Las Galas de Vargas Llosa

lunes, 4 de abril de 2016 · 11:50
Además de su noche de Gala con 400 invitados en el Hotel Villamagna de Madrid, el escritor peruano-hispano, centro de la intelectualidad del liberalismo, extendió dos días más sus festejos: uno organizado por la Cátedra que lleva su nombre, y cuyo nuevo mecenas, el dueño de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego, reivindicó el papel de los empresarios; y otro en diálogo con el narrador turco Ohram Pamuk en la Casa de América. Ambos Nobel hablaron del oficio que los hizo escritores, aquel arraigado a su tierra y Vargas Llosa soñando con Europa. MADRID (Proceso).- El Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, cubrió todos los frentes durante los festejos por sus 80 años de vida. Celebró una fastuosa cena de gala con 400 invitados, acompañado de su actual pareja, la socialité Isabel Preysler, por cuya relación el escritor se convirtió en objetivo de la prensa de papel couché; tuvo un seminario con seis expresidentes de España y América Latina, que lo catapultó como el gran intelectual de los devotos del liberalismo, y mantuvo un conversatorio con otro Nobel, el escritor turco Ohram Pamuk, donde ambos desvelaron detalles de sus métodos de trabajo y los retos personales a los que se enfrentan al crear su obra. En este marco, el 1 de marzo salió a la venta su nueva novela Cinco esquinas (editorial Alfaguara) y ocho de sus títulos fueron publicados en dos volúmenes de lujo por la legendaria colección La Pléiade, de la editorial francesa Gallimard, que reúne a los mayores autores del mundo. Conocer el anuncio de su entrada a La Pléiade, con sus 65 años de escritor, le hizo “más feliz que cuando recibí el Nobel”, como lo confesó en la rueda de prensa de la presentación de su más reciente libro. Con su innata facilidad para relacionarse con los hombres del poder, el escritor consiguió que el empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego, presidente del Grupo Salinas, se sumara como nuevo mecenas de la Cátedra Vargas Llosa y de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, al ingresar a su patronato. En el tercer día de festejos, organizados por esta cátedra y por la Fundación Internacional para la Libertad –de la que Vargas Llosa es su máxima figura–, ante un público reunido en la Casa de América, el dueño de TV Azteca reivindicó el papel de los empresarios, a los que catalogó como “héroes discretos” y rechazó la “imagen maniquea” que se les quiere dar como “especuladores, explotadores, rentistas, acaparadores y saca-dólares”. Presentado por Juan José Armas Marcelo, director de la cátedra, como un “personaje excepcional” de quien se tendría que hacer “una biografía”: Salinas Pliego consideró que el empresario en vez de vivir a todo lujo, debe invertir en “proyectos productivos que creen empleos, pero también creen valor social –educación y cultura– y valor ambiental”, porque eso los vincula con las comunidades donde desempeñan sus negocios. “Yo creo que el empresario es también el verdadero héroe de la sociedad contemporánea”, porque toma “riesgos no asegurables” y eso los hace cada vez más “indispensables”. Opinó que “la libertad económica es la base de todas las libertades”, porque de lo contrario, “sin la actividad empresarial todos dependeríamos del gobierno para nuestra subsistencia, todos estaríamos comiendo de su mano”. Destacó el mérito del empresario para “resolver problemas”, aunque aceptó su fracaso en Argentina y Brasil, donde tuvo que cerrar su negocio, porque son países, dijo, donde “no hay un entorno favorable para crear valor”. El propietario de Elektra se quejó de los gobiernos, a los que llamó “el socio incómodo”, porque “a los que practicamos la acción social en nuestros países, la clase política nos impone una serie de dificultades”, con regulación excesiva y cargas fiscales. Y a los políticos se les olvida que “a la vaca lechera hay que darle de comer”. Fue crítico con los gobiernos que ofrecen servicios públicos “ineficientes o inexistentes”, y un caso, prosiguió, es “el del monopolio de la violencia que tiene el Estado, que se está privatizando en manos de los criminales”, y donde “México no es la excepción. El país está sufriendo un deterioro que es francamente alarmante”. Pidió que en América Latina se promueva un cambio cultural para generar riqueza y bienestar “cambiando el chip de la gente”, aunque reconoció que entre los intelectuales “hay ideas buenas y hay ideas malas”. Y una de estas últimas, a juicio de Salinas Pliego, es “la mala idea que tenemos de acabar con la desigualdad. Es una pésima idea porque la desigualdad es la condición natural de todos. Lo que a cambio se debe promover, apuntó, es “la cultura del esfuerzo, la cultura de tomar riesgos, y tenemos que exigir al gobierno una educación de excelencia” para competir en el siglo XXI. “Hay un grupo de fundaciones e intelectuales que están usando el tema de la desigualdad social como una cortina de humo para esconder el verdadero problema que es la pobreza, que es la falta de oportunidad para emprender.” Y en la misma tónica de todos los participantes que cuestionaron “la dictadura” de Cuba y la “tiranía” de Venezuela, Salinas Pliego planteó que los gobiernos que quieren restringir la libertad económica, sólo han logrado crear más pobreza. “por eso debemos lanzar un mensaje radicalmente distinto: el empresario es aquel que está dispuesto a sacrificarlo todo en busca de una visión de mejora, es aquel que se exige a sí mismo cada día más esfuerzo para poder llevar prosperidad a sus clientes, a sus proveedores y a sus comunidades. Es aquel que no duerme pensando en pagar la nómina a sus empleados, no duerme para que se pueda mejorar sus bienes y servicios, por eso pienso que el empresario es el héroe discreto al que debemos de promover en América Latina.” Revistas del corazón Al llegar