'Yo transporto”

jueves, 31 de marzo de 2016 · 21:08
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Sustentada en un forzado discurso que encubre las contradicciones de su estructura conceptual, la exposición Yo transporto confirma la urgencia de ordenar, con base en planteamientos éticos y argumentos explícitos, el sistema museístico gubernamental dedicado a la promoción, difusión –y ahora también venta– del arte contemporáneo. Emplazado en la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS), en la Ciudad de México, Yo transporto es un proyecto de exhibición que funciona como una estrategia para “reconstruir las finanzas del museo”. Curada por la directora de la SAPS, Taiyana Pimentel, y concebida por el artista G.T. Pellizzi, la muestra tiene como centro una enorme instalación que reproduce el interior de una caja de embalaje de obras de arte. Construida con madera, triplay, bloques de espuma de polietileno en color blanco y recubrimientos de ethafoam en color negro, la obra se desarticula en 171 piezas que, perfectamente catalogadas y registradas, tienen un costo que oscila entre 34 mil y 63 mil pesos. Donadas por Pellizzi en apoyo a la Asociación de Amigos de la Sala de Arte Público Siqueiros y la Tallera, las piezas pueden ser adquiridas convirtiendo a sus compradores en “cómplices del proyecto”. Nacido en 1978 en México y formado profesionalmente como arquitecto en Estados Unidos, Pellizzi accedió a la escena emergente neoyorquina a través de su participación como fundador y artista en el irreverente colectivo Bruce High Quality Foundation. Consciente del doble sendero comercial y pedagógico-institucional en el que se mueve el mundo del arte, en 2013 presentó en la Galería Y de Nueva York una instalación con paneles pintados en rojo y negro que representaban ambos senderos. Sin juzgar el sistema artístico, la instalación se vendía en fragmentos seleccionados por los compradores, y su precio, cotizado con base en metros cuadrados, coincidía con el mercado de bienes raíces de la zona. Si bien en una galería comercial el concepto de la venta fue divertido, su réplica en un museo gubernamental es cuestionable. Sobre todo, porque Pimentel lo señala como una campaña de búsqueda de fondos que redefine el sistema económico del museo. ¿Eso quiere decir que, a partir de ahora, sólo se expondrán artistas cuya obra tenga prospectivas de compra? Articulada con planteamientos muy poco creíbles tanto por parte del artista como de las curadoras Taiyana Pimentel y Mariana Mañón, la muestra Yo transporto se basa en el significado etimológico de la palabra metáfora como traslado y su referencia en el griego moderno a un transporte público; alude a la “construcción ontológica de conocimientos”; e intenta “sublimar el acto de creación” a través del proceso de globalización del arte refiriéndose al desplazamiento de obras. Dividido en tres secciones que corresponden a la instalación, la exhibición de los elementos con los que se construyó, y la reproducción en maquetas y pequeños formatos de la instalación y sus divisiones –acompañadas de sus precios–, el proyecto se reduce a una banal y confusa imitación del interior de una caja embalada. Con muy poco público hasta en los días domingos, la SAPS, muy cercana a la zona museística de Chapultepec, no necesita un nuevo sistema económico sino una redefinición de su misión, vocación y gestión.

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