CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Una experiencia teatral protagonizada por los reclusos del penal de Santa Martha Acatitla es también una vivencia insólita para los espectadores que asisten desde el exterior. Es el caso de El mago Dioz, convocada con la asesoría del Foro Shakespeare de la Ciudad de México, cuya crónica se ofrece aquí por la pasante de la carrera de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM, Indira Qatoo, a solicitud de esta agencia Apro para nuestros lectores:
El encierro físico es una imposición, el encierro emocional es una elección. La Compañía de Teatro Penitenciario de la cárcel de Santa Martha Acatitla ha decidido romper sus cadenas para convertirse en una oferta teatral de calidad en la Ciudad de México. Acaba de reestrenarse El mago Dioz, adaptación a la mexicana de la novela de Lyman Frank Baum.
Así lo vio el Foro Shakespeare, que se alió hace ya siete años al grupo preexistente, el cual se dedicaba sobre todo a montar pastorelas y pequeñas representaciones. Hoy en día ha logrado crear esta dinámica que pretende la readaptación de los presos en la sociedad. Ellos construyen un mundo entre las paredes que los aíslan, y los externos son invitados a encerrarse con ellos para poder salir de lo cotidiano.
Los reclusos ensayan con entusiasmo durante meses y, a pesar de que las condiciones y el número de integrantes varían según los cambios internos de la institución, trabajan de forma profesional para ofrecer un trabajo de primer nivel a los espectadores.
Dirigen la obra Itari Marta y Juan Carlos Cuéllar, y el elenco y equipo técnico está integrado por Jorge Arévalo, Alfredo Contreras, Gustavo Cortés, Fidel Detor, Fidel Gómez, Antonio Hernández, José Juan Hernández, Rafael Hernández, René Hernández, Juan Luis Hernández, Oscar Lara, Alfonso López, César Martínez, José Ortiz, Felipe Reyes y Antonio Rosas, y Ricardo Santillán; complementan el equipo desde el exterior Javier Cruz y Valeria Lemus, única mujer en la puesta.
Después de haber reservado con varios días de antelación, la cita es en la sede del Foro, ubicada en el corazón de la colonia Condesa. Como el acceso a la penitenciaría cuenta con una serie de restricciones en la vestimenta para las visitas (las cuales implican en términos generales la prohibición de tonos neutrales), el desfile de asistentes suele asemejarse a un carnaval de colores chillantes.
La primera etapa del viaje por el camino amarillo al reino de Oz se hace en una pesera, donde un par de personajes amenizan hábiles el largo viaje e introducen a los asistentes en una especie de preludio del espectáculo.
La fantasía se corta de tajo por la tremenda realidad al pasar los largos y tediosos puntos de revisión de acceso a la penitenciaría. No detenerse y no desviarse son las instrucciones a seguir para cruzar el patio hasta el lugar de encuentro para la función. Es imposible ignorar las miradas penetrantes de los reos. ¿Quiénes son entonces los espectadores?
La espera se hace en un largo pasillo, donde se reúnen los que vienen en el grupo y otros internos, que en el día de visitas deciden ir con la familia que los acompaña a disfrutar de la obra. El público entra de seis en seis al teatro Juan Pablo de Tavira para acomodarse en plataformas móviles de dos hileras de butacas cada una. A diferencia de los teatros equipados con escenarios giratorios, el que se mueve aquí es el público, transportado por musculosos actores que reacomodan en cada escena la posición de los asientos dirigiendo la mirada del espectador al nuevo objetivo. Si el escenario no va a la gente, la gente va al escenario.
La obra transcurre ágil y divertida. Se trata de una comedia agridulce que abarca todo tipo de temas actuales: narcotráfico, trata de personas, corrupción eclesiástica. Las risas no paran. La realidad de la escena y de la circunstancia se funde.
La escenografía y los vestuarios de El mago Dioz son espectaculares. De los cuatro lados del gran auditorio cuelgan o se levantan figuras, de las cuales los actores hacen uso de todas las maneras posibles. Las construcciones y confecciones son realizadas en conjunto por los miembros de la compañía con materiales de reciclado. Entrar al espacio es de por sí impactante.
La potencia de las actuaciones es memorable. Las palabras que salen de sus bocas están cargadas de sentido. Es un teatro poderoso y terapéutico tanto para quien lo da como para quien lo recibe. Se crea una dinámica de diálogo muy rica, donde no importa el pasado, las historias y los prejuicios. El arte es la herramienta de comunicación. Al terminar existe la posibilidad de hacer preguntas y comentarios a los realizadores. Pocas veces en un espectáculo teatral las palabras de los actores se vuelven tan dramáticas como su obra. Es imperdible si queremos volver a sentirnos humanos.
La compañía se presenta los sábados durante todo el año, y tiene ya en su repertorio la tragedia Ricardo III de Shakespeare, y El mago Dioz, las cuales alternan. Además, están cocinando una versión de Esperando a Godot de Samuel Beckett. El boleto tiene un costo de 250 pesos y las reservaciones se hacen antes de cada martes en teatroyprision@foroshakespeare.com