Devuelven a Tamayo dos salas de su museo
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El Museo Tamayo Arte Contemporáneo rinde homenaje a la “generosidad y talento” del artista oaxaqueño Rufino Tamayo (1899-1991), y le devuelve dos de las salas de exhibición del recinto de Chapultepec, al conmemorarse 25 años de su fallecimiento.
Resultado de un sueño largamente acariciado, el Museo Internacional de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo abrió el 29 de mayo de 1981 para exhibir las 300 obras que el artista oaxaqueño donaba al público mexicano, y que él había adquirido a lo largo de varios años. El museógrafo Fernando Gamboa fue designado su primer director y el museo daba salida al deseo de Tamayo de exhibir su colección nacional e internacional, además de obras realizadas por él mismo.
En una apretada reseña histórica, vale recordar que días antes de su apertura, el reconocido pintor habló con el reportero del semanario Proceso, Armando Ponce, acerca de los avatares que pasó. Dialogó con tres presidentes de la República y fracasó. El medio cultural le llamó vanidoso, narcisista. Hasta que le ofrecieron cumplir su sueño las empresas Alfa de Monterrey y Televisa, y aceptó.
El gobierno de México le concedió, finalmente, los terrenos en el Bosque de Chapultepec, en donde los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky levantaron el edificio, construido en desniveles. Ahí se colocaron 200 de las 300 obras de la colección, hechas por artistas como los mexicanos Francisco Toledo, Lilia Carrillo, Vicente Rojo, Manuel Felguérez y José Luis Cuevas, entre otros.
Entre los internacionales pueden mencionarse a Francis Bacon, Jean Dubuffet, Wilfredo Lam, Fernad Léger, Joan Miró, Pablo Picasso, Pierre Soulages y Roberto Matta.
Tamayo dijo entonces:
“Busqué que las obras fueran representativas de las diferentes tendencias artísticas del siglo XX, principalmente después de la segunda Guerra Mundial. Soy muy ecléctico, reconozco a la gente que no pinta como yo.”
Pronto empezaron los problemas pues la Fundación Cultural Televisa descolgaba el acervo, que daba su perfil y razón de ser al recinto museográfico, para presentar diversos tipos de exposiciones, algunas exitosísimas debido a la intensa publicidad televisiva como Un viento llamado Raushenberg y Los Picassos de Picasso. Hasta que Tamayo salió a declarar que el museo no era propiedad de Televisa.
El conflicto se empantanó y la prensa cultural, enmudecida por no obtener información ni de la SEP, Presidencia y Televisa, buscó al artista quien, tras exigir audiencia con el presidente Miguel de la Madrid y amenazar con una huelga de hambre, consiguió el 9 de septiembre de 1986, con una reinauguración, la incorporación del museo al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Tres años después se creó la Fundación Olga y Rufino Tamayo.
A la muerte del pintor en 1991, cuenta la página del recinto que éste dejó al museo “en manos de una unión de actores tanto públicos como privados que han garantizado la continuidad del proyecto a través de los años”, y se destaca su vocación de “contemporaneidad y de apertura al mundo”.
Aunque durante las administraciones panistas los perfiles de los museos del INBA se diluyeron para abrirse, sin distinciones, a las expresiones del arte emergente. Y el Tamayo no fue la excepción. Hasta su nombre se transformó por el de Museo Tamayo Arte Contemporáneo. La crítica de arte Blanca González Rosas señaló en su columna de Proceso, del 1 de septiembre de 2012:
“El recinto sintetiza uno de los aspectos más característicos y lamentables de la actual administración del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA): el servilismo y sumisión ante el capital privado.”
Mencionó que salvo las exhibiciones del propio Tamayo, “las otras exposiciones reproducen los convencionalismos comerciales e institucionales del mainstream”.
Como con Televisa, las exposiciones de arte emergente, varias procedentes del extranjero, predominaron sobre las obras de Tamayo y su colección.
Por ello tiene significación que el secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, anunciara el pasado lunes 20 de junio que a partir del próximo 30 de julio --en el marco del programa conmemorativo por el 25 aniversario luctuoso-- el legado del artista oaxaqueño volverá a su recinto, no en su totalidad, sino a dos salas que serán de exhibición permanente.
Por un lado --informó la Secretaría-- “se encontrarán algunas de las 49 piezas a cargo del INBA y las de sus familiares, y otra con parte de la colección particular de Tamayo, que incluye 315 obras de artistas como Picasso, Bacon, Magritte y Henry Moore, entre otros.”