a sus ocho décadas de vida, el escritor peruano dejó de ser patrimonio exclusivo de las publicaciones literarias desde que inició su nueva relación sentimental, y se convirtió en objetivo de la llamada “prensa rosa”, del chismorreo y las celebrities, como la revista Hola!. En la conferencia de la presentación de su más reciente libro, el Nobel de Literatura se sinceró, sin rehuir a la pregunta: “A mí no me gusta estar ahí. Aparezco por razones de tipo personal. ¿Qué tendría que hacer para no aparecer? Si me da la receta, la asumo. Es muy incómodo tener a fotógrafos en tu casa, te coartan la libertad. Ya no puedo hacer las cosas cotidianas que hacía como salir a caminar, ir al cine o a una cafetería. Me siguen. ¿Para qué? No se… toman y toman fotos.” Añadió: “Hay millones de personas que siguen ese tipo de material. Quieren la vida en rosa, ver a los ricos, la gente con fama… Quieren soñar, esa era una función de la literatura.” Por ello opinó que eso es un “problema cultural serio de este tiempo, hay que afrontarlo de manera más creativa”. Y sobre la revista Hola!, que publica con frecuencia fotos de su pareja, la consideró un fenómeno editorial “interesante y triste a la vez”, porque “mientras los periódicos descienden sus tiradas, Hola!, sólo en España, imprime un millón de ejemplares, sin contar las otras diecisiete ediciones que se publican en otros países”, lamentó. Proceso creativo En su extensa conversación con Orham Pamuk, Vargas Llosa recordó que muy joven, estando aún en Perú, soñaba con vivir en París para convertirse en escritor y sólo leía autores europeos y norteamericanos. No a peruanos o latinoamericanos, porque consideraba que desarrollaban una narrativa “muy cercana al folclor, a la descripción de lo pintoresco, que explotaba el color local con un maniqueísmo ideológico”. Sin embargo, fue en París donde se encontró que los franceses habían descubierto a escritores latinoamericanos como Borges, Cortázar, Fuentes y García Márquez, y donde se identificó como un “escritor latinoamericano”: “En los años sesenta yo tenía un programa de radio donde promovíamos nuevas publicaciones, y ahí fue la primera vez que leí a García Márquez, en francés, una traducción de Julliard de El coronel no tiene quién le escriba. Me impresionó porque era una pequeña joya ese relato, y fue ahí que me identifiqué como un escritor latinoamericano, que era la patria grande para un peruano, un mundo donde había una problemática que compartíamos, un mundo riquísimo en personajes, en aventuras, en situaciones novelescas, y que producir escritores que utilizaban la modernidad para contar ese mundo.” No obstante, también precisó que “no hubiera sido el escritor que soy sin la experiencia de Flaubert”, y aceptó que una de sus “grandes deudas” es con el autor de Madame Bovary, obra que le permitió “descubrir que el realismo no significaba chabacanería ni dejadez”. En 1959, al llegar a París para formarse como escritor leyó el libro en una noche y quedó “fascinado” por “la historia y por la perfección con que estaba escrita”. Señaló que le desmoralizaba mucho darse cuenta de que no era un genio, que no tenía facilidad para escribir. “Pero me sentí optimista al leer la correspondencia de Flaubert, que no era un genio, pero que reemplazó el genio con el trabajo, con la terquedad, y dedicar mañana, tarde y noche a escribir y corregir de una manera paranoica.” Por su parte, el escritor turco recordó que cuando empezó a escribir ficción en su país tenía una motivación más política, pero “ahora me catalogan como escritor burgués”, y explica que la ficción considerada política se tenía que escribir sobre la zona rural, además que la escritura en su país estaba muy influida por la narrativa soviética. “Se esperaba una escritura comprometida políticamente. Y yo no quería eso. Pensaba que los narradores tenían que ser como poetas y los autores marxistas debían ser más creativos” dijo Pamuk, quien toda su obra la ha desarrollado en Estambul. Dijo que su padre, que fue a vivir a París, le proponía que se fuera ahí para cultivar su oficio como escritor, pero “yo no necesitaba irme para ser escritor porque estaba muy ocupado con Estambul, ya que ahí tenía bibliotecas y capas y capas de civilización”. Sin embargo, explicó que fueron los escritores latinoamericanos, como Borges, Fuentes y Vargas Llosa, quienes le abrieron a un mundo nuevo de escritura, “porque descubrí que el compromiso no estaba reñido con la creatividad y la imaginación”. “Descubrí autores latinoamericanos comprometidos, pero muy creativos, nada estrechos, ni provincianos, por el contrario, eran radicales. Y con esa escritura latinoamericana yo me di cuenta de que podía ser escritor y tener una inventiva. Recuerdo una edición preciosa de Penguin de tres títulos en español de Fuentes, me impresionó ese tipo de ficción, y se lo pude expresar en vida antes de su muerte.” Su estancia en Estambul le ha permitido ver el crecimiento y desarrollo de la ciudad, pasar de un millón a 15 millones de habitantes y “ver en dos décadas cómo ha evolucionado la ciudad, sus barrios, donde yo me involucro para conocerlos y tener nuevas ideas para mis novelas”. Los dos premios Nobel se refirieron a la actualidad europea. Vargas Llosa criticó que los viejos prejuicios están resurgiendo con el tema de los refugiados y de los inmigrantes en Europa. Y, en su opinión, se tienen que defender con argumentos los viejos valores de Europa. Más duro en su crítica fue Pamuk, quien consideró una triste verdad que los pueblos de Europa “no quieren a los inmigrantes” y que la Unión Europea pidió a Turquía “que cree un muro, que sea el filtro”: “Quieren que nosotros hagamos el trabajo sucio. Prefieren a los turcos antes que a los árabes. Hay que decirlo más y más. Hay que defender los valores de la Unión Europea.”

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