Migrar, un derecho inherente al ser humano: Efraín Nieves Hernández

miércoles, 1 de febrero de 2017 · 18:39
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La nueva relación entre México y Estados Unidos afectará varios ámbitos de la vida en el país, como los económico, social, político y cultural, entre otros. No obstante, los debates y mayores confrontaciones se han dado por la pretensión de Donald Trump de erigir (en realidad continuar) un enorme muro en la frontera entre los dos países. En ese contexto vale la pena recordar los planteamientos sobre el derecho natural a la migración y sus límites en el derecho internacional que hace el académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, Efraín Nieves Hernández, maestro en Derechos Humanos por la Universidad Castilla-La Mancha, de España, en el número de 120-121, de septiembre 2014-abril 2015, de la revista Relaciones Internacionales, de dicha facultad, disponible aún en línea. El académico parte de la idea de que la migración es un fenómeno inherente al sur humano, es la regla y no la excepción en la historia del ser humano, y por tanto siempre ha estado presente en el escenario internacional, aunque se topa con los marcos del derecho positivo, que no lo consideran como uno de los derechos humanos. Aunque varios países, México, por ejemplo, establecen en sus leyes el derecho a circular de manera libre por su territorio a sus ciudadanos y garantizan el derecho a salir de él en cualquier momento, la entrada está supeditada a normas internas que determinan a quiénes se concede entrada y por dónde se puede ingresar. Y así es en las diferentes naciones, en las cuales no se puede entrar libremente y menos sin documentos. Para algunos países, la migración no sólo es un problema sino un asunto de seguridad nacional. Otros consideran que las migraciones, particularmente tratándose de trabajadores, son fenómenos benéficos tanto para los países expulsores como para los receptores. El académico también explica la existencia de dos posturas en materia de derechos humanos: la iusnaturalista, que los considera inherentes a los individuos, y el iuspositivismo, que juzga que estos derechos sólo pueden ser reconocidos como resultado de una acción normativa del Estado. La migración, a la cual define como el cambio de residencia, sin importar tiempo o distancia, que se deriva de una decisión individual y económica que busca mejorar las condiciones del migrante, es un derecho humano, pues ha existido a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, varios Estados establecen normas para ingresar a sus territorios. México, por ejemplo, criminaliza a quienes se internan en su territorio sin cumplir con los requisitos que la Ley General de Población exige. Estados Unidos también considera como un acto criminal la entrada de extranjeros que no cumplan con sus leyes migratorias y sanciona con la cárcel la reincidencia. No existe, señala Nieves Hernández, el derecho humano a migrar, pero sí los derechos humanos de los migrantes, cuyo fin es protegerlos durante todo el proceso migratorio que prevé la preparación para migrar, la partida, el tránsito, la estancia, el ejercicio de una actividad remunerada en el país donde ha sido empleado y el regreso a su lugar de origen. En su opinión, “en la evolución del derecho internacional de los derechos humanos, el derecho positivo tendrá que armonizarse con el derecho natural en materia migratoria, avanzando en un reconocimiento de la realidad humana y, al mismo tiempo, protegiendo una actividad inherente al ser humano, como lo es la migración”. Si bien, dice, cada país tiene derecho a decidir su política fronteriza, “este derecho no es absoluto y ninguna de sus actividades puede fundarse sobre el desprecio a la dignidad humana”. Enfatiza en sus conclusiones: “Los países siempre estarán obligados a respetar ciertos derechos fundamentales de los individuos que se encuentren bajo su jurisdicción, sin importar su nacionalidad ni condición migratoria. Así lo ha establecido la Corte Interamericana de Derechos Humanos.” Migrar es tan inherente al ser humano que una de las primeras lecciones en la escuela explica la extendida teoría de que el origen del hombre americano se debe a que los asiáticos migraron por el estrecho de Bering. Igual se ha difundido recientemente el origen africano de la humanidad, su aceptación implica que de ese continente migró el ser humano hacia el resto del mundo.

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