imre Kertész, Premio Nobel de Literatura 2002
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hungría perdió hoy a su único Premio Nobel de Literatura: Imre Kertész, autor de “Sin destino” falleció este jueves a los 86 años de edad en Budapest.
“La literatura húngara (está) de luto”, publicó la prensa local, mientras políticos y otros representantes de la sociedad húngara afirmaron que su muerte significa una gran pérdida para el país y el mundo pues se pierde una de las visiones literarias y filosóficas más intensas y brillantes del siglo XX.
“Su muerte es una irreparable pérdida para toda la vida intelectual europea y húngara”, aseguró la asociación de editoriales de Hungría en un comunicado citado por la agencia EFE.
Kertész vivió en carne propia el Holocausto. Nació en una familia judía en Budapest el 9 de noviembre de 1929. Cuando tenía sólo 14 años fue deportado por las autoridades húngaras a Auschwitz y posteriormente al campo de concentración de Buchenwald.
En “Sin destino” su primera novela publicada en 1975, relató en primera persona el horror del exterminio nazi que vivió.
Y lo hizo no a través de un texto autobiográfico. Buscó alejarse de ello creando a György Köves, un adolescente que sufre la maquinaria de humillación nazi para acabar con la voluntad de vivir de los prisioneros.
Fue la más conocida de sus obras pero fue rechazada en 1973 por las editoriales de la Hungría comunista.
Kertész siempre defendió que el nazismo y el comunismo suponían el mismo ejercicio “alineante” de poder, aunque con distinto rostro y bandera.
Incluso consideraba el Holocausto como una manifestación de la naturaleza del poder en la sociedad y no como una locura momentánea o un hecho ligado a una época
“Auschwitz me pareció una mera exacerbación de las mismas virtudes para las cuales me educaron desde la infancia”, llegó a decir en su libro “Kaddisch por el hijo no nacido”, en el que explica su decisión de no tener descendencia por ese motivo.
Tras la II Guerra Mundial Kertész trabajó en revistas y hasta como encargado de prensa de un Ministerio, pero a partir de 1953 se volcó en la escritura y la traducción literaria.
De hecho antes de “Sin destino” creó obras teatrales y desde la década de 1970 se centró en la narrativa con obras como “Fiasco” (1988), “Kaddisch para el hijo no nacido” (1990), “Liquidación” (2004), sobre la caída del comunismo en su tierra natal y “Dossier K” (2006), entre otras.
El escritor reivindicó la literatura como una forma de preservar la memoria, sin sentimentalismos, para intentar comprender.
Denunció que el tema del Holocausto se ha tratado “superficialmente” y que se debería “hablar sobre ello, reconocerlo y aprender a arrepentirse de lo que sucedió”.
Su interpretación lo llevó a lanzar comentarios provocativos, como cuando opinó que no es recomendable visitar el campo de concentración de Auschwitz porque se ha convertido “en un parque temático para turistas”.
Después de recibir el Nobel en 2002, afirmó que “los totalitarismos ponen a las personas en situaciones absurdas que no han elegido.
“Entonces la vida se convierte en una alienación; las personas no reconocen sus propios actos y si no asumimos nuestros actos, no asumimos nuestras responsabilidades, y no podemos liberarnos de nuestros comportamientos. No somos libres”, afirmó.
Cuando le otorgó el premio en 2002, el comité Nobel dijo que la obra de Kertész “conserva la frágil experiencia del individuo frente a la bárbara arbitrariedad de la historia”.
En una entrevista el escritor afirmó: “No me interesa la literatura, la escritura, sino el mecanismo del poder totalitario”.
La obra de Kertész tuvo gran éxito en Alemania, donde vivió durante largos años. Allí fue galardonado con el Premio Herder de las letras y el galardón de la Feria del Libro de Leipzig.
Tradujo mucho desde el alemán y citaba a escritores como Thoman Mann y Franz Kafka a quienes contaba entre sus grandes influencias.
En Hungría recibió las más altas distinciones, como el premio Kossuth (1997) y la Orden San Esteban en 2014.
En sus últimos años Kertész sufría de parkinson y anunció su intención de dejar de escribir. En su última obra, “La última posada”, publicada en 2014, escribe de cómo aceptar la muerte.
“Un hombre de buen gusto no vive ya a mi edad”, confesó en su obra el autor quien a la vez se negó a la posibilidad de recurrir al suicidio como forma de escapar al horror.
En los últimos meses Kertész estuvo trabajando en la edición de su diario escrito entre 1991 y 2001 que se publicará en húngaro bajo el título de “El espectador” (A nezö).