¿Altruismo o publicidad indirecta?

lunes, 2 de octubre de 2017 · 12:57
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Antes de aprobar, admirar o desaprobar las acciones que tuvo el mercado mexicano del arte contemporáneo los días posteriores al terremoto del pasado 19 de septiembre, es conveniente ubicar que el mercado es un negocio y, por lo mismo, su desempeño no debe evaluarse con los mismos parámetros que la promoción gubernamental del arte. Programado para realizarse del jueves 21 al domingo 24, el Gallery Weekend es un evento que consiste en recorrer zonas de la Ciudad de México en la que encuentran diversas galerías. Dividido en cinco rutas, entre las que se encuentran dos de las colonias que más daños sufrieron con el sismo –Roma y Condesa–, el fin de semana de galerías no era una propuesta con prospectiva de éxito. Ante el dolor, el temor, la compasión y la solidaridad que provocó el terremoto, ¿cuántas personas habrían estado dispuestas a recorrer las calles para visitar galerías y ver arte? Además, los comercios de arte que pagaron por participar en el Weekend se mantienen en la ciudad y, por lo mismo, el evento puede reprogramarse en cualquier momento. Desde esta perspectiva, la cancelación del Gallery Weekend, con sus eventos paralelos, ¿fue un acto de solidaridad o de sentido común? Zona Maco Foto y Salón del Anticuario es diferente. Programada para preinaugurarse el mismo martes 19 de septiembre y con una duración hasta el domingo 24, la feria es un negocio consistente en la renta de stands para galerías y emprendedurías nacionales y extranjeras que pagan varios miles de dólares con anticipación. Insensible ante el estado físico y emocional de los habitantes de la CDMX por el terremoto ocurrido a media tarde, la feria confirmó la preinauguración para coleccionistas a las 8 de la noche en el Centro Banamex. Aun cuando este evento se canceló junto con todas las actividades paralelas, la directora de la feria, Zélika García, develó fría racionalidad para el negocio del arte. Una característica que si bien puede considerarse negativa para aquellos que piensan que el arte es un producto espiritual, es totalmente positiva para el mercado: la inversión ferial es muy alta y el objetivo es capitalizarla. Si bien la actitud que tuvo Zélika García el martes19 evidenció su torpeza respecto a la construcción del falso valor artístico que ofrece la comunicación mercadológica de las artes visuales, las acciones de la Galería Kurimanzutto comprobaron su dominio del arte postverdad (Proceso, 2111). Centrada en la apariencia y no en la verdad, la Kurimanzutto canceló su inauguración del albanés Anri Sala sin mencionar que, desde el 6 de septiembre, se exhibe en el Museo Tamayo. Promovida en la feria por la misma directora Zélika García, la fotografía de Gabriel Orozco, con un costo de por lo menos 20 mil dólares por obra, contrasta con el discurso altruista que promueve la subasta organizada por la empresa de comunicación Se Habla Español (Proceso, 2134). Diseñada magistralmente como una publicidad indirecta, la subasta evidencia que, en el arte contemporáneo, la apariencia sustituye a la verdad. Este texto se publicó el 1 de octubre de 2017 en la edición 2135 de la revista Proceso.

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